La cr¨ªtica norteamericana elige mejor pel¨ªcula del a?o el ¨²ltimo filme de Spielberg
Hollywood acaba de descubrir a un director que ocupar¨¢ un lugar de honor en la cinematograf¨ªa, aun en el caso de que Schindler's list sea la ¨²nica pel¨ªcula de su carrera. Su nombre es Steven Spielberg, y su obra, estrenada el mi¨¦rcoles en Estados Unidos, tiene el sabor de un cl¨¢sico y est¨¢ realizada con la maestr¨ªa de un veterano. Schindler's list es la m¨¢s conmovedora narraci¨®n del holocausto jud¨ªo que se ha visto en las pantallas, una pel¨ªcula destinada al Oscar. Las tres principales asociaciones de cr¨ªticos norteamericanos la eligieron ayer por unanimidad mejor pel¨ªcula de 1993.
Schindler's list es una pel¨ªcula de visi¨®n obligatoria. Debe de ser dif¨ªcil de admitir para un hombre que ha hecho 4.000 millones de d¨®lares con pel¨ªculas como ET, Tibur¨®n, la serie de Indiana Jones y Jurasic Park; que es necesario todav¨ªa hacer algo m¨¢s para ser respetado como autoridad del cine.Cuando la historia comienza con el met¨®dico despliegue de los tinteros y los libros que los ocupantes nazis utilizan para registrar a los jud¨ªos de Cracovia, el espectador tiene la sensaci¨®n, reforzada por el blanco y negro, de estar viendo alguna vieja y desconocida reposici¨®n de Orson Welles. Enseguida descubrimos que el h¨¦roe de la pel¨ªcula, Oscar Schindler, no es el arquetipo cuadrado de otras cintas de Spielberg.
Oscar Schindler es un tipejo sin escr¨²pulos de esos que hacen dinero de los males ajenos y merodea como una hiena en torno a los poderosos. Spielberg convierte a ese personaje en h¨¦roe de manera lenta y contradictoria, un poco en contra de su voluntad. Y utiliza su historia para contar el holocausto.
La pel¨ªcula de Spielberg conmociona, pero sin a?adir dramatismo artificial a acontecimientos suficientemente tr¨¢gicos de por s¨ª. La cinta contiene momentos sobrecogedores que provocan las l¨¢grimas, pero la violencia que exhibe es violencia seca, cruel pero precisa, sin derroches sensibleros.
Los nazis son retratados, desde luego, como seres abominables que merecen el juicio que de ellos hizo la historia. Los jud¨ªos aparecen mucho m¨¢s humanizados; hay buenos, malos y regulares. Algunos de ellos incluso colaboran con los alemanes en la vigilancia de los campos de concentraci¨®n. En la noche del estreno el p¨²blico qued¨® mudo tras las palabras the end y abandon¨® la sala en medio de un ligero murmullo de iglesia.
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