Indonesia, mas sombras que luces
El tira y afloja entre Suharto y la milicia crea una falsa sensaci¨®n de apertura en el gigante del sureste asi¨¢tico
ENVIADO ESPECIALMarsinah fue asesinada en la musulmana Indonesia, cuarto pa¨ªs m¨¢s poblado del planeta, con 185 millones de habitantes en un archipi¨¦lago de 13.677 islas, 300 etnias y 250 dialectos controlado desde la asonada de 1967 por los militares y el general Suharto, un dictador de 72 a?os que desde hace 10 anuncia en falso su retirada. Marsinah, de 23, fue apu?alada salvajemente porque pidi¨® que las 25 pesetas diarias, al cambio, asignadas para la comida fueran incorporadas con car¨¢cter definitivo a un salario de 100 por d¨ªa.
Goenawan Mohaman, intelectual que denuncia una creciente prosperidad nacional fundamentada mucho en la represi¨®n de las libertades y en peonadas obedientes y baratas, cree que a los verdugos de la joven no les molest¨® tanto la cantidad pedida "como el valor demostrado en su demanda". Marsinah y los huelguistas que secundaron su protesta desafiaron los conceptos de "armon¨ªa, unidad, paz y orden", amaestrados por el r¨¦gimen para perpertuar un mandato que residentes occidentales definen como de "luces y sombras".
"Esta historia y otras las publica la prensa de Yakarta", reconocen dos expertos comunitarios en el nuevo restaurante italiano de una capital con 400.000 asm¨¢ticos, miles de mendigos y en apresurada transformaci¨®n urban¨ªstica. Uno de ellos, diplom¨¢tico, ha observado en apenas dos a?os de destino movimientos pol¨ªticos y surgimientos civiles discretos e invertebrados, pero anteriormente ausentes.
Las pasadas manifestaciones isl¨¢micas contra la loter¨ªa llegaron a las puertas del palacio presidencial, y los militares, que antes hubieran disparado sin contemplaciones, se abstuvieron. El juego acab¨® suspendi¨¦ndose. "Fue s¨®lo el comienzo", asegura uno de los estudiantes que el pasado d¨ªa 14 pidi¨® abiertamente, con otros 50 que enarbolaban pancartas contra Suharto, m¨¢s democracia y un debate p¨²blico sobre su interminable liderazgo. Detuvieron a 20.
Atemperamiento castrense
En este sentido, Indonesia es un basti¨®n libertario comparada con China. No es f¨¢cil, sin embargo, determinar las razones ¨²ltimas de ese "atemperamiento" castrense, ni interpretar el mayor margen de maniobra de librepensadores y activistas sociales o la pasividad de la censura ante una prensa escrita que informa sobre el r¨¢pido enriquecimiento de "la familia" y aborda asuntos cuya publicaci¨®n castigar¨ªan otros autoritarismos.Un t¨¦cnico con 20 a?os de residencia en" Indonesia sospecha que estos destellos sean cosm¨¦ticos o consecuencia inevitable del tira y afloja entre palacio y la milicia. Suharto, cercano al perfil de los antiguos sultanes javaneses, trata ahora de ganarse el apoyo del islamismo, m¨¢s moderado aqu¨ª que en otros pa¨ªses, y parece favorecer el progresivo apartamiento de los uniformados de los puestos pol¨ªticos claves.
Pese a que, por primera vez desde su fundaci¨®n, en 1964, y desde el pasado mes, el presidente de la poderosa organizaci¨®n gubernamental Golkar es un civil, la mayor¨ªa de las fuentes consultadas piensan que no son previsibles cambios sustantivos en este estable mastodonte del sureste asi¨¢tico mientras el patriarca contin¨²e al mando y la c¨²pula castrense se considere bien atendida pol¨ªtica y econ¨®micamente.
"Las contradicciones en esa aparente apertura son constantes", subraya el diplom¨¢tico comunitario. El portavoz de un grupo proderechos humanos, cuyo funcionamiento se tolera siempre que sea discreto, destaca indicios de creciente conflicto entre Suharto y el sector m¨¢s reaccionario de las Fuerzas Armadas, pero advierte contra las apariencias enga?osas. "El r¨¦gimen contin¨²a, esencialmente, militar, burocr¨¢tico y represivo".
El presidente Suharto, entronizado en uno de los golpes m¨¢s sangrientos de la moderna historia universal y sin sucesor claro, ha convertido en multimillonarios a todos sus familiares y amigos, pero, paralelamente, ha reconstruido un pa¨ªs al borde de la bancarrota promoviendo la inversi¨®n extranjera y unas reformas econ¨®micas de resultados evidentes.
Las exportaciones alcanzaron los 38.000 millones de d¨®lares (unos 5 billones de pesetas) y el ¨ªndice nacional de pobreza baj¨® desde el 60% en 1970 al actual 15%, seg¨²n datos oficiales. Anwar gana 5.000 pesetas al mes, al cambio, vendiendo fruta en una callejuela del cintur¨®n m¨¢s miserable de una capital de ocho millones de habitantes, y no parece dispuesto al alzamiento. "Como vivo solo, me defiendo", comenta ajeno a que, con la excepci¨®n de India, Bangladesh, Laos, Birmania o Vietnam, los salarios de su pa¨ªs son las m¨¢s bajos de Asia, y las condiciones de trabajo, lamentables.
El r¨¦gimen, que quiso adecentarse con instancias sindicales, legislativas o judiciales ama?adas, ha escolarizado al 81% de la poblaci¨®n, construye hospitales y alcantarillas y se autoabastece de arroz desde mediados de los ochenta; el crecimiento econ¨®mico no tiene precedentes desde la independencia nacional de Holanda y Jap¨®n, poco despu¨¦s de 1945.
El profesor Garnaut, de la Universidad Nacional de Australia, pronostic¨® en un seminario desarrollado en Sidney que la econom¨ªa indonesia podr¨¢ superar en el futuro a las europeas, incluida la alemana. Pero son muchos los problemas por delante y las bocas que alimentar en el archipi¨¦lago tropical donde se turnaron pr¨ªncipes, sultanes, conquistadores portugueses, brit¨¢nicos, holandeses o nipones; el ¨ªndice de mortalidad infantil es alt¨ªsimo, y no hay empleos para los m¨¢s de dos millones de personas que anualmente se incorporan al mercado de trabajo.
Pese al eficaz programa de planificaci¨®n familiar, el hacinamiento humano en la isla de Java, con cien millones de habitantes, en uno de cuyos llanos costeros se enclava Yakarta, es tan constatable como el atraso pendiente en las selvas de Borneo, las monta?as de Nueva Guinea o los pantanos de Sumatra.
El desempleo alcanza el 38% y el paro encubierto, tambi¨¦n alto, es dif¨ªcilmente cuantificable. Y en este pa¨ªs de 80.000 pesetas de renta per c¨¢pita anual un ministro admiti¨® que el 30% del presupuesto nacional no se gasta en las partidas asignadas: desaparece absorbido por una corrupci¨®n imbatible que se descubre en el aeropuerto. "No tiene el visado preceptivo, pero por ser domingo le ayudar¨¦. Usted tambi¨¦n lo har¨¢ conmigo, ?no?". Ochenta d¨®lares y adelante.
La compleja Indonesia, musulmana en un 85% de su poblaci¨®n, pero tambi¨¦n protestante o cat¨®lica (10%), hind¨² (2%), budista o brujera, crece a una media del 6% desde el golpe contra la ca¨®tica Administraci¨®n del presidente Sukarno, respetado l¨ªder independentista, cuya hija Megawati, de 46 a?os, ha sido colocada al frente de uno de los dos ¨²nicos partidos de oposici¨®n autorizados.
El fanatismo isl¨¢mico y escuadrones embrutecidos en los cuarteles se encargaron de vengar aquella confusa intentona del primero de octubre de 1965, atribuida entonces a una "conspiraci¨®n comunista"; fueron pasados a cuchillo casi medio mill¨®n de personas: militantes del Partido Comunista Indonesio (PKI), inocentes sospechosos de filiaci¨®n marxista o chinos cuya riqueza, envidiada, se tild¨® de traidora a la patria. Esta etnia, aunque representa s¨®lo el 3% de la poblaci¨®n, se ha recuperado con la ayuda de Suharto y actualmente controla el grueso de los consorcios indonesios, principalmente la banca. Grupos extranjeros y servidores del r¨¦gimen dominan el resto. La deuda externa lleg¨® a los 73.000 millones de d¨®lares y es uno de los m¨¢s pesados lastres.
'Nuevo orden'
Apartado del poder Sukarno, que muri¨® en 1970 bajo arresto domiciliario, Suharto y el movimiento militar Golkar inauguraron un nuevo orden en esta inmensa naci¨®n, agr¨ªcola en un 70% de su territorio. Rica en petr¨®leo, n¨ªquel y cobre, se extiende 5.100 kil¨®metros, desde le pen¨ªnsula de Malaca hasta Australia, curv¨¢ndose sobre la l¨ªnea del ecuador. Mulya Lubis, presidente del Consejo Fundacional del Centro de Estudios sobre Derechos Humanos, domiciliado en Yakarta, considera que es el momento de "acometer una esencial modificaci¨®n de un sistema que fue aplaudido cuando las dictaduras comunistas de los sesenta abrieron el paso a sus contrarias". El general y sus compa?eros de armas impusieron a la, fuerza la subordinaci¨®n de cualquier libertad a la estabilidad y seguridad nacionales y el crecimiento econ¨®mico. "No estamos diciendo que esas metas no sean importantes, pero el pleno respeto de los derechos fundamentales de las personas debe constituir el n¨²cleo de cualquier pol¨ªtica". Lubis est¨¢ convencido de que este Gobierno no cumplir¨¢ con el requisito. "Generalmente, esos derechos se rechazan y condenan como importaciones ideol¨®gicas de Occidente sin ra¨ªces culturales en el pa¨ªs. Y peor todav¨ªa, se los etiqueta de instrumentos del expansionismo econ¨®mico occidental".Las detenciones arbitrarias y la tortura sistem¨¢tica son tan frecuentes como benignas las sentencias impuestas a quienes las practican. Seg¨²n un informe sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en 1992, preparado por la Embajada estadounidense en la capital indonesia, un tribunal militar conden¨® a 14 meses de prisi¨®n a un sargento que apale¨® hasta la muerte a un detenido. Patricia D¨ªaz, que redact¨® el documento, es contundente: "Cualesquiera que sean los te¨®ricos derechos amparados por la Constituci¨®n, los ciudadanos no tienen de hecho posibilidades de cambiar el Gobierno a trav¨¦s de medios democr¨¢ticos".
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