Lo que he visto
en la prensa referente a Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo me ha suscitado una serie de reflexiones.Durante muchos a?os Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo ha sido catedr¨¢tico de Universidad, lo que significa que recib¨ªa un sueldo del Estado sacado del dinero de todos los espa?oles. Hubo un par¨¦ntesis en el que se gan¨® la vida dando clases particulares, lo que supone que recib¨ªa el dinero directamente del alumno, al margen del Estado, y sin tener que pagar impuestos. Cuando pudo volver a su c¨¢tedra lo hizo, aunque ten¨ªa la posibilidad de haber seguido con las clases particulares.
Otra reflexi¨®n es que el ser buen ciudadano consiste en no tirar papeles al suelo cuando andamos por la calle, no armar ruidos excesivos cuando estamos en casa para no molestar a los vecinos, no arrancar las flores de los parques para que todos las puedan disfru
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tar. Pero es que adem¨¢s consiste en pagar impuestos porque as¨ª, con ese dinero de todos los espa?oles, el Estado puede pagar a los profesores de Universidad, de ense?anza media y de ense?anza b¨¢sica. Hubo una ¨¦poca en algunos pueblos en que los ni?os iban a la escuela con un trozo de le?a para poder encender el fuego, y los padres de los ni?os, de vez en cuando, regalaban al maestro unos huevos, algo de chorizo o un poco de verdura. Este sistema funcionaba al margen del capital, del Estado y de la banca, pero habr¨ªa que conocer la opini¨®n del maestro.
Es verdad que con los fondos p¨²blicos tambi¨¦n se financia la compra de armamento, las visitas del Papa y la construcci¨®n de pasos subterr¨¢neos que fomentan la industria del autom¨®vil. Pero es que la intenci¨®n de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo no es no pagar impuestos, sino pagarlos pero con el dinero de los dem¨¢s y no con el suyo propio.
Otra cuesti¨®n es que hay algunas personas -entre las cuales me cuento- a quienes la burocracia supone un engorro insufrible y entorpece lo que Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo llama "la producci¨®n de obras para el p¨²blico", en lo cual entra -es de suponer- cualquier tipo de perfeccionamiento profesional y afecta por igual a un m¨¦dico, a un profesor y a un cient¨ªfico, pues lo que ellos hacen tambi¨¦n es para el p¨²blico. Por ello recurrimos a gestor¨ªas y similares.
Sea como fuere, a Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo no le han salido bien las cuentas y ahora se encuentra con un caser¨®n a medio arreglar. Le queda, pues, la posibilidad de poner el caser¨®n en venta, y mientras encuentra comprador, que llegue a un acuerdo con Hacienda para ir pagando la deuda a plazos, plazos que puede pagar a trav¨¦s de la misma entidad bancaria donde tenga domiciliada la jubilaci¨®n que recibe -muy merecidamente, por cierto- del Estado, del Estado capitalista y adem¨¢s a trav¨¦s de la banca. ?Ay!, ?la realidad, la realidad!, ?qu¨¦ inc¨®moda que puede ser a veces!
Esto de los plazos evitar¨ªa recurrir al m¨¦todo del anuncio que puede dar la impresi¨®n -sin duda falsa- de que Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo es de los que piensa que sus propios problemas son m¨¢s importantes que los de los dem¨¢s.
La ¨²ltima reflexi¨®n -esta vez dirigida a la Redacci¨®n de EL PA?S- es que ya est¨¢ bien de papanatismos anclados en el pasado. Cuando hay que defender a alguien porque se le priva injustamente de una c¨¢tedra, se le defiende. Y cuando hay que afearle a alguien -sea a otra persona o a la misma- la conducta p¨²blica, se le afea. Y en esto no hay ni contradicci¨®n ni cambio de chaqueta, sino coherencia: cuando hay que defender, se defiende; cuando hay que rechazar, se rechaza.-
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