La 'mili' de 1995
EL PASADO 9 de julio, en su ¨²ltima reuni¨®n antes delcambio de Gobierno, el Consejo de Ministros aprob¨® el nuevo reglamento de reclutamiento para el servicio militar. Su denominaci¨®n ya da idea de sus limitaciones: se trata de la norma que regula el modo en que los j¨®venes son reclutados para incorporarse a las Fuerzas Armadas; no la que define las condiciones en que deben cumplir su servicio en filas. Esta ¨²ltima materia ser¨¢ objeto de otro reglamento, para cuya aprobaci¨®n no hay todav¨ªa fecha prevista pese a que la ley de la mili lleva 19 meses en vigor.Cabe, por tanto, una primera cr¨ªtica al Ministerio de Defensa, por haberse mostrado m¨¢s interesado en perfeccionar los sistemas de reclutamiento de los soldados que en regular sus condiciones de vida en el cuartel. Ambas normativas pod¨ªan haberse tramitado, al menos, de forma paralela. Si importante es simplificar los m¨¦todos de reclutamiento -la concesi¨®n de pr¨®rrogas y los sistemas de exclusi¨®n o exenci¨®n de la mili-, tanto o m¨¢s lo es fijar con exactitud qu¨¦ puede, o no, hacer el recluta mientras cumple el servicio militar y de qu¨¦ manera debe aprovechar esos meses de su vida dedicados a la defensa nacional.
La inveterada sensaci¨®n de que la mili conlleva un m¨ªnimo aprovechamiento o una gran p¨¦rdida de tiempo no ha desaparecido en absoluto entre los j¨®venes. De ah¨ª que establecer claramente los derechos y deberes del soldado y acabar con los abusos y novatadas al uso en los cuarteles constituya un objetivo urgente, aunque s¨®lo sea en raz¨®n de atenuar en lo posible la prevenci¨®n o el miedo que muchos j¨®venes manifiestan ante el servicio militar. Incluso ayudar¨ªa a hacer m¨¢s eficaces medidas tan positivas como la obligatoriedad del reconocimiento m¨¦dico de todos los reclutas, y no s¨®lo de los que aleguen alguna enfermedad, acordadas por el nuevo reglamento aprobado. El caso del soldado recientemente juzgado en Madrid por haber dado muerte a dos compa?eros muestra las tr¨¢gicas consecuencias que, a veces, provocan las novatadas o un ambiente cotidiano excesivamente tenso. Cualquier error de apreciaci¨®n m¨¦dica, sobre todo en el terreno de las dolencias ps¨ªquicas, puede resultar fatal en el clima de la vida cuartelera.
Pero el nuevo reglamento tiene otras novedades: el condicionamiento de las pr¨®rrogas por estudios al expediente acad¨¦mico y el endurecimiento del cuadro m¨¦dico de las exclusiones. En realidad, se trata de equilibrar el modelo actual de la prestaci¨®n del servicio militar, m¨¢s flexible y racional que el que ha estado vigente entre 1984 y 1991, con un sistema de exenciones y exclusiones m¨¢s riguroso.
Con la primera de las medidas se trata de evitar que baste con matricularse en cualquier centro de estudios para ir aplazando la incorporaci¨®n a filas hasta quedar totalmente eximido al cumplir los 30 a?os. Con la segunda se pretende que anomal¨ªas f¨ªsicas que no impiden el desarrollo de una actividad laboral normal -la miop¨ªa leve o los pies planos- no puedan servir como excusa para librarse de un deber general. En todo caso, el primer requisito s¨®lo comenzar¨¢ a exigirse en 1995, cuando quienes hoy tienen 17 a?os pidan su primera pr¨®rroga por estudios. Y el segundo no tiene fecha de aplicaci¨®n: ser¨¢ la que fijen las "disponibilidades presupuestarias". Lo cual hace m¨¢s sorprendentes las prisas del Ministerio de Defensa en a robar este reglamento y su lentitud, en cambio, en sacar adelante el que regule la vida cotidiana en los cuarteles.
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