El pr¨ªncipe Alberto ser¨¢ el nuevo monarca de B¨¦lgica
El heredero sorprendi¨® anoche a los que esperaban que abdicara en favor de su hijo Felipe
El pr¨ªncipe Alberto, hermano del rey Balduino, decidi¨® ayer asumir la corona de B¨¦lgica, en cumplimiento de la Constituci¨®n, que le sit¨²a en el primer puesto en la sucesi¨®n. En contra de la mayor¨ªa de los pron¨®sticos, que apostaban por su renuncia en favor del duque de Brabante, su hijo Felipe, Alberto de Lieja decidi¨® hacer uso de sus derechos, en un gesto que ha sido inmediatamente interpretado como de normalidad constitucional y mensaje tranquilizador para los belgas. Alberto II prestar¨¢ juramento ante el Congreso de la Naci¨®n (senadores y diputados) antes de 10 d¨ªas.
Los belgas temen por el futuro. Basta con escuchar los corrillos formados desde primeras horas de la ma?ana ante el Palacio Real, en el centro de Bruselas, para comprender que daban por abierto un per¨ªodo de incertidumbre para este reino con s¨®lo 172 a?os de existencia, que acaba de constituirse en Estado federal.El quinto rey de los belgas, Balduino I, era el principal v¨ªnculo de uni¨®n entre los ciudadanos de este pa¨ªs, "el ¨²ltimo belga" incluso, seg¨²n expresi¨®n popular. Su vida, atormentada desde la infancia, se identifica hasta tal punto con la B¨¦lgica contempor¨¢nea y con sus avatares, que a los belgas se les hace dif¨ªcil pensar en un sucesor que d¨¦ la talla de la tarea inmensa que tiene ante s¨ª y que consiga mantener la unidad como lo ha hecho Balduino durante cuarenta a?os.
Entre los m¨¦ritos hist¨®ricos que habr¨¢ que anotar en el haber del rey desaparecido se halla la recuperaci¨®n del prestigio y de la funci¨®n real tras el par¨¦ntesis desencadenado por la invasi¨®n alemana y la capitulaci¨®n de su padre, Leopoldo III, comprendida por una parte del pa¨ªs como un gesto de colaboraci¨®n. Tambi¨¦n su papel moderador y unificador ante las tendencias disgregadoras de este peque?o pa¨ªs donde conviven tres lenguas (franc¨¦s, neerland¨¦s y alem¨¢n) y dos comunidades fuertemente diferenciadas (flamencos y valones).
Los veinte a?os de reformas constitucionales, que han transformado B¨¦lgica en un Estado federal, no se comprenden sin los buenos oficios de este rey discreto y silencioso, pero activo. Sus regulares discursos de fin de a?o o con motivo de la fiesta nacional, redactados pr¨¢cticamente de su mano y con ideas propias, han ido marcando la l¨ªnea de flotaci¨®n de la vida pol¨ªtica. El ¨²ltimo, pronunciado como todos en las tres lenguas de B¨¦lgica el pasado 21 de julio, d¨ªa de la fiesta nacional, reclamaba moderaci¨®n, esp¨ªritu de di¨¢logo y "civismo federal" a sus conciudadanos, en una expresi¨®n acu?ada justo al coronar la reforma federal y que est¨¢ destinada a convertirse en parte importante de su testamento pol¨ªtico.
Los belgas saben, por tanto, que ser¨¢ dificil sustituir a un hombre que hab¨ªa llegado a una profesionalidad y a un rigor en el ejercicio de su trabajo de dif¨ªcil parang¨®n entre sus pares. En la formaci¨®n de gobiernos de coalici¨®n, en la resoluci¨®n de las largas y laber¨ªnticas crisis pol¨ªticas v en el dif¨ªcil equilibrio entre comunidades se notaba la mano del rey, reconocido por todos como el primer polit¨®logo del pa¨ªs.
Incluso en la extra?a resoluci¨®n de la crisis producida por su objeci¨®n de conciencia ante la ley del aborto, que llev¨® a su incapacitaci¨®n durante dos d¨ªas, los belgas hallaron finalmente m¨¢s una estratagema para compaginar la democracia y el derecho personal del rey a actuar en conciencia, que un motivo de inquietud.
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