Serbia, robar para sobrevivir
Ahorr¨® dinero durante m¨¢s de un ano para comprarse un ordenador, pero lo gastar¨¢ en una estufa de le?a. "No puedo pemitir que mi hija tenga fr¨ªo", dice Milan, profesor de historia, tras leer las previsiones para el pr¨®ximo invierno en Be1grado: la calefacci¨®n central no superar¨¢ los cinco grados para que los radiadores y los tubos no se rompan. La red el¨¦ctrica podr¨ªa fallar si la gente enchufa masivamente sus estufas. Las autoridades municipales consuelan a los dos millones de habitantes de la capital prometiendo que calentar¨¢n los polideportivos y otras grandes salas que acoger¨¢n a la gente. Los ciudadanos acuden a escondidas a los parques de Belgrado para cortar ramas.Milan es afortunado. Su sueldo, unas 2.400 pesetas mensuales, no basta para dar de comer a la familia, pero su madre le env¨ªa alimentos desde el campo. Mientras, los comerciantes marcan nuevos precios cada dos o tres d¨ªas. La inflaci¨®n diaria alcanza un 2%.
Ruzica, jubilada hace 20 a?os, acude todos los d¨ªas al parque Kalimegdan para conversar con otros pensionistas. "Prefiero no quedarme en casa porque siempre me da hambre y un kilo de carne -cuesta la mitad de mi pensi¨®n". Los 1,2 millones de jubilados serbios representan el grupo m¨¢s afectado por la crisis. Los m¨¢s pobres gozan de ciertos privilegios: reciben az¨²car, aceite, harina y detergente a un precio controlado por el Estado. Basta conocer a los distribuidores para adquirir esos productos y venderlos en el mercado negro.Hurgar entre la basura
En la plaza de las, Flores, pensionistas y pobres se juntan todas las noches para hurgar entre la basura. "Antes lo hac¨ªan a escondidas", dice el dentista Jovanovic, vecino de la plaza. El doctor Jovanovic cobra 15 marcos alemanes (1.200 pesetas) por un empaste, o sea, la mitad de un salario medio. "Aqu¨ª nadie. paga con dinares. Todo se cobra en marcos".
La depreciaci¨®n del dinar yugoslavo es tal que los economistas prev¨¦n su desaparici¨®n f¨ªsica: habr¨¢ trueque, bonos y marcos con los que, en los ¨²ltimos meses, se han creado enormes fortunas. De hecho, Belgrado emiti¨® ayer un nuevo billete de 100 millones de dinares, que equivele a dos d¨®lares en el mercado negro.
Las sanciones contra Serbia no proh¨ªben la importaci¨®n de ,medicinas, pero no hay divisas para comprarlas. Las farmacias subvencionadas est¨¢n vac¨ªas; en cambio, en las privadas, hay de todo, hasta medicamentos donados por las organizaciones humanitarias. El precio de una medicina suele alcanzar una pensi¨®n media o la mitad del salario.
El cierre masivo de las f¨¢bricas ha dejado a m¨¢s de 700.000 personas en vacaciones forzosas, eufemismo del despido pagado por el Estado. Muchos se dedican entonces al mercado negro. Jovan, controlador de vuelo, no esconde su verg¨¹enza: "Todas las semanas voy a Ruman¨ªa. Traigo gasolina y papel higi¨¦nico. Revendi¨¦ndolo, gano unos 200 marcos al mes. As¨ª mi familia puede comer".
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