Lucha abierta por el poder de los 'tories' entre thatcheristas y moderados
El campo de batalla para la sucesi¨®n de John Major qued¨® ayer delimitado. El canciller del Exchequer brit¨¢nico, Kenneth Clarke, traz¨® las l¨ªneas: a un lado estaba ¨¦l, en nombre de la moderaci¨®n; del otro lado, Margaret Thatcher, los tres ministros a los que Major llam¨® bastards y los sectores m¨¢s derechistas. Clarke, como principal candidato a heredar la jefatura del Gobierno, evit¨® cualquier apariencia de deslealtad y proclam¨® su fe en Major. Cerca estaba lady Thatcher. Clarke no la salud¨® ni la mir¨® al subir al estrado.
La esperada lady Thatcher hizo en Blackpool, la localidad costera del noroeste ingl¨¦s donde se celebra la conferencia conservadora, lo que era de prever: callar y recibir una ovaci¨®n atronadora. Tambi¨¦n John Major, al hacer su entrada en la sala, fue clamorosamente vitoreado. Los aplausos son baratos en las conferencias tories.
La aclamaci¨®n dispensada ayer a Major formar¨¢ parte, en un futuro tal vez no muy lejano, de alg¨²n documental televisivo sobre su fulgurante ascensi¨®n y, su no menos espectacular ca¨ªda. La reuni¨®n de Blackpool deb¨ªa dedicarse, seg¨²n la versi¨®n oficial, a reforzar el liderazgo de John Major. En realidad, est¨¢ sirviendo para preparar las posiciones con vistas a la batalla final. Bajo las consignas de unidad se perciben las escaramuzas, las alianzas, los esfuerzos de la derecha thatcherista por retomar las riendas del partido. Al amparo de lady Thatcher, los ministros Michael Howard (Interior) y Michael Lilley (Seguridad Social) empujan a los tories hacia la derecha mientras el aut¨¦ntico tapado, el secretario del Tesoro, Michael Portillo, es cuidadosamente reservado en la retaguardia.
Los tories no premian la deslealtad. Michael Heseltine pag¨® su desaf¨ªo a Thatcher en 1991 con la descalificaci¨®n como sucesor: ¨¦l derrib¨® a la dama de hierro, pero fue el oscuro John Major quien se llev¨® el premio. Heseltine, a¨²n convaleciente de su ataque card¨ªaco en julio, apareci¨® ayer por Blackpool. Delgado, silencioso, una sombra de s¨ª mismo, Heseltine reforz¨® con su apagado humor los rumores sobre su pr¨®xima dimisi¨®n por razones de salud.
La cuesti¨®n de la lealtad qued¨® clara en el discurso de Clarke. El canciller del Exchequer (ministro de Finanzas) se situ¨® en el bando de los fieles y, por pasiva, ubic¨® a los thatcheristas en el inc¨®modo bando de los amotinados: "Cualquier enemigo de John Major es mi enemigo", dijo, "y cualquier enemigo de John Major es el enemigo del partido". Lady Thatcher no aplaudi¨® la frase.
Clarke no pod¨ªa desvelar los detalles del pr¨®ximo presupuesto, que debe conocer antes que nadie la C¨¢mara de los Comunes a finales de noviembre, pero disip¨® toda esperanza que pudieran albergar sus rivales: confirm¨® que los impuestos subir¨ªan, quebrando una regla fundamental del thatcherismo.
Mientras tanto, en un acto celebrado a escasos metros de la sala de conferencias, el ex canciller Norman Lamont lanzaba pedradas verbales contra su sucesor. Lamont se rasg¨® las vestiduras ante el anunciado incremento de la presi¨®n fiscal, pero se call¨® su enorme responsabilidad en el mismo: fue su derroche presupuestario antes de las elecciones de 1992 el que dispar¨® el d¨¦ficit hasta- los 50.000 millones de libras esterlinas (unos 10 billones de pesetas). Norman Lamont, lleno de despecho contra su antiguo amigo, Major, se aline¨® con 1 bando thatcherista.
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