Se sientan en el banquillo los 2 ni?os de 11 a?os acusados de matar a otro de dos en Liverpool
El juicio a los dos menores que conmovieron la sociedad brit¨¢nica durar¨¢ un mes
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El jurado, nueve hombres y tres mujeres, decidir¨¢ sobre culpabilidad o inocencia. Pero la pregunta fundamental quedar¨¢ tal vez sin respuesta: ?Por qu¨¦? Dos ni?os, de 11 a?os se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de un juzgado de Preston, cerca de Liverpool, en el Reino Unido. Sobre ambos pesan los cargos de asesinato, secuestro y secuestro frustrado. La v¨ªctima fue Jarnes Bulger, un beb¨¦ de dos a?os, muerto a golpes el pasado 12 de febrero. El caso ha horrorizado a la sociedad brit¨¢nica, que no entiende c¨®mo fueron capaces de cometer semejante atrocidad.
Quien ha visto las im¨¢genes, dif¨ªcilmente podr¨¢ olvidarlas. Las c¨¢maras de seguridad del centro comercial Strand, en Bootle (Liverpool), captaron la tr¨¢gica secuencia. El peque?o James Bulger se hab¨ªa alejado unos pasos de su madre y, envuelto en abrigo y bufanda, trotaba entre escaparates. Aparecieron en pantalla otros dos cr¨ªos, mayores, y uno de ellos cogi¨® a James de la mano. Sucesivas c¨¢maras grabaron c¨®mo el tr¨ªo sal¨ªa del centro y se alejaba hacia un descampado. Mientras la b¨²squeda de la madre, cada vez m¨¢s alarmada, se agregaba al blanco y negro del v¨ªdeo, casi cien testigos presenciaron los ¨²ltimos pasos de James. Casi cuatro kil¨®metros, durante los cuales el cr¨ªo llor¨® casi continuamente. En varias ocasiones, los dos muchachos le golpearon en la cabeza. Nadie hizo nada.Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el cad¨¢ver de James fue hallado junto a una v¨ªa f¨¦rrea. El resultado de la autopsia no se hizo p¨²blico, pero el fiscal ofreci¨® ayer detalles espeluznantes. Seg¨²n su versi¨®n de los hechos, James muri¨® "tras una larga y violenta tortura". Los asesinos utilizaron ladrillos y una barra met¨¢lica para acabar con su vida, despu¨¦s de haberle pateado repetidamente. Abandonaron el cad¨¢ver, desnudo de cintura para abajo, sobre la v¨ªa del tren. Cuando el cuerpo fue descubierto, estaba partido en dos por la cintura y era pr¨¢cticamente irreconocible.
Las im¨¢genes grabadas en el centro comercial permitieron identificar a sus presuntos asesinos. Eran dos cr¨ªos de 10 a?os. Un testigo les vio poco antes del asesinato. El peque?o lloraba, los dos mayores re¨ªan. El horror sobre el horror.
El detective que interrog¨® por primera vez a los detenidos cont¨® luego: "Estaban con sus padres y con varios asistentes sociales. Todos los tr¨¢mites previos se resolvieron con los adultos. Intent¨¦ tom¨¢rmelo profesionalmente: hab¨ªa tratado ya con muchos delincuentes juveniles. Pero algo se nos rompi¨® dentro cuando uno de ellos abri¨® la boca. Era una voz infantil, preadolescente. La voz nos hizo comprender lo espantoso de la situaci¨®n".
La declaraci¨®n de los dos cr¨ªos no se hizo p¨²blica, pero la polic¨ªa dio por cerrado el caso y present¨® acusaciones. En la ropa de ambos se encontraron manchas de sangre perteneciente a la v¨ªctima. Al principio se hab¨ªa buscado a alg¨²n adulto, alguien que les hubiera convencido, alg¨²n culpable m¨¢s digerible que ambos ni?os. No lo hubo. Seg¨²n la polic¨ªa, actuaron solos. Hab¨ªa incluso indicios de premeditaci¨®n: poco antes de llevarse a James, hab¨ªan intentado secuestrar a otro peque?o.
Los cargos presentados ante el juez fueron de la m¨¢xima gravedad: asesinato, secuestro e intento de secuestro. Para un adulto, un veredicto de culpabilidad implicar¨ªa c¨¢rcel de por vida. Trat¨¢ndose de ni?os, la situaci¨®n es mucho m¨¢s incierta. Son t¨¦cnicamente condenables, pero habr¨ªan de quedar en libertad a los 18 a?os.
Vestidos con corbata
Los dos ni?os no pueden ser nombrados. El juez Morland orden¨® ayer que, en adelante, ser¨ªan conocidos como A y B. Tampoco se podr¨ªa nombrar a ninguno de los casi 100 testigos, ni hacerles entrevistas ni publicar dato alguno que pudiera facilitar la identificaci¨®n. El juez advirti¨® igualmente al jurado sobre la enorme publicidad del caso: "Si han escuchado algo por la radio, visto algo en televisi¨®n o le¨ªdo algo en la prensa, supr¨ªmanlo de su mente. Tendr¨¢n que decidir exclusivamente sobre la informaci¨®n que reciban en esta sala".
A y B, ambos de 11 a?os ahora, comparecieron a juicio vestidos con chaqueta y corbata. Bajo el banquillo se hab¨ªa colocado una tarima, para que, a pesar de su baja estatura, pudieran ver el desarrollo del proceso. Cuando el juez ley¨® sus nombres, asintieron con la cabeza. Inmediatamente despu¨¦s, a trav¨¦s de sus abogados, se declararon no culpables. Sus padres se sentaban tras ellos, cabizbajos. Ralph Bulger, padre del ni?o asesinado, compareci¨® en la sala por la tarde. La madre, Denise, embarazada de ocho meses, prefiri¨® no asistir.
Los ni?os est¨¢n al cuidado de asistentes sociales en un domicilio especial, proporcionado por el Ministerio de Sanidad. Su vigilancia ha sido asignada a polic¨ªas femeninos, y su traslado a la sala de juicios se efect¨²a a trav¨¦s de una puerta especial, para que no se mezclen con acusados adultos. El juicio durar¨¢ tres o cuatro semanas.
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