Limpiar de campos de minas el coraz¨®n
"La petici¨®n palestina de autodeterminaci¨®n es leg¨ªtima. Se puede posponer su realizaci¨®n por razones de seguridad para la existencia de Israel, pero no se puede negar que es justa en principio. Donde un derecho colisiona con otro, la controversia puede decidirse o por la fuerza o por alg¨²n compromiso imperfecto que ninguna de las partes contemplar¨¢ como justo. Un compromiso as¨ª puede alcanzarse s¨®lo entre un incoherente palestino y un incoherente sionista. La Justicia, absoluta y sin fisuras, por descontado que est¨¢ del lado de quienes aseguran que no hay diferencia en principio entre Ramle en Israel y Ramall¨¢ en la Cisjordania, entre Gaza y Beer-Sheva... Precisamente es esto lo que los extremistas palestinos y los extremistas israel¨ªes reclaman... Cada cual lo reclama todo para s¨ª. Entre personas, igual que entre naciones, ocurre a veces que una fr¨¢gil coexistencia s¨®lo es posible en virtud de la incoherencia. Los h¨¦roes de la tragedia, llevados por la coherencia, consumidos por la rectitud, se destruyen entre ellos. Aquel que busca la justicia total, suprema, en realidad lo que busca es la muerte".Escrib¨ª estas l¨ªneas hace 26 a?os, poco despu¨¦s de la leg¨ªtima y tr¨¢gica victoria israel¨ª en la Guerra de los Seis D¨ªas de 1967. Todav¨ªa pod¨ªan ser una buena recapitulaci¨®n de la postura del movimiento por la paz israel¨ª. Hoy parece que esta postura finalmente comienza a prevalecer en el conflicto palestino-lsrael¨ª. Sin embargo, recordemos que estamos lejos del final del camino. A lo sumo, es el final del pr¨®logo.
Nuestros principios moderados, pragm¨¢ticos, est¨¢n siendo adoptados por el Gobierno israel¨ª y por la direcci¨®n de la OLP, pero alrededor nuestro la realidad est¨¢ penetrada por el odio y la desconfianza. No es momento de celebraciones, sino de redoblar en esfuerzo y responsabilidad. Es dif¨ªcil cambiar la pol¨ªtica de los dirigentes, pero es a¨²n m¨¢s complicado cambiar los sentimientos y opiniones de la gente entre la que el odio y el temor han anidado durante d¨¦cadas. Esto es precisamente lo que vamos a tener que hacer: nunca m¨¢s profetas del destino, nunca m¨¢s un movimiento de protesta; debemos convertimos ahora en los zapadores, cuya tarea es limpiar los campos de minas al terminar la guerra. Sin embargo, la tarea de diluir los campos de minas sentimentales entre israel¨ªes y palestinos s¨®lo puede tener ¨¦xito si surge un movimiento palestino Paz Ahora, paralelo al nuestro, que se dedique a neutralizar las explosiones de ira y rabia entre su pueblo.
Sus calles y las nuestras est¨¢n llenas de las voces de fan¨¢ticos carentes de compromiso. Entre los palestinos y entre nosotros, voces hist¨¦ricas gritan contra la "traici¨®n". Desde ambos lados se escuchan negras amenazas para ahogar esta nueva paz antes de que haya tenido la menor oportunidad de ponerse en pie. Advirtamos a los instigadores israel¨ªes, que llaman a la destrucci¨®n de este embri¨®n de paz tomando la justicia por su mano, de que vamos a defenderlo con la misma determinaci¨®n que tuvimos en el pasado para defender nuestras vidas en el campo de batalla.
La oposici¨®n a la paz no es, como ellos afirman, "un amor a la tierra de Israel": es una continuaci¨®n de la muerte y la destrucci¨®n. Recordemos que fueron demagogos e instigadores palestinos quienes llevaron a su pueblo d¨¦cadas de sufrimiento, privaciones y exilio. Los demagogos e instigadores israel¨ªes han tratado siempre de ahogar cualquier acuerdo o compromiso entre nosotros y los ¨¢rabes. Eso fue lo que hicieron con motivo del acuerdo de paz con Egipto, y en 1947-1948 Israel se estableci¨® sobre la base de nuestro consentimiento inicial a la partici¨®n de la tierra entre nosotros y los palestinos. Por fortuna, en casi todos los momentos de la verdad nuestros fan¨¢ticos perdieron y el concepto de compromiso sincero y realista prevaleci¨®. Esta vez tambi¨¦n prevalecer¨¢.
Pero no debemos olvidar que en Israel estamos enfrentados no s¨®lo a la resistencia de demagogos e instigadores. Hay muchos israel¨ªes buenos que sienten que el acuerdo es casi el fin del mundo para ellos. Mucha gente de este pa¨ªs cree de verdad que este acuerdo no es m¨¢s que un truco taimado que garantiza al enemigo una cabeza de puente para nuestra destrucci¨®n y un juego peligroso para nuestra seguridad futura. No es tarea nuestra derrotar a estos israel¨ªes o ridiculizar sus miedos. De hecho, nosotros mismos compartimos algunos de sus temores y dudas. Nuestro papel ahora es hacer todo lo humanamente posible para persuadirles de que no estamos obsesionados por la paz a toda costa; que el actual acuerdo es cauto y calculado, que tiene en cuenta los problemas de nuestra seguridad nacional, incluso en la eventualidad de que nuestro socio palestino no otorgue la paz, y que el riesgo que corremos es limitado en comparaci¨®n con el potencial horror al que deber¨ªamos hacer frente si dejamos pasar esta posibilidad de acuerdo.
El movimiento por la paz debe evitar todo tipo de protestas vac¨ªas, debe abstenerse de presionar al Gobierno para que haga m¨¢s concesiones cada vez que las negociaciones corran peligro. No seremos un movimiento de protesta, debemos asumir una responsabilidad total ahora que nuestra naci¨®n por fin toma el camino que durante tanto tiempo hemos aconsejado. El movimiento por la paz debe centrarse en su nueva tarea de conducir un intenso di¨¢logo p¨²blico con aquellos israel¨ªes renuentes a aceptar la nueva realidad. No hay ninguna oportunidad de traer la reconciliaci¨®n entre nosotros y los palestinos a menos que tengamos ¨¦xito en crear al mismo tiempo un proceso de desintensificaci¨®n de las emociones entre el pueblo de Israel. Es el momento de probar que el movimiento israel¨ª por la paz es capaz de convertirse en un movimiento para la paz interna de Israel. Aunque no al precio de renunciar a nuestros principios y puntos de vista, quiz¨¢s s¨ª al precio de terminar con nuestra necesidad de enfrentamos a la derecha por todo lo que nos ha hecho tragar durante tantos a?os.
Tanto el odio como el amor existen entre israel¨ªes y palestinos. El odio es el resultado de muchos a?os de interminable enfrentamiento que vino como resultado del amor que nos ata, a ellos y a nosotros, a la misma tierra. Nada en el mundo puede destruir el amor que ambas naciones sienten por su misma tierra. Ambos pueblos han demostrado ya su amor tanto por el sacrificio como por el pa¨ªs deje de ser causa de odio mutuo. Dos pueblos decididos, buenos cnocedores de los sufrimientos y la persecuci¨®n, sos pueblos que han dado muestra -a trav¨¦s de generaciones de luchar el uno contra el otro- de decisi¨®n y esfuerzo, ahora tienen una oportunidad de emplear dichas virtudes en la construcci¨®n de su casa adosada.
Incluso un enfrentamiento largo y agrio puede crear en ocasiones una especie de intimidad secreta y profunda entre los enemigos. Esta intimidad debe ser utilizada de ahora en adelante en la reconstrucci¨®n y la rehabilitaci¨®n. Por supuesto, hay un largo camino que recorrer, lleno de ira y contratiempos, pero por fin pueden verse los primeros destellos temblorosos de la esperanza. Esas luces alumbran ahora mismo en esta hermosa tarde en muchas ventanas de Ramall¨¢ y Natanya, en Jenine y Afula, en pueblos y campos de refugiados, nuevas luces todav¨ªa brillando por sorpresa, como los ojos de alguien que haya salido de pronto de una larga oscuridad. Demos nosotros y los palestinos fuerza a estas luces, cuid¨¦moslas y defend¨¢moslas.
Porque no viviremos siempre para la espada. Y la muerte no prevalecer¨¢.
es escritor israel¨ª.Copyright Amos Oz.
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