Fotograf¨ªa frente a estad¨ªstica
Fue en Par¨ªs, noviembre de 1989, con ocasi¨®n de la exposici¨®n del 500 aniversario de la agencia Magnum, cuando Sebastiao Salgado me comentaba elocuentemente, con la vehemencia de un misionero/militante, su proyecto -entonces en curso- de registrar con su c¨¢mara una minuciosa arqueolog¨ªa del trabajo. No paraba de hablar, y casi era imposible -ante lo congruente de su discurso- replicar, o contrarreplicar. Las cifras las manejaba, y lo sigue haciendo, a la perfecci¨®n; ten¨ªa un esquema minuciosamente estudiado, como la partitura de un m¨²sico, que hab¨ªa de convertir en im¨¢genes. Cuatro a?os m¨¢s tarde, en 1993, una vez terminado su proyecto sobre el trabajo, se manifestaba convencido de que hab¨ªan ca¨ªdo "los modelos de sociedad que utilizaban a la clase trabajadora, pero no la izquierda, que, es una manera de pensar".De las fotos de Salgado, ahora expuestas, ser¨ªa pueril afirmar que est¨¢n perfectamente resueltas, impecables tanto en su factura t¨¦cnica como conceptual, que todos los vientos soplan a su favor, tanto en el terreno de lo pl¨¢stico como en el de la informaci¨®n que nos transmiten. Es una evidencia que nos encontramos ante el proyecto fotogr¨¢fico m¨¢s indiscutible de los ¨²ltimos a?os., Personalmente disiento de que un fot¨®grafo tenga que estar ligado a un proyecto para que tenga carta de naturaleza su obra, si bien ¨¦sta es la receta docente al uso en universidades y centros especializados de EE UU.
Trabajadores
Fotografias de Sebastiao Salgado. Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Madrid. Hasta el 20 de agosto.
Sali¨¦ndonos de la partitura, de los discursos f¨¢ciles, los pies de foto cursis o las cr¨ªticas viscerales, nos encontramos ante una de las producciones fotogr¨¢ficas dise?adas con la precisi¨®n m¨¢s absoluta en todos sus aspectos de las que se hayan realizado, en su g¨¦nero, durante este fin de siglo.
Las 250 fotos ahora expuestas son el resumen de miles y miles de negativos que con el tiempo se vuelven como unos extra?os desconocidos para su autor. Salgado confiesa el hecho de que "cada vez que recurro a la hoja de contactos o una caja de zapatos donde conservo apretadamente mis copias de lectura descubro algo nuevo en cada una de ellas: un personaje, un rostro, un detalle del vestido, etc¨¦tera". Desde los mineros de Sierra Pelada, en Brasil, hasta los mariscadores gallegos, pasando por los cortadores de la ca?a de az¨²car, que siguen con los mismos sistemas de recolecci¨®n del siglo XVII, o la construcci¨®n, en Brest (Francia), del portaaviones nuclear Charles de Gaulle, todas las fotos de Salgado se ajustan a la m¨¢s pura ortodoxia fotogr¨¢fica de la primera mitad del siglo XX.
Como denominador com¨²n, una sobredosis de simbolismo -y de la humanidad/ sensibilidad entra?able de su autor- mezclado con los recursos de los grandes maestros del fotoperiodismo: Eugene Smith, Cartier-Bresson, Robert Capa..., y mucho del discurso visual de Edward Steichen con su arquet¨ªpica Family of man (La familia del hombre). Una mezcla est¨¦tica para la que el rostro es un accidente frente al protagonismo de la actividad.
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