La ley del desastre
Es Kika una pel¨ªcula de alto -respecto de la media espa?ola- presupuesto y parece producida y elaborada con meticulosidad y sin detenerse en gastos, o que le permite alcanzar un (en la jerga de la iconolog¨ªa llamada posmoderna) look agradable, sobre todo a causa de la solvencia de la mirada de Alfredo Mayo tras la c¨¢mara. Pero no es una buena pel¨ªcula. O, en el rev¨¦s afirmativo y endurecedor de la frase: es una mala pel¨ªcula.El hecho de que este ama?o anticinernatogr¨¢fico contenga una zona con verdadero cine -la pintoresca y bien graduada escena de la violaci¨®n a Ver¨®nica Forqu¨¦ y la composici¨®n que hacen esta actriz y Rossy de Palma a los personajes Kika y su criada, que ponen un poco de orden en el enorme barullo argumental del relato y en el torpe, a veces casi penosamente torpe, trenzado de (es un decir, pues no son en realidad tales, sino simulaci¨®n de tales) situaciones di¨¢logos y personajes- no eleva la pel¨ªcula. Un filme es un todo, y el hecho de que una pel¨ªcula mediocre contenga una escena no mediocre, una verdadera composici¨®n y algunas divertidas ocurrencias, no redime su totalidad Por el contrario, estas gracias y solvencias parciales agudizan por contraste la cortedad y la insuficiencia del conjunto, de la totalidad. Y Kika en cuanto todo es nada, pura nada.
Kika
Direci¨®n y gui¨®n: Pedro Almod¨®var. Fotograf¨ªa: Alfredo Mayo. Espa?a, 1993. Int¨¦rpretes: Ver¨®nica Forqu¨¦, Peter Coyote, Victoria Abril, Charo L¨®pez, Alex Casanovas, Rossy de Palma, Santiago Lajusticia, Anabel Alonso, Bibi Andersen, Jes¨²s Bonilla, Karra Elejalde, Manuel Bandera. Estreno en Madrid: cines Palacio de la M¨²sica, Cid Campeador, Juan de Austria, Novedades, Cartago, Aluche, Florida y Excelsior.
Nada nuevo descubrimos: Almod¨®var es un brillante ideador, un sagacisimo promotor, un imaginativo director, un ingenioso dialoguista y un mal escritor de pel¨ªculas. Incluso en sus dos mejores obras -?Qu¨¦ he hecho yo ... ? y La ley del deseo-, los hallazgos del director est¨¢n da?ados y disminuidos por las deficiencias del escritor. Pero lo que en estos filmes -y m¨¢s a¨²n en Mujeres... y Atame- era un simple, aunque acusado, desequilibrio entre escritura y visualizaci¨®n, en Kika tal desequilibrio adquiere -como presagiaba Tacones lejanos- proporciones insalvables, mortales. Una pel¨ªcula de ficci¨®n convencional es ante y sobre todo un armaz¨®n, una construcci¨®n, y en Kika no hay armaz¨®n alguna: hay una sucesi¨®n amorfa -ensentido literal: el filme est¨¢ mal o no formalizado- de sucesos confusos y de ocurrencias de efecto tan s¨®lo moment¨¢neo. No m¨¢s que eso: de ah¨ª el vac¨ªo que la llena. El filme carece de secuencia, es decir: de orden temporal cre¨ªble, contagioso. Es un trenzado opaco, una acumulaci¨®n quieta, un amasijo de im¨¢genes carentes de tiempo -y por tanto de ritmo- interior y por tanto sostenidas desde fuera por argucias visuales y chistes verbales adosados, cuyo destino es ocultar la oquedad formal de fondo.
Almod¨®var suele paliar los vac¨ªos que las deficiencias de su escritura originan en sus pel¨ªculas sirvi¨¦ndose de su gran facilidad para el desparpajo coloquial ingenioso y de su fin¨ªsimo olfato para capturar los contrasentidos ambientales que flotan en la vida espa?ola. Pero en Kika aquel in genio coloquial y esta agudeza p para revelar el nonsense de nuestro folclor social cotidiano se le escapan como agua de entre las manos. Por ejemplo, la original idea de una presentadora de televisi¨®n uniformada de astronauta de reality show con que carga Victoria Abril carece de desarrollo: es un personaje sin transcurso, que surge y se agota en su primera (y as¨ª tambi¨¦n ¨²ltima) presencia. Nada puede hacer la experta actriz para crear por s¨ª sola las mediaciones que hubiera necesitado para desarrollar al inm¨®vil fantoche. Por su parte, el soso personaje catal¨¦ptico con que carga Alex Casanovas parece estar desde el principio destinado ¨²nicamente a ser sujeto del bonito gag de su resurrecci¨®n final mediante la descarga de un enchufe el¨¦ctrico en el dedo gordo de su pie: pero nada, salvo inexpresividad, ofrece entretanto.
F¨®rmula, no estilo
Y, como broche, el juego y contrajuego de enigma y secreto con que carga Peter Coyote es algo que se ve venir desde la primera escena en que aparece, y nada puede hacer tan solvente actor para ocultar sus cartas en la bocamanga, pues sabemos cu¨¢l es su jugada de antemano. Todo as¨ª resulta en Kika sabido y por reincidencia resabido, resultado no de un proceso org¨¢nico y gradual de creaci¨®n de tensi¨®n, de aventura, de representaci¨®n, de humor y de intriga, sino de la aplicaci¨®n mec¨¢nica a la pantalla de una f¨®rmula -es decir: lo contrario de un estilo- que, al ser f¨¢cilmente reconocible, pues ya era evidente en los clich¨¦s que componen el artificio de Tacones lejanos, parece, y nos tememos que es, candorosa, muy distante de la buena malicia de aquel Almod¨®var en plena forma que nos deslumbr¨® con las inesperadas e inesperables triangulaciones con que jug¨® en aquellas sus m¨¢s logradas y, aunque desequilibradas, memorables pel¨ªculas.Kika, a bote pronto, producir¨¢ por decreto ambiental mucho dinero: basta con que est¨¦ firmada por Almod¨®var para que as¨ª pueda ocurrir y ojal¨¢ ocurra. En el cine hay una inercia del nombre, una resultoner¨ªa autom¨¢tica de la marca de f¨¢brica, que raras veces falla y que este cineasta espa?ol se ha ganado a pulso y por m¨¦ritos propios. Pero, a la dura manera unamuniana, esta vez Almod¨®var vencer¨¢, pero no convencer¨¢. Kika les parecer¨¢ entretenida a unos y aburrida a otros, tanto da: en ambos casos es evidente que su aportaci¨®n al cine y, m¨¢s cerca, a la filmograf¨ªa de su productor, director y escritor es insignificante, pues en ella Almod¨®var es v¨ªctima de lo que otras veces fue su mejor arma: la agilidad del ingenio, neutralizado ahora por la incapacidad para convertir en construcci¨®n el conjunto de huecas ocurrencias que se suceden a lo largo de las dos horas de un metraje estancado y plagado de tiempos muertos por falta de captura de la emoci¨®n y de sentido de la duraci¨®n.
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