Europa y el problema de los asilados
EL PROBLEMA de la inmigraci¨®n de ciudadanos extranjeros a los pa¨ªses de Europa Occidental est¨¢ creando tensiones pol¨ªticas serias, si bien hay diferencias sustanciales entre unos casos y otros. En Alemania y Francia la cuesti¨®n alcanza en estos d¨ªas un especial relieve por las decisiones que acaban de adoptar sus respectivos Gobiernos.Las reacciones que han motivado estas medidas muestran la dificultad de armonizar el respeto del derecho de asilo (un principio inherente a nuestra cultura democr¨¢tica) y la realidad de una creciente presencia extranjera, uno de cuyos efectos m¨¢s esp¨²reos es el de alimentar las tendencias racistas en sectores sociales proclives a la culpabilizaci¨®n en cabeza ajena de la recesi¨®n econ¨®mica. En Par¨ªs y Bonn, el tema espec¨ªfico en discusi¨®n no era id¨¦ntico; pero merece ser destacada la diferencia radica en los procedimientos pol¨ªticos utilizados para abordarle en uno, y otro caso.
En Alemania, el incremento de los asilados (103.000 en 1988, 438.000 en 1992) obligaba a una modificaci¨®n del precepto de la Constituci¨®n que concede entrada libre y ayudas a todo el que se presente en la frontera del pa¨ªs. Ello ha dado lugar a una larga negociaci¨®n entre el bloque gubernamental y los socialdem¨®cratas, que se plasm¨® en un compromiso en diciembre pasado. Gracias a ello, el Parlamento ha aprobado el nuevo texto con una holgada mayor¨ªa (521 a favor y 132 en contra). La contestaci¨®n, preferentemente juvenil y m¨¢s pac¨ªfica de lo inicialmente prevista, expresaba en las calles de Bonn la actitud de los partidarios de mantener la pol¨ªtica de puertas abiertas hacia el extranjero.
En Francia, las medidas para restringir los derechos de los inmigrados han sido adoptadas -casi sin consulta- por el ministro del Interior, Charles Pasqua, conocido por su posici¨®n profundamente reaccionaria sobre el tema. Ello ha provocado protestas no ya de la oposici¨®n socialista, sino de sectores de la sociedad pr¨®ximos a la derecha m¨¢s democr¨¢tica. El proyecto de Pasqua, al multiplicar la intervenci¨®n de la polic¨ªa en todos los terrenos, dificulta en gran medida la aceptaci¨®n de nuevos extranjeros -que ya se ha restringido dr¨¢sticamente: en 1992 s¨®lo hubo 29.000 demandas de asilo-, y, a la vez, las condiciones de los que ya viven en Francia. Las propuestas del ministro del Interior han sido criticadas dentro del Gobierno de Balladur por la ministra Simone Veil. La Iglesia tambi¨¦n ha formulado duras protestas. El propio Consejo de Estado, cuya misi¨®n es informar el proyecto de ley, est¨¢ dilatando la entrega al Parlamento y propone modificaciones sustanciales. Esta experiencia demuestra que, incluso en un pa¨ªs que acaba de dar una victoria aplastante a la derecha, el tema de los inmigrados suscita simpat¨ªas en sectores muy diversos. Y que las medidas pol¨ªticas a tomar en esa materia deben contar con el mayor consenso posible.
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