Fiestas nacionales
Dudo mucho de que las peculiaridades en cuanto al n¨²mero y disposici¨®n de fiestas en nuestro pa¨ªs encuentren parang¨®n en todo el mundo desarrollado ni subdesarrollado.Pero lo que para algunos observadores extranjeros es ¨ªndice de una mayor calidad de vida, para los ciudadanos de este pa¨ªs se convierte en fuente de contratiempos y dificultades que deparan una p¨¦sima calidad de vida en muchos aspectos, los fundamentales, que son econ¨®micos.
Desde los primeros d¨ªas de diciembre, con el puente de la Inmaculada, que se contin¨²a con los de navidades, a?o nuevo y Reyes, han transcurrido 40 d¨ªas durante los cuales la actividad de algunos organismos de la Administraci¨®n p¨²blica han, sufrido una paralizaci¨®n casi total. Los perjuicios que por ello se han ocasionado a un n¨²mero no determinado de ciudadanos son incalculables.
Entiendo que, sin violentar las creencias religiosas de nadie, se podr¨ªa llegar a adoptar un calendario de fiestas nacionales que no colocara a amplios sectores de la econom¨ªa en situaciones cr¨ªticas. Y no acierto a entender qu¨¦ impide realmente el abordar estas medidas.
Porque sorprende ver que un partido en el Gobierno que ha sido implacable en llevar adelante programas econ¨®micos impopulares, contra viento y marea, contra las protestas y perjuicios a muchos afectados, en aras de la modernizaci¨®n, sea tan sensible a la m¨¢s m¨ªnima protesta o incomodidad de los representantes de la Iglesia cat¨®lica, cuando ha tratado de llevar a cabo unas m¨ªnimas medidas de elemental racionalidad en beneficio de los ciudadanos como puede ser la supresi¨®n de un d¨ªa festivo , el 8 de diciembre o el 6 de enero, evitando as¨ª una acumulaci¨®n de fiestas.
Sorprende tambi¨¦n que, cuando se anuncia una reforma del calendario de fiestas nacionales, se posponga para dentro de un a?o porque en ese intervalo, al parecer, se tiene que negociar con la Conferencia Episcopal. Y, por m¨¢s razonamientos que trato de hacer al respecto, no encuentro forma de conciliar esas preceptivas negociaciones con la no confesionalidad religiosa del Estado, mandato constitucional tambi¨¦n ¨¦ste cuya puesta en pr¨¢ctica en muchos aspectos es, a mi parecer, m¨¢s que dudosa.-
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