"Vale, Sanson, vu¨¦lvete a la cama"
El "s¨ªndrome de Jerusal¨¦n" enloquece a turistas y peregrinos
La enfermera supo enseguida qu¨¦ ten¨ªa que hacer cuando se encontr¨® al gigant¨®n canadiense que pretend¨ªa ser Sans¨®n en el jard¨ªn de la cl¨ªnica. "Hab¨ªa Intentado fugarse atravesando una pared. Nos desarm¨® la habitaci¨®n, pero la enfermera le convenci¨® para que regresara a la cama llam¨¢ndole por su nombre." La doctora Aizenberg, jefa de la sala para turistas aquejados del s¨ªndrome de Jerusal¨¦n del psiqui¨¢trico gubernamental Kfar Shaul, en las afueras de la ciudad santa, recuerda con humor la haza?a del m¨¢s forzudo de los loquitos b¨ªblicos con el que ha lidiado. "Aunque tambi¨¦n los hay que se identifican con Cristo y con Juan Bautista. Depende de que sean jud¨ªos o cristianos".Desde hace casi 15 a?os, el Kfar Shaul viene admitiendo a todo el turista que se pira en la contemplaci¨®n de los lugares citados en el Antiguo y Nuevo Testamento, a un promedio de una cincuentena por a?o. "En Pascuas y a fin de a?o es cuando vienen m¨¢s, coincidiendo con el aumento de turistas", informa el doctor YaIr Bar-El, director del establecimiento. "Aunque en la actualidad los circuitos tur¨ªsticos ya saben de qu¨¦ va, y en cuanto ven a un tipo caminar desorientado a un par de calles del hotel se lo entregan a la polic¨ªa y ¨¦sta nos lo trae, de forma que no podemos estudiar el s¨ªndrome completo". Hasta hace poco, lo normal era encontrarse en el desierto de Judea, entre Jeric¨® y Jerusal¨¦n, con un tipo en pelotas que pretend¨ªa purificarse entonando salmos y cantando el apocalipsis.
"Hay quien viene con una enfermedad mental ya declarada. Tenemos a un maniaco depresivo de Nueva Zelanda que, cada vez que le entra la crisis, se viene a Israel a matar a su yerno porque cree que ha violado a su hija. Cuando se le pasa, comprende que s¨®lo se ha casado con ella. Luego est¨¢n los que ya vienen identificados con alguna figura b¨ªblica, y los que pretenden difundir una idea religiosa o pol¨ªtica, o traer la paz".
Est¨¢n tambi¨¦n los que, sin estar locos, se creen en posesi¨®n de la verdad -y en eso, reconoce el doctor, no se diferencian gran cosa de muchos hombres de religi¨®n que pululan por las calles-, como un ingeniero en computadoras norteamericano que se dedic¨® a buscar la fe aut¨¦ntica, y todo le fue bien hasta que entr¨® en la iglesia del Santo Sepulcro y se li¨® a cantazos con los monjes, acus¨¢ndolos de id¨®latras. "Hubo otro que ven¨ªa siempre a Jerusal¨¦n porque dijo que ¨¦ste era el ¨²nico lugar en donde hablaba con Jes¨²s y con la Virgen y ¨¦stos le contestaban. El problema surgi¨® cuando vio a Dios sobre una mezquita y los musulmanes reaccionaron violentamente".
Con todo, el s¨ªndrome de Jerusal¨¦n estricto es una locura fugaz que ataca al turista durante cinco o seis d¨ªas, primero como excitaci¨®n y luego como necesidad de purificarse. Despu¨¦s se visten con una t¨²nica de s¨¢bana de hotel y necesitan ir a uno de los lugares santos. Cuando se le pasa, el paciente se siente avergonzado, lo recuerda todo, pero no habla, y s¨®lo repite que estuvo como borracho. Y sigue su viaje. En general, se trata de protestantes educados en familias muy ortodoxas, con la Biblia como libro de consulta a todas horas y conservan una imagen m¨ªtica de Jerusal¨¦n. "`Al encontrarse en la ciudad sufren un choque de realidad y no pueden soportarlo". Sans¨®n, dice el doctor, sinti¨® all¨ª la necesidad de cambiar de sitio una piedra sagrada. Se conform¨® con demoler un muro de la cl¨ªnica.
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