Pasion est¨¦tica y pasi¨®n ¨¦tica
Vivimos tranquilos inmersos en lo conocido del medio que nos rodea y, de pronto, aparece algo hermoso cuyo encanto crece al contemplarlo, nos desborda la empat¨ªa y sentimos la necesidad de investigarlo, conocerlo m¨¢s hasta hacerlo nuestro. Ha nacido la pasi¨®n est¨¦tica, ofrenda ¨ªntegra de s¨ª mismo a lo que seduce. Puede ser esa b¨²squeda de Dios que despierta la pasi¨®n m¨ªstica; descubrir en un libro la idea pol¨ªtica que entusiasma y entregamos nuestra vida para realizarla. Cualquiera que ¨¦sta sea, por la pasi¨®n llegamos a ser hombres, pues, dec¨ªa Joan Mir¨®, es necesario renunciar al Yo artificial y darse a la contemplaci¨®n desinteresada del mundo. ?La tranquila observaci¨®n indiferenciada implica una apat¨ªa, como sospech¨® Nietzsche de la pasi¨®n desapasionada? Coincidimos con Zubiri en que el sentimiento est¨¦tico no lo impulsa un inter¨¦s particular; es funci¨®n gozosa de a dorar pasivamente la existencia como realidad total. Tampoco significa descanso beat¨ªfico, ya que el sentimiento est¨¦tico es un acto por el que penetramos en el secreto de lo real, o sea, global actualizaci¨®n de todo lo que percibimos. Por ello se diferencia de los dem¨¢s sentimientos que son demasiado concretos, como el dolor y la alegr¨ªa, el placer y la tristeza.Ahora bien, el regusto por lo que no atrae no es propiamente un sentimiento, porque ¨¦ste es originariamente ¨ªntimo, subjetivo, sino una pasi¨®n sentimentalizada que, a veces, se pasma, pero siempre participa activamente de la belleza sugestiva, nos aproxima a los seres y a las cosas. Sin embargo, la pasi¨®n est¨¦tica no se entrega a particularidades definidas;, con mirada l¨ªmpida y gozosa, recorre la seductora panor¨¢mica del mundo. Jam¨¢s esta pasi¨®n se deprime, y aunque en su ¨¦xtasis placentero no llegue a la exaltaci¨®n clarividente, conserva siempre la luz racional de su mirada investigadora. Sosten¨ªa el gran poeta Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde que "no hay est¨¦tica sin ¨¦tica", af¨¢n de mejorar el mundo que le llev¨® a renunciar a su c¨¢tedra, solidariz¨¢ndose con el profesor Aranguren, expulsado de su c¨¢tedra de ?tica por las autoridades franquistas.
La pasi¨®n ¨¦tica nace de los sue?os de la raz¨®n ilustrada para perfeccionar la existencia. Conversando en el caf¨¦ Le D¨®me, de Par¨ªs, me dec¨ªa Tristan Tzara, creador del dada¨ªsmo: "Hay que destruir el mundo para reconstruirlo". Tambi¨¦n me confesaba Bergam¨ªn: "La realidad del mundo es una maravilla cuando creemos en ella como si no lo fuera, como si fuera otra: esto es, cuando la irrealizamos po¨¦ticamente". Igualmente, dec¨ªa "cambiar la vida" (Rimbaud), "transformar el mundo", aconsejaba Marx casi al mismo tiempo, movimientos, uno po¨¦tico, otro pol¨ªtico, que manifiestan la pasi¨®n ¨¦tica y la nueva est¨¦tica de la vanguardia que plasm¨® el expresionismo y el surrealismo. El primero aparece hiriente, estremecedor en El grito, c¨¦lebre cuadro del pintor noruego Eduard M¨¹nch, es la pasi¨®n desgarrada que asoma por primera vez en el arte. En el cuadro vemos una figura sin apenas rasgos demostrativos ni ficha topon¨ªmica, pero de su boca desmesuradamente abierta salen los alaridos del contenido dolor. El sonido inarticulado es la verdad clar¨ªsima del primer expresionismo. Wilhem Worringer, en su obra Abstracci¨®n y empat¨ªa (1904), afirma que como todo arte es b¨¢sicamente subjetivo, el artista para expresarse necesita crear una realidad distinta de la que ven nuestros ojos. El mismo Worringer acu?a, por primera vez, la palabra "expresionismo" en la revista Der Sturm. Los pintores expresionistas, como los anarquistas-libertarios, proponen desrealizar el mundo y borrar sus objetividades nocivas. "El placer de la destrucci¨®n es, a la vez, un placer creador", dice el poeta alem¨¢n Heym, la aniquilaci¨®n radical de todo lo existente es el sue?o de su pasi¨®n ¨¦tica. Para hacernos llegar su mensaje ¨ªntimo, estos poetas y pintores quieren descomponer una sociedad insatisfactoria que les produce repugnancia. As¨ª denuncia Johannes Becher: "O Stadt der Schmerzen und Verzweiflung d¨¹stere Zeit" ("?Oh ciudad de dolores y sombr¨ªo tiempo de desesperaci¨®n!").
Desde la aparici¨®n del expresionismo, la est¨¦tica girar¨¢ sobre el centro ¨ªntimo del hombre: "El color es el lenguaje del alma" (Van Gogh). Pero el surrealismo va m¨¢s all¨¢, hasta la ra¨ªz oscura de la subjetividad: la libido ansiosa, el deseo reprimido, los sue?os del inconsciente. En sus manifiestos te¨®ricos no s¨®lo denuncian el malestar que crea una civilizaci¨®n opresiva, tambi¨¦n aspiran a liberar al hombre de las propias prisiones. Por ello, al sentirse encadenado, estalla con esp¨ªritu destructivo. Este nihilismo manifiesta la pasi¨®n ¨¦tica com¨²n al expresionismo y surrealismo, vehemente deseo de sublimar la conciencia del Yo.
Las intenciones ¨¦ticas de la vanguardia art¨ªstica son evidentes: cambiar la sociedad y crear un hombre distinto. El expresionismo no se limita a confesar lo que siente el sujeto y sus estados l¨ªricos; manifiesta una situaci¨®n hist¨®rica del Yo colectivo. Los surrealistas denuncian "el tormento de la materia", como dec¨ªa el m¨ªstico alem¨¢n Jacob Bochme, pues la libido insatisfecha corroe las aspiraciones humanas. ?C¨®mo escapar a estos demonios interiores? Por una ¨¦tica consciente de la pasi¨®n est¨¦tica.
Los expresionistas del Brucke y del Blaue Reiters con la destrucci¨®n de la realidad buscaron restituir el hombre a una objetividad diferente, estableciendo nuevas relaciones entre ellos. La idea de humanidad para los poetas expresionistas es combativa, la lucha por una utop¨ªa materialista: el bienestar de todos los hombres. Con raz¨®n dice Ernst Bloch: "El expresionismo ha buscado siempre expresar lo humano a trav¨¦s de lo inc¨®gnito del Yo", pasi¨®n ¨¦tica que anima su ¨ªmpetu revolucionario. Igualmente, los surrealistas no se contentaron con liberar, mediante versos libres y sue?os pl¨¢sticos, la libido secreta del hombre encadenado. Si al principio de sus investigaciones se lanzaron a la conquista de un m¨¢s all¨¢ trascendente, el Absoluto, m¨¢s tarde descendieron a los abismos oscuros del Yo, para iluminarlo y racionalizarlo. Ya no pretender¨¢n s¨®lo dar libertad a los deseos ocultos, a los sue?os secretos, sino que buscan concientizar el inconsciente, vivir los sue?os, hacer real la irrealidad, para que el hombre pueda superar la antinomia que le desgarra en la sociedad actual: objetividad esplendorosa y subjetividad m¨ªsera. El tormento del deseo infinito cesa cuando se alcanza esta serenidad luminosa de la conciencia reflexiva. "Que el hombre se descubra, que se conozca, y entonces se sentir¨¢ capaz de apoderarse de todos los tesoros espirituales y materiales de los que se encuentra completamente privado" (Paul Eluard).
Lo surreal no es m¨¢s que una realidad desconocida, y la pasi¨®n ¨¦tica lucha por descubrir el misterio que todos los seres humanos llevamos escondido, y arrojado en nuestros laberintos. interiores. Esta racionalidad del inconsciente colectivo har¨¢ que en el futuro, a¨²n lejano, seamos hombres liberados por la conciencia de nuestros deseos, y capaces de realizarlos sin l¨ªmites ni escr¨²pulos. Nos veremos unos a otros sin ocultaciones, tal como somos realmente. ?sta es la revoluci¨®n ¨¦tica de la pasi¨®n est¨¦tica.
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