Casa Paquita, bodas, comuniones y fango
Paquita es la cantinera del barrio mexicano Colonia Guerrero, una zona temerosa de la ciudad. Su taberna es un local confuso: come Dios y cena el diablo. Al anochecer, Paquita, cocinera prodigiosa, abandona los cacharros, se quita el mandil, se atiborra de lentejuelas, pone firmes a los machos y canta las cuarenta a golpe de bolero y rancherazo: ?Me est¨¢s oyendo, in¨²til?".Su presentaci¨®n en Xenon, espejo de la modernidad, estaba precedida de gran expectaci¨®n. En junio pasado actu¨® en la sala Caracol y enseguida corri¨® de boca en boca la buena nueva: una oronda ama de casa, mitad sargento, mitad paloma brava, anda por ah¨ª entonando rancheras capaces de amilanar a Pancho Villa. Estas cosas gustan mucho a la gente. Xenon estaba abarrotado de un p¨²blico bastante guapo con ganas de sarao y carcajadas. "Quiero pecar contigo", cantaba la matrona, y mucha gente se pellizcaba para comprobar que aquello no era un sue?o.
Paquita la del Barrio
Grupo Oro Negro: Pedro Figueroa y Enoc Figueroa (guitarras), Jos¨¦ Trinidad (bater¨ªa), Filem¨®n Guti¨¦rrez (acorde¨®n). Aforo abarrotado. Precio: 2.500 pesetas. Discoteca Xenon.Madrid, 15 de octubre
Porque Paquita la del Barrio es total, un sue?o con olor a sexo y a alubias estofadas. Fue presentado muy acertadamente por el d¨²o Virtudes, patronas del marujeo y abogadas de las amas de casa ardorosas. Y comienza el asombro. Oro Negro, el grupo que la acompa?a habitualmente en su restaurante mexicano, es una formaci¨®n eficaz, sin demasiadas florituras. Sale ella a escena y lo llena todo.
Aunque sus canciones pudieran ser interpretadas por hembras tremendistas del bolero, como Olga Guillot o La Lupe, sin embargo, Paquita no se desmelena ni grita ni se desgarra. Permanece recatada y aparentemente fr¨ªa durante toda la actuaci¨®n. Tiene voz de rosario y procesi¨®n. Pero la letan¨ªa es inquietante: "Te voy a arrancar los ojos... B¨®rrate... Arr¨¢strate a mis rodillas, te quiero ver llorando sangre... Eres una basura y te abandono porque no me gusta vivir entre la mugre... Te aplastar¨¦ como un gusano". Y el p¨²blico parec¨ªa contestar: "Ora pro nobis".
Repetici¨®n
El concierto fue una salmodia monorr¨ªtmica: casi todos los temas son boleros arrancherados. Las letras son tambi¨¦n reiterativas y machaconamente obsesivas: la dama ardiente insulta al hombre porque no puede pasar sin ¨¦l; la esclava increpa al tirano para que la siga maltratando; la perdida acosa al chulo porque quiere estar tirada a sus pies noche y d¨ªa. Es decir, puro masoquismo.Ahora bien, como toda esta metaf¨ªsica de bigud¨ªes es bastante cercana al ciudadano, se pasa mucha risa, mucha. Paquita fue aclamada por los exquisitos y por alg¨²n infiltrado que no daba cr¨¦dito a lo que estaba viendo y oyendo. Las mujeres, en especial, se desternillaban. Algunos caballeros esgrim¨ªan la carcajada para disimular el sonrojo. Y de madrugada, por toda la Gran V¨ªa corri¨® la voz, el grito de guerra de esta temporada: %Me est¨¢s oyendo, in¨²til?".
Paquita la del Barrio no es una v¨ªbora sino un culebr¨®n. Y en este culebr¨®n, la protagonista es un ama de casa que necesita amor y se infiltra en el fango a instancias del butanero, el fontanero, el electricista, el cartero y cualquiera que se ponga por delante. Paquita reza, se confiesa, se arrepiente y vuelve a perder la dignidad en cuanto se topa con su obsesi¨®n. Se encabrita con su amante, pero m¨¢s que insultarle, le hace gui?os para que contraataque.
El concierto fue un tratado de monoman¨ªa muy divertido. 0 sea, un ¨¦xito. Es muy dificil convertir las obsesiones en algo ameno y fresco. En su local mexicano, Paquita recorre las mesas al terminar la actuaci¨®n y se deja fotografiar con quien pague la cantidad estipulada. Si llega a hacer eso en Xenon se forra.
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