Noche y aurora
Los planes para las noches de San Ferm¨ªn no se organizan de antemano en Pamplona, sino que van surgiendo en el transcurrir de las horas nocturnas, que no comienzan con la ca¨ªda del sol, sino con las copas poscena. Este banquete nocturno s¨ª suele ser organizado y presentarse copioso y bien regado.Ya en la calle, uno se sumerge en el ambiente de m¨²sicas, danzas, ruido, disputas, bromas y escenas nada usuales. Desde el beodo con gracia al patoso, que tambi¨¦n los hay; desde la natural alegr¨ªa de los a?os j¨®venes al triste deambular de viejos mendigos. A ratos se escuchan entremezcladas m¨²sicas aut¨®ctonas con las de rock; notas que impulsan el movimiento, unas veces r¨ªtmico y otras a lo loco. Vendedores ambulantes de mercanc¨ªas que no sirven para nada. El colorido de globos y pa?uelos. Puestos de bocadillos que no s¨¦ qui¨¦n los podr¨ªa comer.
Entrar y salir de bares, cuyas luces amarillean las calles. Dentro, masas de gentes uniformadas de blanco-sucio, con el vaso en la mano y nada quietas. C¨¢nticos, voces. Para entenderse se precisa pegar gritos. Hay establecimientos que expenden whisky en vaso de pl¨¢stico a precio de la Costa Azul. De una situaci¨®n se pasa a otra: un faquir ejerciendo; un divo cantando a Verdi; solos de chistu y saxof¨®n; se esquiva una vomitona; quiz¨¢ haya que tomar un caldo para entonarse; ya no sirven caf¨¦s ni en Colombia.
Hace a?os, un prestigioso ganadero lidiaba por primera vez sus toros en Pamplona y le entr¨® verdadera obsesi¨®n por presenciar el encierro. Viaj¨® a Pamplona con mucha antelaci¨®n. La v¨ªspera de la corrida, amigos pamploneses le obsequiaron con una cena y despu¨¦s dieron un paseo por el casco antiguo. Andando, percibieron las luces del nuevo d¨ªa, y ser¨ªa la del alba cuando las campanas de un convento tocaron a misa. Se dirigieron hacia donde sonaban y llegaron a una plazoleta donde hab¨ªa hombres j¨®venes y maduros en paciente espera frente a una casa de las llamadas de vicio y fornicio. En el grupo conviv¨ªan todas las ideolog¨ªas y clases sociales. El alba, las campanas, la casa, el grupo, "?co?o, qu¨¦ aguafuerte; esto no se ve todos los d¨ªas!", dijo el ganadero.
Alguno de los sensatos record¨® que se acercaba la hora del encierro y hab¨ªa que ir a la plaza para ver los toros del ganadero debutante. "Ahora vamos", respondi¨® ¨¦ste. Cundo son¨® el cohete, le hab¨ªa tocado el turno. Y no vio el encierro.
es director de la Casa de Misericordia de Pamplona.
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