La voracidad de los Suharto
Los hijos del presidente de Indonesia controlan el entramado econ¨®mico del pa¨ªs
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ENVIADO ESPECIALEl presidente Suharto, un caudillo javan¨¦s con 72 a?os de vida y 28 de ordeno y mando en Indonesia, reacciona airadamente cuando se comparan las actividades empresariales de sus seis hijos con el bandolerismo de la familia Marcos en Filipinas, e imputa a los denunciantes hostiles intenciones pol¨ªticas. Suharto conoce tambi¨¦n que su prolongada permanencia en el poder es atribuida, entre otras razones, a su paternal compromiso con la salvaguarda de los intereses financieros de su gran familia, calculados en m¨¢s de 3.000 millones de d¨®lares (unos 420.000 millones de pesetas). "Los hijos son su gran debilidad. En otros asuntos es fr¨ªo y racional, pero contra eso no puede hacer nada", dicen residentes occidentales en Yakarta. Dos de los v¨¢stagos entraron el pasado mes de octubre en la direcci¨®n del partido gubernamental, Golkar, y un tercero, para escarnio de unos y regocijo de otros, fue incluido en una comisi¨®n oficial encargada de investigar violaciones de los derechos humanos.
"Por qu¨¦ mi hijos no pueden ser empresarios y participar en el desarrollo del pa¨ªs", viene a decir Suharto en defensa de su familia, presente en todos los consejos de administraci¨®n de los bancos, monopolios y consorcios m¨¢s rentables, y criticada desde algunos sectores del propio r¨¦gimen. A?os atr¨¢s, la esposa del presidente fue rebautizada por la maledicencia anglosajona y local con el sobrenombre de "madame Ten Per Cent" (Se?ora Diez Por Ciento), en alusi¨®n a la comisi¨®n supuestamente cargada por la primera dama a los empresarios que buscaron su influencia para medrar. La imagen del general, de quien se espera una sabia retirada para facilitar un relevo pac¨ªfico del poder, acusa negativamente las consecuencias del tratamiento preferencial dispensado a sus reto?os.
En las tertulias de la capital de esta naci¨®n de 13.677 islas y 185 millones de habitantes, un 80% musulm¨¢n, suele recordarse un interesante e ilustrativo chasco. Un grupo de jefes militares decidi¨® comunicar al presidente su malestar y el de numerosos ciudadanos por la abusiva participaci¨®n econ¨®mica de sus pr¨®ximos: desde el peaje de las autopistas o consorcios hoteleros hasta la distribuci¨®n de fertilizantes, control de monopolios en la industria tabaquera o la fiscalidad sobre la tenencia de televisores. El significado pelot¨®n lleg¨® resuelto a palacio, pero antes de que su portavoz tomara la palabra se adelant¨® Suharto. Esta es la reconstrucci¨®n de su pr¨®logo: "?Qu¨¦ os parecen mis hijos? ?No me negar¨¦is que son muy buenos empresarios? Me acabo de enterar que sus ¨²ltimos proyectos marchan estupendamente". La delegaci¨®n castrense, desarmada, opt¨® por el mudo asentimiento y una discreta retirada.
Y la templanza o sobriedad de costumbres no son cualidades frecuentes entre las nuevas promociones de ricos indonesios. El quinto hijo del presidente, Hutomo Mandala, Tommy, de 30 a?os, siempre gust¨® de los coches deportivos y el Lamborghini italiano, modelo Diablo, destaca entre sus favoritos. Un empresario extranjero aseguraba que no hay manera de poner en marcha negocios de envergadura sin colocar a alguno de los hijos, muchas veces indirectamente, en el contrato. Los tent¨¢culos de la familia, de una voracidad casi depredadora en opini¨®n de la mayor¨ªa de los expertos, impiden una competencia leal, un m¨¢s justo reparto de la riqueza y retrasan el moderno desarrollo de una econom¨ªa que, pese a todo, crecer¨¢ este a?o un 8,5%.
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