"Me gusta innovar, pero no corro riesgos in¨²tiles"
Enric Miralles (Barcelona, 1955) es el benjam¨ªn de los arquitectos espa?oles con proyecci¨®n internacional. Tambi¨¦n, de acuerdo con su estampa del antiguo jugador de baloncesto que fue, es el m¨¢s alto, fornido y desenvuelto de sus colegas nacionales. Formado en la escuela de Barcelona, admirador de Aldo Rossi y Robert Venturi en sus tiempos de formaci¨®n, su arte se alinea hoy en los entornos del norteamericano Frank Gehry, figura a la que respeta junto a sus maestros brit¨¢nicos Alison y Peter Smithson y alg¨²n japon¨¦s, como Arata Isozaki. Obviamente, tambi¨¦n, en la profundidad de la n¨®mina, figuran los profetas del Constructivismo ruso. Pero no se crea que Miralles, aun siendo locuaz sobre cualquier asunto, consigue ser plenamente di¨¢fano. Su proceso de expresi¨®n, arquitect¨®nico pero tambi¨¦n verbal, tiende a la fractura, al anacoluto y a casi una l¨®gica oral de juventud contempor¨¢nea. Su sistema de asimilaci¨®n art¨ªstica e informativa parece coherente con su gram¨¢tica y su pl¨¢stica sincopadas. De hecho, el volc¨¢n de frutos irrepetidos que vienen siendo sus obras le han ofrecido un puesto indiscutido, por su capacidad de invenci¨®n y sorpresa, entre los arquitectos espa?oles actuales de proyecci¨®n planetaria.Pregunta. ?C¨®mo explicar¨ªa el proceso de creaci¨®n de sus obras?
Respuesta. Bueno, uno no empieza nunca una obra desde cero. De Aldo Rossi aprend¨ª el valor de la historia en la arquitectura, su transcurso cambiante y simb¨®lico a lo largo del tiempo. Para m¨ª, una obra no la termina el arquitecto, sino su uso y sus avatares, el desgaste y las mismas roturas que recaer¨¢n sobre ella.
P. A primera vista, los proyectos que usted concibe parecen m¨¢s bien impulsados por ideas est¨¦ticas de choque que respuestas al cumplimiento de una funci¨®n, sin querer decir por ello que no la atiendan.
R. En mi opini¨®n, no creo que nadie construya s¨®lo inspirado por la funci¨®n de un edificio. En lugar de funci¨®n, yo prefiero usar la palabra programa. La palabra funci¨®n es filos¨®ficamente muy fuerte, mientras la idea de programa es una pieza de partida que autoriza a pensar en busca de un resultado f¨ªsico. Y sin saber explicar con precisi¨®n c¨®mo lleg¨® el resultado final, el caso es que luego consigo contarme las cosas de forma que, para m¨ª, todo encaja perfectamente.
P. Pero se dir¨ªa, insisto, que esos planos quebrados, ya sean en sus palacios de deportes, en sus cementerios o en sus paseos, las formas agitadas y hasta convulsas que usted emplea, responden a un pensamiento desordenado o atormentado. ?Qu¨¦ hay de cierto?
R. No soy del todo ordenado, pero no me considero atormentado. Act¨²o espont¨¢neamente y mis ideas provienen de informaciones distintas a la arquitectura. A m¨ª me gustan mucho los libros, por ejemplo. Compro muchos libros pero soy un lector muy malo. Rara vez termino alguno. Salto de una p¨¢gina a otra, de un volumen a otro, porque leo a trozos y prefiero tomar las cosas de manera err¨¢tica. Tambi¨¦n prefiero, antes que conocer los autores, saber, lo que otros dicen de ellos. Y leo biograf¨ªas, diarios, porque me atrae conocer cu¨¢l es el proceso de creaci¨®n.
P. ?Le interesan tambi¨¦n otras artes?
R. Yo musicalmente soy un desastre. Ahora me fijo m¨¢s, pero en un concierto, hasta hace poco tiempo, la ¨²nica cosa que entend¨ªa era cuando los m¨²sicos se pon¨ªan a afinar los instrumentos. En cuanto empezaban a interpretar me despistaba absolutamente y me despertaba en otra parte. Y con la pintura, poco m¨¢s o menos me pasa lo mismo. Cuando hay que decidir alg¨²n color en alguna obra que estoy haciendo yo siempre digo que soy dalt¨®nico, y al final acabo escogiendo el color que aparece por su cuenta o el color del propio material. Yo de pintura no s¨¦ nada, as¨ª que mejor no meterse. Pero bueno, poco a poco. Ya lo estoy intentando. Me compr¨¦ hace unos meses una caja de colores y estoy probando. Sin embargo, he sido siempre un buen dibujante.
P. Pero, aparte de no importarle confesar algunas de sus carencias, ?le incomoda mucho que le califiquen de temerario constatando el aire de algunos de sus proyectos?
R. Supongo que est¨¢ pensando en al accidente de la cubierta en el Palacio de Deportes de Huesca. All¨ª no existi¨® temeridad alguna, y as¨ª se demostrar¨¢ en los tribunales. En la profesi¨®n de arquitecto se acaba entendiendo perfectamente la parte t¨¦cnica de la obra aunque no sea un experto.
Con Agust¨ªn Obiol trabaj¨¦ conjuntamente en ello, y si hubi¨¦ramos tenido alguna duda sobre su absoluta seguridad, no se habr¨ªa realizado. La raz¨®n de que se derrumbara, y de que lo hiciera de esa particular manera, ya se contar¨¢ cuando se tenga que contar, pero el defecto no procede del dise?o. Me gusta innovar, pero no trato de correr riesgos de concepto. Esta es una profesi¨®n que exige mucho rigor.
P. Pero usted ha buscado repetidamente demostrar una suerte de un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa.
R. No exactamente. Me ha gustado innovar. Desear¨ªa, adem¨¢s, por ejemplo, dentro de las experiencias hist¨®ricas de las que le hablaba, hacer un edificio que estuviera perfectamente pensado para un emplazamiento determinado y se ubicara inesperadamente en otra parte. Esto s¨ª me gustar¨ªa. Porque entonces, ?qu¨¦ ocurrir¨ªa? Pues. que esa pieza deber¨ªa encontrarse preparada para establecer una serie de conexiones con su entorno que s¨®lo podr¨ªa conseguir a partir de un fuerte valor propio. Ese efecto de extraer las cosas de su contexto para producir un efecto sorpresa, claro que me interesa. Me interesa mucho.
P. ?C¨®mo reciben los estudiantes, aleccionados a menudo en otros planteamientos, sus lecciones tanto en Barcelona como en Suiza, en Italia, en Estados Unidos?
R. Yo soy un tipo abierto, nada autoritario y me gusta trabajar en colaboraci¨®n. Por eso no entiendo, y me parece un desastre, que en Espa?a no exista una mayor comunicaci¨®n entre las diferentes escuelas de arquitectura. Lo ¨²nico que fuerza a relacionarse entre unas y otras, de vez en cuando, es la lectura formal de las tesis. Si no fuera por esto, yo no encuentro un profesor que imparta clases en Barcelona y d¨¦ tambi¨¦n un seminario en Madrid. O al contrario. Esto no pasa en otras partes, descontando Jap¨®n, por supuesto, donde todo se hace en grupo.
P. Usted ha terminado en Jap¨®n la ampliaci¨®n de la estaci¨®n de ferrocarril de Takaoka, y ahora est¨¢ construyendo tambi¨¦n all¨ª un pabell¨®n de meditaci¨®n sobre el r¨ªo Kurobe. ?Acaso esta relaci¨®n con los japoneses explica en algo su estilo?
R. No s¨¦. A los japoneses tampoco los entiendo.
Babelia
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