FBI, la mano que mueve los hilos
Un presidente de EE UU se atreve a destituir por primera vez en la historia al director del servicio de investigaci¨®n m¨¢s poderoso del mundo
Rev¨ªsense los momentos clave de la historia norteamericana de esta ¨²ltima mitad de siglo. Segunda Guerra Mundial, asesinato del presidente Kennedy, liderazgo de Martin Luther King, movimiento de los Panteras Negras, Watergate. Rev¨ªsense con detenimiento esos acontecimientos y se encontrar¨¢ en todos ellos la poderosa mano del Bur¨® Federal de Investigaci¨®n, cuyas legendarias siglas, FBI, son tan conocidas en el mundo como las de la ONU, la CIA o la OTAN.En la historia del servicio de investigaci¨®n m¨¢s grande del mundo, Bill Clinton acaba de lavar otro jal¨®n: por primera vez un presidente se ha atrevido a destituir a un director del FBI. El nombramiento esta semana de Louis Freeh, una r¨¦plica del sacrificado Elliott Ness, coincide, adem¨¢s, con el omento en que una agencia desprestigiada y confundida obre su actual papel tendr¨¢ que definir sus objetivos en esta poca de posguerra fr¨ªa.
"El trabajo de Frech ser¨¢ el enfocar el futuro del FBI, recuperar el respeto de la instituci¨®n y levantar la moiral de los agentes", afirma el portavoz de prensa del Bur¨®, Charles Manigo. Louis Freeh, un antiguo gente que alcanz¨® relevancia por desmantelar en los a?os ochenta la banda de narcotraficantes conocida como Pizza Connection, suceder¨¢ en el caro a William Sessions, que deja tras s¨ª una imagen de corrupi¨®n que empa?a actualmente a todo el FBI.
Pese a todo el esc¨¢ndalo que ha rodeado a este Bur¨® desde que John Edgar Hoover hizo de ¨¦l un reino privado y temible durante 48 a?os (19241972), el FBI, fundado en 1908 para investigar los conflictos de tierras en el lejano Oeste, sigue todav¨ªa fascinando a los norteamericanos. Cada ma?ana, largas colas e turistas se forman en la PennsyIvania Avenue de Washingon, donde est¨¢ situado el cuartel general, para recorrer las salas onde se exhibe la historia y los medios de sta fuerza de 19.000 nombres. All¨ª est¨¢n as fotos de los c¨¦lebres bandidos de los a?os veinte, John Dilinger, George Ameralladora Kelly, Lloyd el Bonito, Bonrrow. Tambi¨¦n pueden verse im¨¢genes de las c¨¦lulas nazis desmontadas durante la Il Guerra Mundial y de los esp¨ªas comunistas detenidos durante la guerra fr¨ªa, el primer sistema de identificaci¨®n de huellas di gitales de 1924, un archivo que incluye m¨¢s de 100 millones de nombres, y las armas utilizadas durante d¨¦cadas por los agentes a los que el sindicato del crimen del Chicago de los a?os treinta bautiz¨® como G-men (Government men). Lo que no aparece en la exposici¨®n del cuartel general son otras p¨¢ginas mucho m¨¢s oscuras del pasado del FBI, empezando por la persona que todav¨ªa da nombre a ese edificio, J. Edgard Hoover.
Hoover, que dirigi¨® la instituci¨®n hasta su muerte, fue considerado durante cuatro presidencias el hombre m¨¢s poderoso de Estados Unidos. Se jactaba de tener pruebas sobre los vicios y los secretos de miles de personalidades p¨²blicas. Una investigaci¨®n llevada por el Senado despu¨¦s de que acabara su mandato demostr¨® que Hoover hab¨ªa vendido favores pol¨ªticos a Roosevelt, Kennedy, Johnson y Nixon, quienes, a cambio, hab¨ªan ocultado las org¨ªas sexuales y m¨²ltiples extravagancias y delitos protagonizados por Hoover, y que se han conocido hace apenas un a?o.
Durante los a?os sesenta, el FBI utiliz¨® todos los medios para acabar con las organizaciones de tendencia izquierdista y de defensa de los derechos de los negros. La t¨¢ctica favorita de los hombres de Hoover era la de infiltrarse en esos grupos para orientarles hacia la violencia y otras actividades ilegales. En 1975, un comit¨¦ del Senado concluy¨® que el FBI hab¨ªa cometido abusos de poder y que hab¨ªa investigado ilegalmente las vidas privadas de decenas de miles de norteamericanos.
Edgard Hoover trat¨® tambi¨¦n de desprestigar a Martin Luther King, a quien comprometi¨® en un caso de infidelidad conyugal, y desvi¨® la investigaci¨®n del asesinato de Kennedy exclusivamente hacia la pista de Oswald, para lo que destruy¨® pruebas que hubieran abierto otra v¨ªa de indagaci¨®n.
Cuando, a comienzos de los a?os setenta, muerto Hoover, la presi¨®n de la sociedad parec¨ªa conducir al FBI por un camino m¨¢s honesto, se descubri¨® que el nuevo director, Patrick Grey, hab¨ªa destruido documentaci¨®n de la Casa Blanca que podr¨ªa haber sido utilizada contra Richard Nixon en el episodio del Watergate.
Tras ese nuevo esc¨¢ndalo, el papel del FBI qued¨® ya siempre en duda, hasta que Ronald Reagan nombr¨® a William Sessions, un juez con un historial limpio y cuya bandera era la revoluci¨®n ¨¦tica de la instituci¨®n. El lamentable final de Sessions, que se cay¨® de bruces en la puerta del Departamento de Justicia poco despu¨¦s de conocer su destituci¨®n, habla por s¨ª solo del fracaso de su misi¨®n.
Al nombrar a Freeh, Bill Clinton le pidi¨® que "abra el FBI a las minor¨ªas y las mujeres". El FBI, una de las instituciones m¨¢s conservadoras de Estados Unidos, no admiti¨® mujeres hasta 1973. Pero, sobre todo, este Bur¨® tiene que encontrar la manera de utilizar su presupuesto de 1.300 millones de d¨®lares para combatir a sus enemigos de hoy: las pandillas callejeras, que dejan a Al Capone al nivel de un aprendiz; las bandas de narcotraficantes; el terrorismo internacional, y la delincuencia de cuello blanco.
Hoy, un tercio de las detenciones que realiza el FBI se llevan a cabo gracias a la informaci¨®n que facilitan los espectadores del programa Los fugitivos m¨¢s buscados, un espacio hecho por el servicio de relaciones p¨²blicas del Bur¨® y que constituye uno de los grandes ¨¦xitos de la televisi¨®n.
El terrorismo de signo pol¨ªtico, antes inexistente en Estados Unidos, se ha convertido en una de las principales preocupaciones del FBI. En los ¨²ltimos d¨ªas se han desarticula
Aunque dependiente formalmente del Departamento de Justicia, el FBI siempre ha hecho de su independencia pol¨ªtica una garant¨ªa de su buena labor. La destituci¨®n de Sessions despert¨® en la oposici¨®n republicana el temor de que Clinton acabe con esa independencia, que hasta ahora s¨®lo ha sido garant¨ªa de su impunidad.
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