Un a?o de Clinton
BILL CLINTON cumple hoy un a?o en la Presidencia de Estados Unidos. Han sido doce meses marcados por la personalidad nada banal de un pol¨ªtico sure?o empe?ado en que su paso por el cargo m¨¢s importante del mundo sea recordado como el de un pol¨ªtico joven, comprometido, trabajador y decidido. De todas estas caracter¨ªsticas, la ¨²ltima es probablemente la ¨²nica que no se ha reflejado en este a?o. Las otras las ha derrochado con entusiasmo. Clinton hab¨ªa ganado las elecciones con un estilo agresivo y directo que por un momento hab¨ªa hecho pensar que llegaba a la Casa Blanca un nuevo Kennedy. Pero ni ¨¦l tiene el carisma de aquel antecesor suyo, ni el pueblo norteamericano pasa por la coyuntura generacional y social que hizo posible el fen¨®meno del kennedismo.Clinton contaba de partida con un Congreso favorable de mayor¨ªa dem¨®crata, una excepci¨®n a la regla. Pero las relaciones entre uno y otro no han sido lo f¨¢ciles que cab¨ªa esperar. Las dificultades para el nombramiento de su equipo (por ejemplo, de las sucesivas candidatas a fiscal general), sobre todo en el sector de la seguridad nacional (secretario de Defensa, jefe del Estado Mayor, consejero de Seguridad), le granjearon las primeras acusaciones de indecisi¨®n. La renuncia ahora de su nuevo candidato como secretario de Defensa, Inman, confirma este reiterado d¨¦ficit de criterio. Las primeras escaramuzas libradas contra estamentos p¨²blicos por cuestiones de derechos humanos de importancia relativamente menor (por ejemplo, para el establecimiento de la igualdad de derechos de los homosexuales en el Ej¨¦rcito) se saldaron con derrota para el presidente y con da?o para la eficacia de su Gobierno. Es cierto, sin embargo, que se mantuvo firme en la cuesti¨®n del aborto y que consigui¨® restablecer la l¨ªnea progresista apoyada por gran parte de la sociedad.
La anunciada lucha de Clinton para contrarrestar el poder de los lobbies tambi¨¦n parece estancada. Si, por un lado, se apunt¨® un modesto pero significativo triunfo en la cuesti¨®n del control del armamento privado, por otro se vio obligado a pelear como en los viejos tiempos -diputado por diputado, lobby por lobby- para conseguir la ratificaci¨®n del Tratado de Libre Comercio con Canad¨¢ y M¨¦xico (TLC).
Desde el principio se dijo que Clinton era un personaje poco ducho en cuestiones internacionales. Y es cierto que hubiera preferido dedicarse exclusivamente a las tres ¨¢reas internas que consideraba prioritarias: el control del d¨¦ficit, la reforma del sistema sanitario (a la que en 1994 se a?adir¨¢ la del sistema de bienes tar) y el TLC. Est¨¢ claramente m¨¢s a gusto en el trabajo al un¨ªsono con su esposa Hillary en materia de pol¨ªtica interior. Un t¨¢ndem no f¨¢cil de digerir para la mentalidad democr¨¢tica estadounidense, puesto que la se?ora Clinton no ha sido elegida por nadie y es dif¨ªcilmente sometible al control parlamentario. Y, a la vez, un t¨¢ndem de dos personalidades fuertes a las que el escrutinio p¨²blico va encontrando fallos, como las supuestas veleidades extramatrimoniales del presidente o el potencialmente explosivo esc¨¢ndalo White water, en el que ambos est¨¢n involucrados.
El refugio en la pol¨ªtica internacional, como ocurre con frecuencia, vino casi por casualidad: en el jard¨ªn de la Casa Blanca, Clinton se encontr¨® en septiembre con el apret¨®n de manos entre Isaac Rabin y Yasir Arafat. Y a ¨¦l sigui¨® un cuatrimestre extraordinariamente fecundo: la resoluci¨®n de la hasta entonces empantanada Ronda Uruguay del GATT, la atenci¨®n a la cuenca del Pac¨ªfico con la cumbre de Seattle (atenci¨®n declarada prioritaria desde el primer momento de su presidencia) y, por fin, el reciente viaje a Europa. Un viaje con luces Y sombras, puesto que a sus dos notables ¨¦xitos (el acuerdo de desnuclearizaci¨®n de Ucrania y el desbloqueo del proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo en la cumbre de Ginebra con el l¨ªder sirio) debe a?adirse la falta de ideas nuevas en la pol¨ªtica de la OTAN y en sus relaciones con una Rusia r¨¢pidamente cambiante y preocupante.
Las iniciativas de Clinton durante el a?o hacen pensar que su presidencia puede acabar teniendo peso propio. ?sa parece ser la opini¨®n del 57% de sus compatriotas que en una encuesta de hace pocos d¨ªas aprobaba su gesti¨®n.
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