La organizaci¨®n mundial del comercio
Nada m¨¢s presentar sus cartas credenciales como embajador de Estados Unidos, mi buen y viejo amigo Richard Gardner ha enviado su tarjeta de visita al diario EL PA?S en forma de un interesante art¨ªculo sobre La Ronda Uruguay. Sobre su nombramiento pienso que esta acertada decisi¨®n de la Administraci¨®n de Clinton pone la representaci¨®n norteamericana en Espa?a a la altura de sus predecesores Benjamin Franklin o John Jay.En relaci¨®n con el art¨ªculo, hay una afirmaci¨®n de Richard con la que estoy de acuerdo: la conclusi¨®n de la Ronda Uruguay significa tambi¨¦n mucho para Espa?a, aunque el GATT [Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio] sean unas siglas un tanto ex¨®ticas y alejadas de las preocupaciones dominantes en nuestro pa¨ªs.
He tenido la oportunidad de seguir las vicisitudes de las relaciones comerciales EE UU-CE con las tres ¨²ltimas administraciones desde la atalaya europea, que es desde el comienzo de la Ronda Uruguay la de Espa?a, y he llegado a la conclusi¨®n de que existe un indudable desfase entre las posiciones norteamericanas y europeas que va m¨¢s all¨¢ de las posiciones t¨¢cticas negociadoras o los malentendidos. Para Estados Unidos, se trata de mantener el esquema multilateral de Bretton-Woods, que defini¨® el orden monetario y comercial en v¨ªsperas del fin de la guerra mundial. Su virtualidad ha sido enorme, habiendo impedido la fragmentaci¨®n del mundo en bloques estancos entre s¨ª, como ocurri¨® en los a?os treinta, con la multiplicaci¨®n de efectos depresivos.
La regla de oro del sistema instaurado era que cada pa¨ªs deb¨ªa tratar del mismo modo a todos los dem¨¢s, extendiendo autom¨¢ticamente la cl¨¢usula de naci¨®n m¨¢s favorecida. De hecho, el sistema no ha funcionado as¨ª porque se han ido configurando bloques comerciales regionales, del que el caso m¨¢s avanzado es la Comunidad Europea. Entretanto, la realidad ha cambiado profundamente: Estados Unidos no es ya la primera potencia econ¨®mica mundial de modo indiscutido, y no s¨®lo van desapareciendo los mercados cautivos, sino que, adem¨¢s, un importante grupo de pa¨ªses del otrora llamado Tercer Mundo van apareciendo y consolid¨¢ndose con ¨¦xito como exportadores industriales o agropecuarios.
A esta realidad no es insensible el mismo Estados Unidos, que ha decidido crear una zona de libre comercio con Canad¨¢ y M¨¦xico a trav¨¦s del Tratado de Libre Comercio. Iniciativa a la que se ha apuntado ya Chile, mientras que otros pa¨ªses latinoamericanos muestran un claro inter¨¦s. Su destino ha sido objeto de un decisivo voto de autorizaci¨®n por la v¨ªa r¨¢pida (fast track) en la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos el pr¨®ximo 17 de noviembre, habi¨¦ndose tenido que renegociar y desarrollar aspectos laborales y ambientales. Ahora, el pr¨®ximo emplazamiento es la fecha del 15 de diciembre, que es tambi¨¦n la de vencimiento de la autorizaci¨®n de v¨ªa r¨¢pida en el Congreso de Estados Unidos para la Ronda Uruguay. No me extender¨¦ en comentar la ¨²ltima teor¨ªa de moda en Estados Unidos, que es la de creaci¨®n de un ¨¢rea de libre comercio en el Pac¨ªfico, como alternativa a la relaci¨®n con Europa, con China y Jap¨®n juntos, adem¨¢s de los tigres. Desde luego, si las relaciones con el Viejo Continente atraviesan momentos dif¨ªciles, esta perspectiva, de momento, est¨¢ entre el cuento chino y un trabajo de chinos. A¨²n hoy, la relaci¨®n bilateral EE UU-CE es la m¨¢s importante del mundo y representa alrededor de un tercio del comercio global, siendo ambos los principales socios respectivos.
Hay otros signos preocupantes en la negociaci¨®n de la actual ronda. En el cap¨ªtulo de la mejora del acceso al mercado, las negociaciones sobre la armonizaci¨®n de aranceles en los productos qu¨ªmicos y la eliminaci¨®n de los mismos en ocho sectores industriales consecuencia de la Cumbre de Tokio no van por buen camino por falta de voluntad norteamericana y japonesa, en opini¨®n del negociador comunitario, se?or Leon Brittan, poco sospechoso de veleidades proteccionistas.
En el cap¨ªtulo de refuerzo de la disciplina, destacan especialmente como temas contenciosos el c¨®digo de subvenciones -con dos frentes abiertos con Estados Unidos como la ayuda a la construcci¨®n aeron¨¢utica civil y a la siderurgia-, la defensa de la propiedad intelectual y la lucha contra las falsificaciones. Con todo, la cuesti¨®n m¨¢s seria es la relativa a la resoluci¨®n de contenciosos, con el paso del sistema actual del consenso a un mecanismo autom¨¢tico y obligatorio. Cambio fundamental que supone para Estados Unidos el aceptar el arbitraje del GATT, renunciando a recurrir, cuando le conviene, a su propia legislaci¨®n de defensa comercial, con la famosa secci¨®n 301 de la Trade Act, que permite poner en la picota un?lateralmente a cualquier pa¨ªs del mundo como violador de las normas del comercio internacional. Por no citar la teor¨ªa del comercio dirigido, tan cara a la asesora presidencial Laura Tyson, m¨¦todo de conseguir objetivos con el interlocutor bajo la amenaza de recurrir a sanciones. Pol¨ªtica que se inscribe en la filosof¨ªa del unilateralismo, profundamente anclada en la mentalidad y en la legislaci¨®n norteamericana, consistente en la definici¨®n de supuestos que se consideran como actuaciones ofensivas por parte de personas f¨ªsicas o jur¨ªdicas o pa¨ªses contra Estados Unidos. El juicio sobre el car¨¢cter unfair (desleal) de estas medidas es decidido unilateralmente por la Administraci¨®n de Estados Unidos, sin referencia o, a menudo, en abierto conflicto con las reglas de comercio multilateral.
Los obst¨¢culos no se limitan, por tanto, al acuerdo de Blair House y a la excepci¨®n cultural. Respecto al primero, aun no compartiendo la obsesi¨®n de algunos pol¨ªticos galos por declarar una guerra santa en torno al tema, espoleados h¨¢bilmente por intereses agr¨ªcolas muy concretos, no parecer¨ªa razonable que todo el proceso se fuera al garete por una cuota de mercado de cereales.
En lo que respecta a la llamada excepci¨®n cultural el problema es m¨¢s complicado. Efectivamente, se trata de una de las principales actividades exportadoras norteamericanas, pero tambi¨¦n es un sector querido en la comunidad. Sin terciar en la pol¨¦mica entre Mario Vargas Llosa y R¨¦gis Debray, pienso que el problema no est¨¢ tanto en tratar de proteger culturas presuntamente mortecinas como en luchar contra una situaci¨®n de control monopol¨ªstico de los mecanismos de distribuci¨®n. El relato del ex ministro de Cultura Jordi Sol¨¦ Tura, en estas mismas p¨¢ginas, sobre la actitud de la poderosa organizaci¨®n cinematogr¨¢fica norteamericana con sus tent¨¢culos bruselenses es un elocuente ejemplo de comportamiento un fair como m¨ªnimo.
No resulta f¨¢cil de comprender que Estados Unidos pueda
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