Vagos y sordos
En verdad, no hay peor sordo que el que no quiere o¨ªr. Ante el integrismo isl¨¢mico, los Gobiernos y medios de comunicaci¨®n occidentales llevan tres lustros repitiendo la misma sarta de t¨®picos. El integrismo, dicen, es el producto de una cultura, la musulmana, condenada fatalmente a la xenofobia, la intolerancia y la violencia..Hace ya siete d¨¦cadas, T. E. Lawrence desmont¨® ese supuesto razonamiento. "No hay excusa o raz¨®n, salvo nuestra pereza o ignorancia, para que les llamemos inexcrutables u orientales, o no nos esforcemos por comprenderlos", escribi¨® de los ¨¢rabes el autor de Los siete pilares de la sabidur¨ªa.
Es grave que se despache el fen¨®meno integrista con la "pereza" intelectual denunciada por Lawrence. Y es verdaderamente escandaloso que a partir de. ah¨ª se caiga en flagrantes contradicciones con los propios principios.
El doble rasero occidental est¨¢ rindiendo un flaco servicio a la causa de la aplicaci¨®n universal de los derechos humanos. Uno se desacredita por completo cuando aplaude un golpe militar destinado a impedir el acceso al poder de un movimiento islamista que ha ganado unas elecciones democr¨¢ticas. Es lo que ocurri¨® en muchas capitales europeas en enero de 1992, cuando las bayonetas del Ej¨¦rcito argelino cortaron el camino al FIS.
La torpeza occidental tiene algunas honrosas excepciones. "Fue un error garrafal que se suspendieran las elecciones en Argelia", declar¨® el pasado diciembre a este peri¨®dico el norteamericano Samuel P. Huntington, director del centro de estudios estrat¨¦gicos de la Universidad de Harvard. El FIS, seg¨²n Huntington, ten¨ªa derecho a gobernar, puesto que contaba con el respaldo expresado en las urnas de la mayor¨ªa del pueblo argelino. La intervenci¨®n militar y el aplauso occidental a la misma s¨®lo hubieran estado justificados a partir del momento en que el FIS hubiera comenzado a violar el proceso democr¨¢tico que lo hab¨ªa conducido al poder.La postura de Huntington es la que corresponde no s¨®lo a la ¨¦tica de los derechos humanos, sino a la inteligencia que debe guiar la acci¨®n de los occidentales. En el caso argelino, el remedio del golpe militar ha sido peor que la enfermedad. El pa¨ªs magreb¨ª est¨¢ hundido en una oscura y sangrienta guerra civil, de la que tambi¨¦n son v¨ªctimas los dem¨®cratas argelinos y los residentes extranjeros.
, En Argelia, en Egipto y en otros pa¨ªses con Poderosos partidos de Dios, el doble rasero occidental tiene otra sucia vertiente: el silencio c¨®mplice ante las detenciones, torturas y ejecuciones sumar¨ªsimas de que son v¨ªctimas los militantes islamistas. Estamos aqu¨ª ante otra reuni¨®n de la inmoralidad y la estupidez. En una entrevista que EL PA¨ªS publicar¨¢ proximamente, el brit¨¢nico Bernard Lewis, profesor en la universidad norteamericana de Princeton, advierte: "La represi¨®n no nos salvar¨¢ del fundamentalismo". Lewis, uno de los mejores especialistas en el mundo isl¨¢mico, subraya que si la situaci¨®n socioecon¨®mica contin¨²a degrad¨¢ndose en Argelia y Egipto, "estas fuerzas [los integristas] triunfar¨¢n antes o despu¨¦s". Lo mismo podr¨ªa decirse de Ham¨¢s, el partido de Dios palestino, si Israel y la OLP no culminan el proceso de paz.
Entre la intervenci¨®n colonialista y el sentimiento de impotencia, los occidentales podemos ensayar un camino: el del apoyo a los dem¨®cratas del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, el de la defensa permanente de los derechos humanos frente a los dictadores y sus opositores integristas, el de la colaboraci¨®n en los procesos de desarrollo y las apuestas por la paz. A falta de una pol¨ªtica semejante, que Al¨¢ nos p¨ªlle confesados.
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