Nacimiento de la democracia
Estuve hace unas semanas en Abiy¨¢n para participar en un coloquio sobre agricultura organizado por el Frente Popular Marfile?o, cuyo l¨ªder no es otro que Laurent Gbagbo, socialista, eterno competidor del presidente F¨¦lix Houphouet Boigny y a quien el Gobierno de ¨¦ste mand¨® no hace mucho a la c¨¢rcel con un pretexto falso. Participaci¨®n nutrida, atenta, debates abundantes, apasionados, estructurados a partir de cuestiones pertinentes: intelectuales, militantes, pero tambi¨¦n campesinos y observadores. Un extraordinario ambiente, tanto de seriedad como de tolerancia, en el que experiment¨¦ la profunda, emocionada sensaci¨®n de presenciar unos pasos democr¨¢ticos, sin reforma constitucional ni proclamaci¨®n acalorada. Algunos hechos bastaron para demostrarlo.En la sesi¨®n inaugural, dos vicepresidentes de la Asamblea Nacional, pertenecientes ambos a la mayor¨ªa, as¨ª como dos directores de gabinete de ministros, fueron acogidos como corresponde por el l¨ªder de la oposici¨®n. En el transcurso del debate que sigui¨® a mi intervenci¨®n me vi inducido a decir: "Saben que soy amigo de Gbagbo. Saben que s¨¦ que ser¨¢ candidato en las pr¨®ximas presidenciales contra Houphouet Boigny. Saben que yo s¨¦ que ¨¦ste orden¨® su encarcelamiento. Saben que deseo su victoria y, no obstante, no acepto que expresen ciertas cr¨ªticas contra el actual presidente. Den una vuelta por ?frica y ver¨¢n lo raro que es encontrar una capital que tenga aspecto de ciudad, que es que exista una red de carreteras, una red el¨¦ctrica, una red telef¨®nica, y que funcionen. No luchen contra el pasado, sino por el futuro, no la tomen con el presidente aunque piensen que ha llegado el momento de que se vaya, luchen contra sus herederos abusivos, es para perjudicarlos por lo que hace falta que Gbagbo obtenga la victoria". La sala aplaudi¨®. No dir¨¦ que con entusiasmo. Confirm¨® una evidencia, pero una de esas evidencias que es muy dificil admitir en el combate electoral.
La misma tarde de la inauguraci¨®n me invitaron a intervenir durante 12 minutos en el programa estrella de la televisi¨®n oficial. Preguntas pertinentes, respuestas libres. Y, al d¨ªa siguiente por la ma?ana, los peri¨®dicos gubernamentales daban cuenta de la reuni¨®n y de los debates.
El segundo d¨ªa se abordaron el problema territorial, el fiscal y la existencia en el extranjero de cr¨¦ditos privados que equivalen a tres quintas partes de la deuda p¨²blica y le faltan a la econom¨ªa nacional, tan ¨¢vida de inversiones. Hubo acusaciones contra los acaparadores y contra los que depositan sus bienes, mal adquiridos, en Suiza. Pero se trat¨® sobre todo de la elaboraci¨®n de una reforma del suelo. Se trataron la reconstrucci¨®n del sistema bancario y las deducciones fiscales que disuaden a los inversores. Se plante¨® una cuesti¨®n a la que habr¨¢ que dar respuesta para que regresen los capitales: Gbagbo se hizo eco de las deliberaciones del comit¨¦ directivo de su partido, que ha decidido que cuando llegue el momento no emprender¨¢ una caza de brujas. Crear al mismo tiempo las condiciones de seguridad y de equidad que animen a cada cual a trabajar o a invertir. Aplausos.
En la clausura del coloquio, Gbagbo y yo ¨¦ramos los encargados de sacar las conclusiones de la reuni¨®n. Manifest¨¦ la impresi¨®n que sacaba de ese debate que se hab¨ªa desarrollado como un rito inici¨¢tico, en el que todo el mundo ense?aba lo que hac¨ªa falta saber para gobernar. "Al criticar como lo merecen a quienes han faltado en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos a las reglas m¨¢s elementales de honestidad, han hecho juramento de virtud. ?Est¨¢n seguros de que, una vez en el poder, respetar¨¢n todas esas reglas cuya infracci¨®n reprochan a los dem¨¢s?"... Denso silencio... "Al discutir como han discutido, con pasi¨®n y serenidad, han dado ejemplo de lo que es la democracia. Est¨¢ en la alternancia. Est¨¢ en la no perennidad y, por consiguiente, en la relatividad del poder. En una democracia, un oponente que critica sabe que pronto estar¨¢ en el poder, critica de otra manera, como responsable. Y el que est¨¢ en el poder act¨²a de una manera diferente a como lo har¨ªa si creyera en la perennidad de su poder: con respeto a la oposici¨®n sabiendo que ¨¦l formar¨¢ ma?ana parte de ella. Respeta al otro porque sabe que, en t¨¦rminos de poder, pronto ser¨¢ ese otro".
No fueron los aplausos lo que me sorprendi¨® aqu¨ª, sino, nuevamente, la intensidad del silencio, como si cada cual encontrara en ello el pretexto para una introspecci¨®n, para un firme prop¨®sito: gobernar en la conciencia de la continuidad del poder y de la alternancia de los que lo ejercen.
Y Laurent Gbagbo tom¨® la decisi¨®n de organizar el a?o que viene, en la misma ¨¦poca, un coloquio sobre, "los recursos humanos": educaci¨®n, demograf¨ªa, condici¨®n y papel de la mujer, sanidad p¨²blica, sida... As¨ª es, estudiando p¨²blicamente los problemas despu¨¦s de haberlos preparado, c¨®mo Laurent Gbagbo y el Frente Popular Marfile?o se preparan para las responsabilidades que reivindican y esperan. ?La pol¨ªtica como pedagog¨ªa! No digo que no celebren en ciudades y pueblos m¨ªtines enfervorizados. Digo que, cada a?o, eligen un tema esencial y lo trabajan para poder discutirlo p¨²blicamente con relevancia. ?Cu¨¢ntos partidos socialistas hay en Europa que consagren sus reuniones y otras cosas a algo que no sea la conquista o la conservaci¨®n del poder? Cuando se nos plantean tantos problemas en una sociedad en transformaci¨®n, queremos que el pueblo nos conf¨ªe el poder sin que le digamos por qu¨¦ motivos ni con qu¨¦ objetivos.
Estoy seguro de que, ante el espect¨¢culo de estos debates y estas disciplinas, el presidente Houphouet Boigny se pregunta, ¨¦l, que quiere a su pa¨ªs, qui¨¦n es m¨¢s digno de ser sucesor, si su aspirante legal o este aspirante que demuestra su legitimidad con su tolerancia y su esfuerzo. Los caminos de la democracia, tanto en ?frica como en Europa del Este y en nuestros pa¨ªses, en Europa occidental, son menos formales de lo que pretendemos, porque la democracia es m¨¢s un esp¨ªritu y una pr¨¢ctica que un texto y un modo de organizaci¨®n.
Cada pa¨ªs debe inventar lo que mejor asegure para hoy y ma?ana los derechos del hombre, la responsabilidad, el desarrollo de la sociedad en la alternancia, donde el militante m¨¢s seguro est¨¦ convencido de que cada uno no est¨¢ en posesi¨®n m¨¢s que de una parte de la verdad. Pero con la condici¨®n de que se tenga lo esencial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.