Traicionados por los gringos
Hace unos d¨ªas me top¨¦ con mi amigo el millonario mexicano Ruiz Poroto. Peque?ito, orej¨®n y muy gallo, Ruiz Poroto es el hom¨®logo del millonario tejano Ross Perot, enemigo n¨²mero uno del Tratado de Libre Comercio entre Canad¨¢, M¨¦xico y Estados Unidos, cuya C¨¢mara baja lo votar¨¢ el pr¨®ximo 17 de noviembre.Pero, como todos los hom¨®logos, Ruiz Poroto odia a su contraparte Ross Perot.
-?Ya me hart¨¦ de o¨ªrle hablar del gigantesco rumor succionador de empleos gringos y¨¦ndose a M¨¦xico! -me dijo-. A m¨ª lo que me preocupa es el gigantesco rumor triturador de empresas mexicanas hechas polvo por la competencia del coloso econ¨®mico norteamericano.
El se?or Poroto, en efecto, se queja de que la apertura de la frontera a la competencia de Estados Unidos ha demolido a todas las industrias mexicanas no competitivas. Ruiz Poroto, por ejemplo, era due?o de una f¨¢brica de juguetes. Su negocio se desplom¨® porque los consumidores mexicanos prefieren adquirir juguetes norteamericanos.
-Pero es que sus juguetes eran muy malos, se?or Poroto. Los ni?os se cortaban las manos.
-Como los "ni?os h¨¦roes" de Chapultepec -contest¨® don Ruiz- Que se sacrifiquen por la patria.
Ruiz Poroto ha perdido, me dice, no s¨®lo su f¨¢brica de juguetes, sino su f¨¢brica de papel, sus f¨¢bricas de maquinaria y sus maquiladoras en la frontera.
-Sin barreras aduanales, ?qu¨¦ sentido tienen las maquilas, mi amigo? Sus ventajas se esfuman. Esp¨¦rese a ver las industrias de exportaci¨®n instaladas por todo el pa¨ªs. Tan suave que era tener una frontera cerrada, sin fisgones exigi¨¦ndonos cumplir normas laborales o medidas ambientales. El libre comercio me est¨¢ dando en toditita la chapa.
-Aprenda a competir, don Ruiz -me atrev¨ª a decirle.
Poroto nom¨¢s movi¨® las orejas.
-?Competir? ?C¨®mo van a competir 20 millones de campesinos muertos de hambre en sus maizales con la agricultura eficaz y subsidiada de Canad¨¢ y Estados Unidos? Las ciudades mexicanas van a estallar con inmigrantes del campo. ?Qu¨¦ ganas de agitarlos, movilizarlos, agitar el espectro del miedo ante las clases medias mexicanas!
Alego, con el diablo de mi lado, que tambi¨¦n en Estados Unidos van a sufrir los cultivadores de c¨ªtricos y hortalizas con la competencia mexicana y que, en todo caso, los renglones agr¨ªcolas cuentan con un periodo de gracia de 15 a?os para ajustarse al libre comercio. Pero Poroto ya se arranc¨® por una de sus avenidas favoritas, que es la de la venganza.
-?Sabe? -me dice con ojos sicilianos- Ojal¨¢ que el TLC sea derrotado en el Congreso norteamericano. Ojal¨¢ que regrese el proteccionismo mexicano, aumenten los aranceles y dejemos de importar productos norteamericanos. Qu¨¦ bonita venganza. Estados Unidos tiene una balanza comercial ultrafavorable con M¨¦xico. Cerca de 6.000 millones de d¨®lares. Que se chinguen. Vamos a dejar de comprarles. ?Por qu¨¦ les estamos salvando a las industrias e Michigan a Pensilvania con 4.000 millones de d¨®lares de importaciones anuales? ?Por qu¨¦ les estamos concediendo un mill¨®n de empleos en aumento para atender a la creciente demanda de bienes norteamericanos? Que se contraiga la importaci¨®n desde M¨¦xico. Que se desplomen las exportaciones yanquis a M¨¦xico. Que aumente el desempleo en Estados Unidos.
-Perot alega que va a haber desempleo en Estados Unidos, pero debido a la fuga de empresas hacia M¨¦xico, en busca de salarios bajos...
-M¨¢s bajos son los salarios en Bangladesh, Nicaragua o Somalia, y yo no veo una carrera para invertir all¨ª. Fig¨²rese, en los ¨²ltimos 10 a?os sin TLC, Estados Unidos ha perdido o desplazado 20 millones de empleos. Con o sin TLC, a ellos les corresponde entrenar trabajadores, educarles para competir en las industrias del futuro. El problema de los gringos es competir con Alemania o Jap¨®n, no con M¨¦xico. Estoy hasta las orejas. Vamos pint¨¢ndoles un viol¨ªn a los gringos y en cambio vamos a damos besitos con los europeos y los asi¨¢ticos. Vamos convirtiendo a M¨¦xico en trampol¨ªn de Europa y Jap¨®n para invadir el mercado norteamericano. ?Zas?
El se?or Poroto se iba excitando por minutos, impidi¨¦ndome contestar a sus argumentos.
-Entonces no se oponga al TLC -logr¨¦ intercalar-. ?No cree que aqu¨ª en M¨¦xico tambi¨¦n debemos adaptarnos a tecnolog¨ªas que, como ha se?alado Clinton, al fin y al cabo son universales?
-?No! -me grit¨® don Ruiz- ?No! Yo lo que quiero es m¨¢s pobreza y peores salarios en M¨¦xico para enviar masas y masas de trabajadores migratorios a Estados Unidos, invadir California, retomar Tejas...
-C¨¢lmese, se?or Poroto... -dije in¨²tilmente.
-Estoy harto -grit¨®-. Estoy harto de que un demagogo como Pat Buchanan diga que M¨¦xico es una porqueriza. Que avienten a un marciano al Bronx para que vea lo que es un basurero y luego generalice sobre Estados Unidos. ?No hay que ser! Aqu¨ª por lo menos no nos andamos tiroteando por las calles.
-Pero algunos senadores en Washington alegan que M¨¦xico no es una democracia y que no puede haber libre comercio con un pa¨ªs que pol¨ªticamente no es libre.
-Entonces -cacare¨® Poroto como villano de cine mudo-, Estados Unidos no podr¨¢ tener tratados de libre comercio con el 80% de las naciones del mundo, que tampoco son democr¨¢ticas. No, mi amigo, lo que pasa es que Estados Unidos est¨¢ aterrado con un mundo que no entienden, un mundo abierto, interdependiente y no ideol¨®gico que excluye la gran cruzada contra el enemigo confiable. Si no pueden con el TLC, ?qu¨¦ van a poder con la Comunidad Europea o la Cuenca del Pac¨ªfico? D¨¦jeme que me r¨ªa.
Lo hizo, agach¨¢ndose con un brusco gesto de la mano derecha.
-Yo, de plano, mejor recojo mis canicas y me voy a jugar a otro parque. Una vez m¨¢s, los gringos nos han traicionado. Qui¨¦n nos manda tenerles confianza. Yo, por mi parte, feliz de que volvamos a ser un pa¨ªs endeudado, encerrado, proteccionista, con industrias que no compiten, mano de obra barata, poluci¨®n sin barreras y un mercado cautivo al que pueda venderle mis juguetes... aunque los ni?os se corten las manos. Ojal¨¢ que el 17 de noviembre sea derrotado el TLC y todos volvamos, tranquilamente, a la econom¨ªa de 1953.
Suspir¨® nost¨¢lgicamente y se fue de lado.
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