Clinton despacha seis barcos de guerra a Hait¨ª para garantizar el bloqueo contra el Gobierno militar
El presidente norteamericano, Bill Clinton, orden¨® ayer el env¨ªo de seis buques de guerra a las costas de Hait¨ª para garantizar que se cumple el bloqueo total sobre ese pa¨ªs, que entrar¨¢ en vigor a partir de pasado ma?ana. Clinton, que reiter¨® su firme, intenci¨®n de restaurar la democracia en Hait¨ª de la mano del presidente Jean-Bertrand Aristide, decidi¨® tambi¨¦n destacar una compa?¨ªa de Infanter¨ªa a la base estadounidense de Guant¨¢namo (Cuba), a pocas millas de Hait¨ª, por si fuera necesaria su intervenci¨®n en alg¨²n momento. De momento, la junta golpista de Raoul Cedr¨¢s se resiste a ceder el poder.
"Nuestro prop¨®sito ser¨¢ el de impedir que todo el material prohibido y todas las mercancia que est¨¢n sujetas a embargo puedan entrar a Hait¨ª", dijo el presidente norteamericano en una conferencia de prensa.Con estas medidas, anunciadas despu¨¦s de una reuni¨®n del presidente con sus asesores de seguridad, Bill Clinton considera que puede ser suficiente para obligar a los militares haitianos y a su l¨ªder, el general Raoul Cedr¨¢s, a cumplir con el acuerdo que firmaron con Aristide. Seg¨²n los t¨¦rminos de ese pacto, Cedr¨¢s deb¨ªa haber presentado su dimisi¨®n ayer.
El presidente norteamericano dijo que, adem¨¢s de cumplir con el embargo decidido el jueves por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Washington impondr¨¢ otras sanciones unilaterales sobre el r¨¦gimen haitiano, como la cancelaci¨®n de los visados y la congelaci¨®n de las cuentas de los colaboradores del general Cedr¨¢s.
Tres de los barcos que ya zarparon con rumbo a aguas haitianas van armados con misiles de crucero. Los otros son dos fragatas ligeras y un destructor m¨¢s. El presidente no precis¨® el n¨²mero de soldados a los que se ha puesto en estado de alerta en Guant¨¢namo, aunque un funcionario del Pent¨¢gono cree que se trata de una fuerza de 150 marines.
Una de las misiones posibles de esos hombres ser¨ªa la de acudir en rescate de la colonia de un millar de norteamericanos que se encuentra en Hait¨ª, en el caso de que las vidas de ¨¦stos peligraran. Clinton admiti¨® que uno de los objetivos de esta decisi¨®n es "garantizar la seguridad de los norteamericanos".
El asesinato el jueves del ministro de Justicia, Guy Malary, un hombre de Aristide, desencaden¨® un clima de tensi¨®n e inseguridad en Puerto Pr¨ªncipe con el que general Cedr¨¢s se excus¨® para permanecer en su puesto. Cedr¨¢s hab¨ªa puesto anteriormente como condici¨®n para su salida que el Parlmento aprobara una ley de amnist¨ªa para todos los militares que participaron en el golpe de 1991.
En las circunstancias actuales parece lejana la posibilidad de que Aristide pueda volver a Puerto Pr¨ªncipe para reasumir su cargo. El presidente hatiano pidi¨® desde su exilio en Washington que la unidad de marines que se encarga de la protecci¨®n de la Embajada norteamericana en Hait¨ª d¨¦ protecci¨®n tambi¨¦n a los ministros del Gobierno, fiel a Aristide.
El portavoz del presidente hatiano, el abogado Michael Barnes, inform¨® que la misma solicitud hab¨ªa sido presentada a los otros tres miembros del grupo de amigos de Hait¨ª: Francia, Canad¨¢ y Venezuela. Barnes dijo que esta llamada de auxilio pretende salvar la vida de hombres "que est¨¢n en serio peligro" en Puerto Pr¨ªncipe.
Implicaci¨®n militar
El Gobierno norteamericano, que tiene abierta la herida de Somalia, es muy reacio a implicarse militarmente en un conflicto de desenlace tan imprevisible como el del cuerno de ?frica. Las medidas anunciadas ayer parecen ser lo m¨¢ximo a lo que Clinton, que desde el comienzo de su mandato hizo del caso de Hait¨ª un reto personal, est¨¢ dispuesto a llegar por el momento.
Uno de los problemas de la situaci¨®n actual es que, aunque Cedr¨¢s permita finalmente que Aristide regrese a la presidencia, ?qui¨¦n se va a encargar de la seguridad personal de Aristide? El presidente retornar¨ªa a un pa¨ªs en el que su propio Ej¨¦rcito y su propia polic¨ªa ser¨ªan sus enemigos. La ¨²nica posibilidad de garantizar su vida ser¨ªa, como estaba previsto en el Acuerdo de la Isla del Gobernador, la de desplegar en Hait¨ª una fuerza multinacional. Pero, despu¨¦s de lo ocurrido, ?ser¨ªan suficientes unos centenares de instructores para formar una nueva polic¨ªa o Estados Unidos y sus colaboradores en este conflicto tendr¨ªan que aportar fuerzas de combate? Un mont¨®n de interrogantes que convierten hoy la crisis en una verdadera prueba sobre la capacidad de liderazgo internacional de Bill Clinton.
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