Asentamientos: un plan positivo
La decidida oposici¨®n desde el final de la guerra de los Seis D¨ªas del grupo de los palomas al establecimiento de asentamientos jud¨ªos en los territorios ocupados no emanaba de la conjetura de que la l¨ªnea verde fuera sagrada y por ello no tuviera cabida en el marco de una negociaci¨®n libre que desemboque en la decisi¨®n de corregir la frontera con el fin de satisfacer a unos o a otros. Del mismo modo, los palomas nunca han negado que Judea, Samaria y la franja de Gaza constituyan una parte org¨¢nica de la tierra de Israel y que se encuentren empapadas de los m¨¢s antiguos recuerdos hist¨®ricos. Los palomas jam¨¢s han cre¨ªdo que los jud¨ªos no tengan derecho a vivir, en el marco de un acuerdo de paz pactado, en zonas de la tierra de Israel que no se encuentren bajo la soberan¨ªa del Estado de Israel.La fuerte oposici¨®n de los palomas a todo el asunto de los asentamientos emanaba de la principal intenci¨®n que ve¨ªan en ¨¦stos, consistente en tenernos puestas a todos las esposas cuando se acercara el gran momento, de cuya llegada no hemos dudado nunca ni los extremistas ni los moderados, es decir, el momento en el que los ¨¢rabes reconocer¨ªan al Estado de Israel y solicitar¨ªan sentarse a negociar con ¨¦l con el fin de lograr un acuerdo de paz y de buena vecindad.
A la guerra de los Seis D¨ªas fuimos a luchar para defender nuestras vidas y nuestra existencia nacional frente a los pa¨ªses ¨¢rabes y los palestinos que hab¨ªan declarado abiertamente sus intenciones de destruimos, y despu¨¦s de la guerra se decidi¨®, con el apoyo pr¨¢cticamente total del pueblo, que conservar¨ªamos los territorios conquistados hasta que llegaran las negociaciones de paz, momento en el que estar¨ªa abierto a discusi¨®n si devolverlos o anexionarlos. Esa fue la base del consenso general que sustent¨® la capacidad de todos nosotros para soportar una dur¨ªsima guerra de desgaste y las distintas oleadas de cruel terrorismo. Durante la sangrienta guerra de Yom Kippur nos dijimos a nosotros mismos: estamos dispuestos a soportar todo este sufrimiento y la p¨¦rdida de tantas vidas porque no tenemos elecci¨®n, ya que los ¨¢rabes siguen neg¨¢ndose a reconocer nuestra existencia y pretenden destruir nuestra soberan¨ªa nacional. Pero cuando llegue el gran momento de las negociaciones podr¨¢ cada uno de nosotros hacer su propia propuesta de paz y no se har¨¢ nada que pueda da?ar la posibilidad de llevar a cabo una negociaci¨®n aut¨¦nticamente libre.
La creaci¨®n de los asentamientos fue completamente legal desde el punto de vista del proceso legislativo y ejecutivo, del mismo modo que la exenci¨®n del servicio militar que se concede a los estudiosos de las academias rab¨ªnicas es perfectamente legal desde el punto de vista de la normativa legislativa y ejecutiva. Pero del mismo modo que esa exenci¨®n es amoral, aunque legal, con respecto al fundamento del consenso nacional que tiene establecido que todo hombre o mujer que viva bajo la soberan¨ªa nacional tiene el deber de defenderse a s¨ª mismo y defender a los dem¨¢s del enemigo, y nadie queda exento de ello, as¨ª tambi¨¦n el establecimiento de los asentamientos fue amoral con respecto a los muchos que hab¨ªan luchado en la guerra de los Seis D¨ªas y resistieron los duros combates que la siguieron para defender la existencia del Estado de Israel y esperar el ansiado momento de las negociaciones por la paz que deb¨ªan ser verdaderamente libres y gozar de posibilidades de ¨¦xito. ?Qu¨¦ f¨¢cil hubiera sido hoy negociar con Siria y con los palestinos si las ¨²nicas cuestiones que hubi¨¦ramos tenido que tratar hubieran sido las de reconocimiento, seguridad y paz, las mismas cuestiones que originaron la operaci¨®n b¨¦lica de la guerra de los Seis D¨ªas! Entonces hubi¨¦ramos podido, los cinco millones de israel¨ªes que somos, calibrar exclusivamente esos asuntgos relacionados con las posibilidades de paz y los pactos de seguridad, sin depender del clamor particular y, por otra parte, sincero de los colonos de los asentamientos.
Pero los asentamientos se construyeron y todos nosotros, insisto, todos, somos responsables legalmente de su existencia a partir de la decisi¨®n democr¨¢tica de los distintos Gobiernos por los que hemos pasado. Ahora, pues, tenemos que pensar seriamente en la moralidad de su futuro. Verdad es que la decisi¨®n democr¨¢tica que los erigi¨® puede por el mismo mecanismo desmantelarlos, y cuando se alza un colono y amenaza con tomar las armas contra ese desmantelamiento no logra con ello amedrentamos, porque el armamento, que se encuentra al servicio del Estado de Israel es inconmesurablemente m¨¢s poderoso y mort¨ªfero que el armamento que pueda tener el colono. Es por eso por lo que el debate sobre los asentamientos no necesita desarrollarse bajo la amenaza ni tampoco desde la posible venganza. El hecho de que se encuentren all¨ª personas cuya biograf¨ªa personal y profesional ha estado dedicada por entero al tema del Gran Israel, personas que han hecho los mayores sacrificios personales, no debe, sin embargo, enturbiar nuestra evaluaci¨®n del asunto de mayor importancia para nuestra existencia y para nuestro futuro, que no es otro que el de la paz. En todo caso, podr¨ªan ayudarnos a tener ideas positivas que superen las pruebas de moralidad tambi¨¦n con respecto a los ¨¢rabes y que permitan obtener a posterior? la dulzura del ¨¦xito.
En el Estado de Israel vive actualmente una minor¨ªa palestina de alrededor de 800.000 almas, que desarrolla dentro del mism¨ªsimo Estado israel¨ª su identidad cultural y religiosa, que conserva en el coraz¨®n de Tel Aviv-Jaffa, en Haifa o en San Juan de Acre su hist¨®rica conciencia palestina, y ello sin faltar a su lealtad civil para con el Estado israel¨ª en el que vive.
?Acaso no va a poder entonces existir una minor¨ªa jud¨ªa israel¨ª en un Estado palestino?
Creo que seg¨²n las reglas de la reciprocidad y la justicia de la partici¨®n de la tierra entre los dos pueblos tiene que haber un lugar para una minor¨ªa israel¨ª en el Estado de Palestina, y su existencia debe fundamentarse en dos principios: 1 los miembros de esa minor¨ªa tendr¨ªan que aceptar la nacionalldad palestina y estar completamente sometidos a las leyes del Estado de Palestina, del mismo modo que la minor¨ªa ¨¢rabe israel¨ª se encuentra sometida a las leyes del Estado de Israel; 2 siendo tambi¨¦n ciudadanos israel¨ªes, ya que el Estado de Israel, igual que otros muchos pa¨ªses, acepta la doble nacionalidad, no estar¨ªan considerados como yord¨ªm o emigrantes en todo lo relacionado con sus derechos con respecto al Parlamento israel¨ª. Es decir, ser¨ªa necesario promulgar una ley especial que estableciera que los israel¨ªes que vivan en esos territorios de la tierra de Israel que no se encuentren bajo la soberan¨ªa israel¨ª conserven el derecho al voto al igual que el resto de los ciudadanos del Estado de Israel. Judea y Samaria no ser¨ªan la di¨¢spora, como Par¨ªs, Nueva York o Los ?ngeles.
?D¨®nde vivir¨¢ esa minor¨ªa y cu¨¢l ser¨¢ su misi¨®n historico-pol¨ªtica? En mi opini¨®n, deber¨¢ concentrarse a esa minor¨ªa en dos ciudades jud¨ªas de un n¨²mero respetable de habitantes que puedan llevar una vida cultural y social rica y plena, del mismo modo que los ¨¢rabes israel¨ªes desarrollan su vida cultural y religiosa en Nazaret, Um-el-Fajem y Tira. Dos ciudades de esas caracter¨ªsticas podr¨ªan establecerse en torno a dos centros: Kiriat Arba, en el sur (que ser¨ªa quiz¨¢ la m¨¢s religiosa y jud¨ªa de las dos), y Ariel-Emanuel-Kedumin (que se manifestar¨ªa como la m¨¢s b¨ªblico-cananea). La existencia de dos grandes centros ser¨ªa a expensas de las decenas de peque?os asentamientos cuyos puntos de fricci¨®n con la poblaci¨®n local resultan tan frecuentes y problem¨¢ticos y que podr¨ªan llegar a ser dominados por elementos incontrolados con la intenci¨®n de intentar provocar a las autoridades palestinas. En unas ciudades con un considerable n¨²mero de habitantes, la sensaci¨®n de seguridad ser¨ªa mayor, y, por lo mismo, el denominador com¨²n de una poblaci¨®n numerosa ser¨ªa probablemente m¨¢s moderado y equilibrado. En un acuerdo de paz, la minor¨ªa jud¨ªa israel¨ª que viviera bajo soberan¨ªa palestina gozar¨ªa de un estatus legal igual al que en el mismo momento se le concediera a la minor¨ªa ¨¢rabe israel¨ª y, en cierto modo, las dos minor¨ªas asegurar¨ªan indirectamente la existencia de la democracia en sus respectivos pa¨ªses.
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