Saldo de ga?afones
Tres coletudos de cotizaci¨®n modesta, quienes a buen seguro so?aban torer¨ªas y triunfos ut¨®picos redimidores de fatigas y esfuerzos sin recompensa, se estrellaron contra un saldo de moruchos peligrosos que concursaron entre ellos a ver cu¨¢l lanzaba mayores y m¨¢s certeros ga?afones. Dir¨ªase que, a excepci¨®n del ¨²ltimo, de catadura menos aviesa, estas infamias con astas se hubieran entrenado como le?adores en la dehesa, por, la rica y vasta variedad de hachazos de que hicieron gala.Para completar tan desgraciada tarde, el ganadero se acogi¨® al desventurado art¨ªculo 59 del reglamento para imponer que se lidiasen bajo su responsabilidad algunos de los toros, que a los veterinarios parecieron sospechosos de astas. Una sospecha que se transmut¨® en confesi¨®n de culpabilidad en el que abri¨® festejo, terrible y bochornosamente desmochado hasta el punto de que tambi¨¦n en un espect¨¢culo de rejoneo habr¨ªa llamado la atenci¨®n por esas verg¨¹enzas que llevaba simulando pitones.
S¨¢nchez / Jerezano, Paz, Zamora
Toros de Ram¨®n S¨¢nchez (6? sobrero, en sustituci¨®n de otro de la misma divisa devuelto por inv¨¢lido), desiguales de presencia; 1?, escandalosamente Mocho e inv¨¢lido, resto escasos de pitones y flojos. Todos descastados, de feo estilo y peligrosos, excepto 6?, noblote.Jerezano: pinchazo, estocada perpendicular baja y tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada trasera y dos descabellos (palmas). Manuel de Paz: estocada atravesada contraria y dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada perpendicular y tres descabellos (pitos). Juli¨¢n Zamora, que tom¨® la alternativa: estocada corta y estocada desprendida (silencio); estocada desprendida (oreja). Plaza de Toledo, 10 de junio. Primera corrida de la feria del Corpus. Casi media entrada.
Este bicornillo, para m¨¢s inri y oprobio, estuvo m¨¢s tiempo por los suelos que de pie mientras en el palco se practicaba la tan extendida suerte del dontancredismo. Aquello era tal burda pantomima que incluso la nada exigente afici¨®n toledana mont¨® en c¨®lera y protest¨® con tanta fuerza e inquina como nulos resultados.
As¨ª que Zamora pech¨® con semejante regalo para que el recuerdo de la gloriosa fecha de su alternativa permanezca imborrable en su cabeza, aunque por motivos distintos a los de sus sue?os. Aprovechando una de las veces que sus subalternos levantaron a esa menudencia, la mat¨®. Se desquit¨® con el sandio sobrero, al que extrajo algunos muletazos con ortodoxia y elegancia. A Jerezano jam¨¢s se le apoc¨® el ¨¢nimo y breg¨® con entrega novilleril jug¨¢ndose sus pocas carnes ante el quebranto de la cornada, que se barruntaba pr¨®xima. Pese a ser la primera vez que se vest¨ªa de luces este a?o, mostr¨® tranquilidad, quietud, relajo y hasta provoc¨® el milagro de parir m¨ªnimas luminarias de toreo con su buen manejo de los enga?os en el cuarto.
Manuel de Paz, como buen cal¨¦, entiende la tauromaquia cual expresi¨®n sentimental de pureza y cante jondo, algo imposible con sus maulones. Lo intent¨® sin cosecha alguna en el tercero y sin demasiada convicci¨®n ni moral en el otro.
Babelia
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