El relevo del portavoz de Clinton o el fin de la utop¨ªa
La sustituci¨®n de George Stephanopoulos, un inexperto portavoz que representaba toda la juventud, la ambici¨®n y la rebeld¨ªa del Gobierno de Bill Clinton, por David Gergen, un veterano colaborador de viejas administraciones republicanas, es la mejor prueba de que el poderoso establishment pol¨ªtico de Washington est¨¢ acabando por imponer su fuerza frente a la desordenada y err¨¢tica propuesta renovadora del nuevo presidente dem¨®crata.Una ley no escrita en la pol¨ªtica obliga a los dirigentes a entregar una cabeza al p¨²blico cada vez que las cosas se ponen mal. Durante su ¨²ltimo a?o de gobierno, George Bush tuvo que prescindir del jefe del Gabinete, John Sununu, en un intento, fallido, de recuperar popularidad.
A Clinton, tambi¨¦n se le hab¨ªan puesto mal las cosas tras su indecisi¨®n sobre Bosnia, los malos resultados econ¨®micos y otros esc¨¢ndalos menores, pero m¨¢s sonados, como su corte de pelo en el aeropuerto de Los Angeles -donde tuvo que ser interrumpido el tr¨¢fico a¨¦reo durante dos horas- y el despido de todo el personal del departamento de viajes de la Casa Blanca, envuelto en un caso de corrupci¨®n.
Todo ello hab¨ªa bajado la popularidad de Clinton hasta los niveles m¨¢s bajos conocidos nunca por un presidente a estas alturas del mandato. El asunto exig¨ªa cortar cabezas, pero la que rod¨® el s¨¢bado pasado es la de un hombre de 33 a?os que, por su edad, por su desordenado flequillo de joven indisciplinado y por su estilo -que consist¨ªa en favorecer el contacto directo del presidente con los ciudadanos y los peque?os medios de comunicaci¨®n regionales, en contra del poder tradicional de los grandes peri¨®dicos y canales de televisi¨®n-, se hab¨ªa convertido en todo un ejemplo de los prop¨®sitos rupturistas de esta Administraci¨®n, un s¨ªmbolo de la utop¨ªa.
La elecci¨®n de Gergen para ese puesto es menos significativa que la salida de Stephanopoulos. Gergen es un republicano de esa forma en la que se adopta una definici¨®n pol¨ªtica. en Estados Unidos, sin excesiva carga ideol¨®gica, como una simple orientaci¨®n electoral.
Desde hace a?os, Gergen hab¨ªa acumulado prestigio con sus apariciones en televisi¨®n como comentarista objetivo y serio. Lo l¨®gico es que cumpla su trabajo de vender la imagen de Clinton con la misma convicci¨®n y profesionalismo con la que antes vendi¨® la de Ronald Reagan.
El mayor problema de esa sustituci¨®n no es ¨¦se. El problema es que prescindir de Stephanopoulos como director de comunicaciones refleja el desconcierto, la preocupaci¨®n de Clinton por la forma en la que trabajan sus colaboradores. Prescindir de Stephanopoulos es una satisfacci¨®n 'para los corresponsales de los grandes medios en la Casa Blanca, a los que el joven de origen griego trat¨® con desprecio y arrogancia. Pero los problemas de Clinton no desaparecen con ¨¦l. El amateurismo de esta Administraci¨®n no acaba por el hecho de haber puesto al frente de las comunicaciones a un experto con m¨¢s de 50 a?os de edad. Los problemas de Clinton exigen soluciones de fondo y, si la situaci¨®n no mejora pronto, la pr¨®xima cabeza que caer¨¢ ser¨¢ la del propio jefe de Gabinete, Thomas McLarty, otra rara avis en Washington a quien s¨®lo sostiene su amistad con Clinton.
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