Sarajevo, capital cultural
El viaje de Juan Goytisolo a Sarajevo y la posterior publicaci¨®n de su libro Cuaderno de Sarajevo, la presencia de Susan Sontag en la capital bosnia para representar la obra de Beckett Esperando a Godot y el estreno del documental Esperando a Godot en Sarajevo, de Nicole St¨¦phane (la misma persona que produjo la pel¨ªcula Morir en Madrid), han vuelto a dar vigencia al viejo concepto del compromiso del intelectual, pese a los melifluos predicadores de la neutralidad de la intelligentsia y de la debilidad del pensamiento. Goytisolo y St¨¦phane han cumplido casi exactamente con las palabras de Camus: "El arte no es un placer solitario. Es un modo de emocionar al mayor n¨²mero de hombres ofreci¨¦ndoles una imagen privilegiada de los sufrimientos y de las dichas comunes".Pasa a la p¨¢gina 13
Viene de la primera p¨¢gina
Cuando, a principios del verano pasado, Goytisolo preparaba su presencia en la capital de Bosnia, se mostraba ya pesimista; no s¨®lo con el desarrollo de la guerra en la antigua Yugoslavia, sino en cuanto a la desafecci¨®n respecto a su proyecto: al final, s¨®lo Susan Sontag y ¨¦l, de entre un amplio grupo de intelectuales occidentales te¨®ricamente elegidos, viajaron a Sarajevo; el escritor acusaba la soledad intelectual. A la vuelta de Sarajevo ha demostrado, escribiendo su Cuaderno, algo que hay que repetir de modo permanente: que la denominada sociedad civil y sus componentes no son ser¨¢ficos y que si los pol¨ªticos, o m¨¢s concretamente algunos pol¨ªticos, se han distanciado de la realidad, tambi¨¦n hay intelectuales que incumplen con su obligaci¨®n de denunciar las transgresiones, m¨¢xime cuando ¨¦stas se manifiestan en genocidios, limpiezas ¨¦tnicas, campos de concentraci¨®n, violaciones masivas, etc¨¦tera.
Es muy frecuente, casi diaria, la repetici¨®n del mensaje del "fracaso estrepitoso" de los pol¨ªticos de todo el mundo para evitar cat¨¢strofes como la que sufre actualmente Bosnia-Herzegovina, pero los protagonistas de estas declaraciones no se las aplican a s¨ª mismos. Multitud de intelectuales tambi¨¦n han permanecido ciegos, neutrales o ausentes ante el exterminio yugoslavo y, en general, ante las grandes mutaciones que est¨¢ experimentando el mundo desde hace al menos un lustro. Hans Magnus Enzensberger ha hecho la cr¨ªtica de estas posiciones: "La alegr¨ªa mal¨¦vola de los intelectuales ante la humillaci¨®n de los pol¨ªticos por el vuelco de los acontecimientos ha estado dentro de unos l¨ªmites. No son s¨®lo los administradores del poder los que se sienten inc¨®modos, sino tambi¨¦n los administradores de ideas. No es de extra?ar, puesto que ambos imaginaron que podr¨ªan determinar la direcci¨®n que iba a tomar la sociedad. De ah¨ª su rivalidad tradicional. Se peleaban por tener el mismo privilegio: el de definir y resolver los problemas en nombre de todos los dem¨¢s... Los intelectuales, pues, padecen el s¨ªndrome de abstinencia tanto como los pol¨ªticos".
Frente a esta artrosis intelectual, Goytisolo hace en su libro una apasionante analog¨ªa con la Espa?a de la II Rep¨²blica y la guerra civil; a diferencia de lo ocurrido en Madrid, ninguna brigada internacional de intelectuales ha acudido en socorro de Sarajevo. "?C¨®mo explicar el abismo entre el sobresalto de la conciencia mundial en 1936 para defender una causa justa pese a sus excesos y errores y la apat¨ªa actual de los intelectuales y artistas, exceptuando una l¨²cida minor¨ªa, ante la agresi¨®n el terror y las matanzas de los aventajados disc¨ªpulos de Goebbels y Mill¨¢n Astray? ?D¨®nde est¨¢n los Hemingway, Dos Passos, Koestler, Simone Weil, Auden, Spender, Paz, que no vacilaron en comprometerse e incluso combatir, como Malraux y Orwell, al lado del pueblo agredido e inerme? Las tentativas de Susan Sontag y m¨ªa de atraer a autores de renombre a Sarajevo ha sido un fiasco".
El fustigamiento a los intelectuales que permanecen en sus torres de marfil o que mantienen que todo el mundo es bueno por igual no empece la tremenda cr¨ªtica del autor de Juan sin tierra a los dirigentes occidentales que han mirado a otra parte y que han utilizado dos varas de medir en la ex Yugoslavia, como antes lo hicieron en Kuwait o Palestina: las 37 resoluciones y 30 declaraciones del Consejo de Seguridad de la ONU tocantes a la agresi¨®n serbia han ido a parar directamente a la papelera.
Para esa cr¨ªtica ¨¢cida, cortante, se puede volver a hacer la comparaci¨®n con la contienda civil espa?ola: "Reparemos en la pobre idea que dan de s¨ª mismas esas democracias que fueron un d¨ªa orgullo del mundo -escribi¨® Antonio Machado en 1938, comentando el abandono de nuestra Rep¨²blica-; veamos cu¨¢nto sale o se guisa en nuestras canciller¨ªas, incapaces de invocar -siquiera a t¨ªtulo de dignidad formularia- ning¨²n principio ideal, ninguna severa norma de justicia. Como si estuvieran vencidas de antemano, o subrepticiamente vendidas al enemigo, como si presintieran que la llave del poder no est¨¢ ya en su poder... Reparemos en su actuaci¨®n desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una instituci¨®n nobil¨ªsima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un ¨®rgano superfluo, cuando no lamentable bufa si no coincidiese con los momentos m¨¢s tr¨¢gicos de la historia contempor¨¢nea".
Desde abril de 1992, la magnitud de la aniquilaci¨®n contra el pueblo bosnio es espectacular: 14.000 muertos (de ellos, 9.000 en Sarajevo), 151.000 heridos (53.000 en Sarajevo), 1.835.000 personas desplazadas, 156.000 detenidos en campos de concentraci¨®n serbomontenegrinos, 12.000 paral¨ªticos o inv¨¢lidos (de ellos, 1.300 ni?os) y alrededor de 38.000 mujeres violadas. Frente a esta realidad, los ciudadanos que nos consideramos dem¨®cratas deber¨ªamos poner esquelas con las fechas de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948; de la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos de 1950; del Acuerdo sobre Derechos Civiles y Pol¨ªticos de la ONU de 1966; de la Carta de la Conferencia sobre Cooperaci¨®n y Seguridad Europeas de Par¨ªs de 1990; de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas y de la Convenci¨®n de Ginebra. Goytisolo propone un epitafio para todas esas esquelas: "Aqu¨ª yacen la dignidad de la Comunidad Europea y la credibilidad de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas, muertas en Sarajevo. Perecieron por la inigualable cobard¨ªa y cinismo de sus negociadores y dirigentes".
Sontag, Steph¨¢ne y Goytisolo han apostado por un Sarajevo convertido en una nueva ciudad de Toledo de finales del siglo XX en la que convivan las tres culturas: "En el nuevo mapa de los Balcanes", dice el Cuaderno de Sarajevo, "trazado a sangre y fuego por los defensores de la primac¨ªa de los valores nacionales y religiosos, el mero nombre de Sarajevo simboliza la existencia de un cosmopolitismo odiado y sentido como afrenta; espacio de encuentro y de convergencias, punto donde las diferencias, en vez de ser causa de exclusi¨®n, se entremezclan y fecundan por ¨®smosis y permeabilidad, la capital bosnia cifra una concepci¨®n distinta, estimulante y abierta de la ciudad europea".
Ciegos, sordos y mudos, estamos permitiendo que la destruyan. Una forma de evitarlo es convirtiendo a Sarajevo en la capital cultural de Europa, de modo que sea espejo que evite la continuaci¨®n de la barbarie y la ciudad deje de ser el mayor campo de concentraci¨®n de la historia.
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