A Ojos de la polic¨ªa los ladrones son unos buenos chicos
La obstinaci¨®n permitio recuperar el coche sin pagar el rescate de 400.000 pesetas exigido
La b¨²squeda del coche que el lunes nos robaron en Vitez los milicianos croatas Ferdo y Borko nos permiti¨® descubrir el mi¨¦rcoles que el autom¨®vil estaba entre Plinio y Sam Spade. El periplo bajo la lluvia nos llev¨® por caminos embarrados, a un lado y otro del Lasva, y a Novi Travnik, donde una mujer confes¨® haber visto el veh¨ªculo. Escudri?amos en jardines y garajes. Pero todo fue in¨²til. Pas¨® el d¨ªa en blanco, entre lluvia, estruendos de artiller¨ªa y caf¨¦s en las casas de los vecinos. A las siete volvimos a la comisar¨ªa de Nova Bila. Los agentes no sab¨ªan nada. Lo que s¨ª sab¨ªan es que Ferdo y Borko eran "buenos chicos".El comisario triste y taciturno, el de Nova Bila, asomado a la ventana de su vivienda, salud¨® afectuoso. Comparti¨® su perplejidad por la falta de noticias y prometi¨® que ver¨ªamos a Yellow, el mafioso local. Volvimos a la primera de las comisar¨ªas. El jefecillo parec¨ªa contento: "Mafiana tendr¨¢n su coche. Hay un 90% de posibilidades".
El jueves ya no llov¨ªa, pero el fr¨ªo se hab¨ªa quedado entre las colinas del Lasva. En la comisar¨ªa de Nova Bila se rieron al vernos. Pero no hab¨ªa rastro de Yellow. Como siempre, estaba "en la batalla, en primera l¨ªnea". Insistieron en que el caso pertenec¨ªa a la jurisdicci¨®n de Vitez, que ellos no pod¨ªan hacer nada. Pero ya no est¨¢bamos dispuestos a servir de pelota de trapo a una pandilla de polic¨ªas corruptos y atemorizados. Exigimos ver a Yellow, a los ladrones o a quien fuera. Se acabaron las risas.
Volvieron a marcharse el comisario y el investigador criminal, y regresaron con dos j¨®venes. Acerca de uno de ellos no nos qued¨® duda. Era uno de los asaltantes. Del segundo tuvimos dudas, que empezaron a desvanecerse en cuanto, sentado en un jerg¨®n, empez¨® a juguetear con el gatillo de su kal¨¢shnikov. El comisario se encarg¨® de precisar, que aquellos muchachos eran combatientes. Se nos ocurri¨® preguntar desde cu¨¢ndo estaban combatiendo. El interpelados abalanz¨® en tromba y me arreo un bofet¨®n.
Presentamos una denuncia poniendo a todos los polic¨ªas por testigos. El destacamento de cascos azules brit¨¢nicos empez¨® a mostrar preocupaci¨®n a partir de la segunda agresi¨®n. Protest¨® contundentemente ante la oficina de prensa del Consejo de Defensa Croata (HVO), exigi¨® que el coche fuera devuelto de inmediato y nos sugiri¨® que nos mud¨¢ramos de residencia. Los asaltantes sab¨ªan d¨®nde viv¨ªamos. A media ma?ana se present¨® en la oficina de prensa de los brit¨¢nicos una delegaci¨®n de la comisar¨ªa de Nova Bila. El precio para recuperarlo: 400.000 pesetas en marcos alemanes. "No hay trato", respondimos.
La noche del viernes hab¨ªa ca¨ªdo con su habitual espesura sobre Vitez. Un manto de alquitr¨¢n. Dos muchachos demasiado nerviosos llamaron a la puerta del centro de prensa brit¨¢nico. Ven¨ªan de parte del HVO. Si quer¨ªamos, recuperarlo deb¨ªamos acudir de inmediato a Nova Bila. Tanto a Peter Bullock, el capit¨¢n del centro de prensa, como a nosotros, nos escam¨® tanta premura. Sin escolta no ir¨ªamos. Accedieron a traerlo.
En cuanto desaparecieron, el capit¨¢n Peter Bullock prepar¨® el operativo. Los soldados se pusieron los chalecos antibala y el casco. Parec¨ªa una pel¨ªcula. El soldado de guardia dio la alerta. Nuestro coche llegaba escoltado por un veh¨ªculo policial y el del HVO. Salieron los cascos azules. Al cabo de unos minutos, nos llamaron.
Con una linterna de bolsillo examinamos el veh¨ªculo. Del exterior hab¨ªan desaparecido las placas de Udine y las iniciales TV, trazadas con cinta aislante a los costados y en el cap¨®. Del interior faltaban una c¨¢mara, dos objetivos, una calculadora, tres bidones de gasolina y el tabaco para ganarse el favor de los puestos de control. El dep¨®sito de gasolina estaba casi vac¨ªo. En el maletero, dos botas de un miliciano croata, olvidadas, parec¨ªan un chiste que no entendimos. Una mano que sali¨® de las sombras nos dio la llave, la int¨¦rprete mascull¨® una sentida disculpa y la noche los devor¨® a todos.
El s¨¢bado abandonamos el lugar con una escolta blindada brit¨¢nica hasta el cuartel de los soldados espa?oles en Medujgorje, camino de Mostar y Split para volar desde all¨ª a Sarajevo. Nunca olvidaremos Vitez.
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