La segunda muerte de Chico Mendes
La realidad sepulta los ideales del l¨ªder ecologista, asesinado hace cinco a?os
Cinco a?os despu¨¦s del disparo de escopeta que abati¨® al ecologista brasile?o Chico Mendes -el l¨ªder de los seringueiros, los trabajadores caucheros del norte de Brasil- queda muy poco de los frutos de su lucha por la preservaci¨®n de la selva del Amazonas.El Movimiento por la Protecci¨®n de los Pueblos de la Selva, creado por ¨¦l, est¨¢ a punto de desaparecer aplastado por las rivalidades de intrigas surgidas entre sus antiguos compa?eros. Al mismo tiempo, muchos seringueiros abandonan la regi¨®n en busca de actividad m¨¢s rentable.
Durante el velatorio de Chico Mendes, sus compa?eros del Sindicato de los Trabajadores Caucheros y del Movimiento por la Protecci¨®n de los Pueblos de la Selva prometieron continuar su lucha en defensa de la selva. Pero no contaron con un obst¨¢culo inesperado: la fuerte ayuda financiera que lleg¨® del exterior, en vez de fortalecer al movimiento, sirvi¨® para despertar las ambiciones y enconos que acabanan por dividirlo.
La viuda del ecologista -asesinado el 22 de diciembre de 1988-, que era presidenta de la Fundaci¨®n Chico Mendes, fue destituida bajo acusaciones de corrupci¨®n y actualmente la entidad est¨¢ cerrada e intervenida por la justicia. Despu¨¦s de haber cobrado un mill¨®n de d¨®lares por los derechos cinematogr¨¢ficos sobre la vida de Chico, Ilzamar Mendes es hoy una rica hacendada y hace dos a?os se cas¨® con J¨²lio Nic¨¢sio, uno de los amigos del ecologista asesinado.
La semana pasada, Jos¨¦ Mendes, el hermano de Chico, fue derrotado en las elecciones del Sindicato de los Trabajadores Caucheros, durante las cuales los antiguos compa?eros del l¨ªder seringueiro se enzarzaron en un interminable intercambio de acusaciones, insultos y golpes.
Los asesinos, los hacendados Darly Alves da Silva y su hijo Darci, huyeron de la c¨¢rcel cuando hab¨ªan cumplido s¨®lo dos de los 19 a?os de prisi¨®n a que fueron condenados, y permanecen pr¨®fugos hasta hoy. La polic¨ªa ya abandon¨® su b¨²squeda.
Por otra parte, la propuesta de Chico Mendes de preservar la selva promovien o actividades autofinanciadas como la explotaci¨®n del caucho y las casta?as de Para, parece condenada por la inflexible realidad econ¨®mica. Los caucheros producen las casta?as a un costo de 3,50 d¨®lares el kilo, pero la venden en el mercado a 2,50 d¨®lares. El caucho se cotiza a 50 centavos de d¨®lar por libra de peso y un seringueiro no extrae m¨¢s de 1.500 libras por a?o.
El escritor espa?ol Javier Moro, quien tras vivir tres a?os en la selva escribi¨® el libro Senderos de libertad (Planeta-Seix Barral) observa que, pese a todo, la lucha del ecologista asesinado tiene un saldo positivo. Se?ala que ha surgido la nueva conciencia ecol¨®gica que se tradujo en medidas concretas de protecci¨®n de la selva. Las tesis de Chico Mendes sirven hoy de gu¨ªa para pol¨ªticas gubernamentales, y la idea de transformar la selva en un vasto territorio de pastos parece haber perdido fuerza en Brasil.
Sin embargo, la mayor amenaza que se cierne sobre la Amazonia contin¨²a en pie: es la pobreza del pa¨ªs, la presi¨®n de una sociedad que necesita tierra para sobrevivir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.