La "excepci¨®n cultural"
Hace unos d¨ªas le¨ª en estas mismas p¨¢ginas un art¨ªculo de Mario Vargas Llosa contra la llamada "excepci¨®n cultural" en las negociaciones del GATT, es decir, contra la pretensi¨®n de que el cine y, en general, el sector audiovisual europeo gocen de alg¨²n tipo especial de protecci¨®n en el comercio internacional. Al terminar su lectura pens¨¦ que val¨ªa la pena contar una peque?a an¨¦cdota que, entre otras cosas, sirve para demostrar que no se trata s¨®lo de un problema franc¨¦s.A finales del a?o pasado, siendo yo ministro de Cultura, el Gobierno envi¨® a las Cortes un proyecto de ley que modificaba la vigente normativa sobre las licencias de doblaje en el cine. Se trataba, en primer lugar, de adaptar dicha normativa a la de la Comunidad Europea, igualando el. cine espa?ol y el de los dem¨¢s pa¨ªses comunitarios. Pero se trataba tambi¨¦n de utilizar el mecanismo del otorgamiento de licencias de doblaje para incrementar algo el espacio del cine espa?ol en la distribuci¨®n y la exhibici¨®n en salas. No era ning¨²n cambio radical de las reglas existentes, sino un simple paso adelante para que el cine espafiol estuviese en mejores condiciones para ampliar su actual cuota de mercado, que es poco m¨¢s del 10%.
Apenas hab¨ªan transcurrido un par de semanas cuando se present¨® en Madrid uno de los m¨¢s altos dirigentes del sistema integrado de distribuci¨®n cinematogr¨¢fica de Estados Unidos. Pidi¨® hablar conmigo y, efectivamente, hablamos. Lo primero que me dijo era que le parec¨ªa muy mal que mediante una acci¨®n legislativa intent¨¢semos limitar la libertad de mercado. O sea, que tuvimos que hablar de la libertad de mercado. Le record¨¦ que si alguien se la hab¨ªa cargado era precisamente su organizaci¨®n, que eran ellos los que controlaban casi la totalidad de la distribuci¨®n del cine en Espa?a y que impon¨ªan a los exhibidores el sistema de cupos, que es exactamente lo contrario de la libertad de mercado. Este sistema consiste en que cuando un exhibidor pretende hacerse con alguna pel¨ªcula norteamericana bien promocionada y de ¨¦xito seguro, la distribuidora le obliga a adquirir una veintena o m¨¢s de pel¨ªculas tambi¨¦n norteamericanas de segunda o de tercera fila, que les quitan el sitio a otras, entre ellas las espa?olas. Le record¨¦ tambi¨¦n sus t¨¦cnicas de reservar espacios y periodos de tiempo en las salas para impedir que otras pel¨ªculas no controladas por ellos puedan ocuparlos. Y tambi¨¦n sus trampas legales para burlar nuestra legislaci¨®n haciendo pasar por europeas pel¨ªculas norteamericanas, como la bien conocida Instinto b¨¢sico, que entr¨® en Espa?a como pel¨ªcula de nacionalidad holandesa. Tras un buen rato de querella, su conclusi¨®n fue la siguiente: "En Estados Unidos producimos muchas pel¨ªculas. Algunas muy buenas, otras regulares y otras muy malas. Pero queremos venderlas todas. Y no admitimos que nadie nos ponga obst¨¢culos". ?se y no otro es el fondo de la cuesti¨®n que designamos t¨¦cnicamente como la "excepci¨®n cultural".
Naturalmente, el problema tiene connotaciones m¨¢s generales. A trav¨¦s de la frase "excepci¨®n cultural" estamos hablando de cu¨¢l es el papel de las instituciones p¨²blicas en la preservaci¨®n de la igualdad de posibilidades en el mercado. Hablamos tambi¨¦n de la relaci¨®n existente entre la cultura y la econom¨ªa y del papel de los poderes p¨²blicos en la defensa y la promoci¨®n de valores culturales, que es un aspecto muy importante de la discusi¨®n sobre el presente y el futuro del Estado de bienestar. Y hablamos incluso de los grandes mecanismos que van a regir en el futuro inmediato las relaciones comerciales a nivel mundial, una vez desaparecido el escenario surgido de la II Guerra Mundial.
El sector audiovIsual, y m¨¢s concretamente el cine y el sector audiovisual espa?oles, tiene una doble dimensi¨®n, m¨¢s o menos cuantificable una, de contorno m¨¢s dif¨ªcil la otra. La primera es la dimensi¨®n econ¨®mica, que nos lleva inmediatamente a la cuesti¨®n del mercado y a la de la estructura industrial y comercial de nuestra cinematograf¨ªa. Tenemos tres grandes mercados posibles y hoy infrautilizados, que son el espa?ol, el iberoamericano y el de la Europa comunitaria, este ¨²ltimo m¨¢s complicado, pero indispensable en el pr¨®ximo futuro. Nuestra cuota de mercado es hoy d¨¦bil, porque nuestra industria lo es y porque apenas controlamos nuestro comercio, o sea, nuestra distribuci¨®n. Toda reflexi¨®n y toda propuesta al respecto deben pasar por fomentar el desarrollo de una base industrial y comercial m¨ªnimamente s¨®lida, con las medidas legislativas y los mecanismos de protecci¨®n y ayuda m¨¢s adecuados, y tambi¨¦n con la necesaria cooperaci¨®n entre todos los sectores concernidos, muy especialmente entre la producci¨®n y las televisiones p¨²blicas y privadas.
La segunda dimensi¨®n es, obviamente, la cultura. Hoy no se puede pensar seriamente en una pol¨ªtica cultural y ling¨¹¨ªstica -decisivas las dos- sin una actuaci¨®n s¨®lida desde el sector audiovisual. No se trata, como cree Vargas Llosa en su art¨ªculo, de ninguna pretensi¨®n de dirigismo cultural ni de imposici¨®n forzada de valores colectivos. Se trata de saber si queremos hacer algo o no en un espacio ling¨¹¨ªstico com¨²n como el de Iberoam¨¦rica y en un espacio pol¨ªtico y cultural potencialmente tan decisivo como el de la Uni¨®n Europea, si podemos y debemos aunar esfuerzos al respecto con otros pa¨ªses de los dos ¨¢mbitos y si debemos contar o no con mecanismos p¨²blicos y privados que nos permitan desarrollar una acci¨®n seria.
Si la conclusi¨®n es, obviamente, que tanto por razones econ¨®micas como por exigencias culturales necesitamos un cine espa?ol y un sector audiovisual s¨®lidos, el problema es c¨®mo mantenerlos y potenciarlos. Y no se puede avanzar ni un metro en la b¨²squeda de una soluci¨®n si no partimos del hecho claro y contundente de que el terreno est¨¢ casi enteramente ocupado por las grandes productoras y distribuidoras norteamericanas. Por ello, la "excepci¨®n cultural" se reduce a unas cuantas preguntas elementales. ?Necesitamos o no alg¨²n tipo especial de protecci¨®n y de est¨ªmulo? Y si lo necesitamos, ?cu¨¢l debe ser? M¨¢s concretamente todav¨ªa: ?basta con unas medidas legales e institucionales o son necesarias otras para la reestructuraci¨®n de todo el sector audiovisual?
Es cierto que hay identidades culturales en juego. Pero no nos podemos limitar a presentar la "excepcion cultural" como un problema de defensa de nuestra identidad colectiva frente a la invasi¨®n de los "valores norteamericanos", como una defensa de la "calidad europea" frente a la "basura norteamericana". Sobre esto hay mucho que hablar todav¨ªa, y ni lo europeo es sin¨®nimo de calidad ni lo norteamericano de basura. Aqu¨ª cada palo deber¨¢ aguantar su propia vela. Pero ni los valores culturales ni la calidad se pueden asegurar con simples mecanismos de protecci¨®n arancelaria. Si el cine norteamericano es tan poderoso, no s¨®lo es porque su propio mercado est¨¢ bien protegido y su regulaci¨®n de la propiedad intelectual es distinta de la europea, sino tambi¨¦n porque ha entendido el cine como una gran industria y un gran comercio, porque sabe de calidades y es capaz de producir grandes pel¨ªculas y ha derrotado a un cine europeo que se debate en
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La "excepcion cultural"
Viene de la p¨¢gina anteriortre mercados estrechos, espacios ling¨¹¨ªsticos reducidos y sistemas legales diferentes y muchos narcisismos en el terreno de la creaci¨®n. Lo cual quiere decir que hay que combatir en su propio terreno y ganar la partida o, por lo menos, no perderla por goleada como ahora. No quiero decir con esto que a corto o a medio plazo vayamos a tener una industria cinematogr¨¢fica espa?ola capaz de competir por s¨ª sola con la norteamericana. Lo m¨¢s probable, incluso, es que no la tengamos nunca. Pero s¨ª se puede avanzar mucho en el ¨¢mbito de la Uni¨®n Europea y, en todo caso, se debe salir de la actual situaci¨®n de dispersi¨®n y de minifundismo y avanzar hacia la integraci¨®n de esfuerzos y de medios y hacia la cooperaci¨®n dentro de nuestro pa¨ªs y en el ¨¢mbito comunitario. Esto exige alg¨²n mecanismo especial de protecci¨®n, desde luego, porque la desigualdad actual es demasiado grande. Pero por mucha protecci¨®n que tengamos, no ser¨¢ posible a la larga combatir la l¨®gica de una gran industria y un gran comercio con la l¨®gica del artesano y de la subvenci¨®n o con la l¨®gica de la separaci¨®n entre la producci¨®n cinematogr¨¢fica y las televisiones.
Creo que esto est¨¢ perfectamente claro para la mayor¨ªa del sector en nuestro pa¨ªs y que lo que unos y otros quieren es poner manos a la obra. Por consiguiente, creo que hay que dar la batalla por la "excepci¨®n cultural" en serio, pero sabiendo que, aunque se gane, s¨®lo ser¨¢ abrir un terreno de juego m¨¢s practicable en el que la calidad no se dar¨¢ por supuesta y habr¨¢ que jugar con decisi¨®n e inteligencia para ganar. Y viceversa: renunciar a esta batalla, incluso con argumentos como los de Vargas Llosa, es dar por perdidas la batalla y la guerra.
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