Historia del Sida

No suele ser habitual que el tema de una novela, una obra de teatro o una pel¨ªcula sea alguna enfermedad, por el rechazo que puede provocar en buena parte del p¨²blico. Las muy peculiares caracter¨ªsticas que tiene el sida, la gran epidemia de este final de siglo, hace que poco a poco se vaya convirtiendo en el eje de algunas producciones norteamericanas.En el filo de la duda est¨¢ planteada como una pel¨ªcula de divulgaci¨®n, en buena medida did¨¢ctica, que trata de exponer de la forma m¨¢s directa posible lo -que se ha ido sabiendo del sida desde que se detectaran los primeros casos de una extra?a enfermedad mortal a comienzos de la d¨¦cada de los ochenta en ?frica. Para ello elige el habitual esquema, dentro del cine norteamericano, del h¨¦roe que debe enfrentarse a numerosos enemigos para salir triunfador de la empresa, con la diferencia que en esta ocasi¨®n el final queda bastante lejos del habitual happy end.

El joven doctor Don Francis no s¨®lo viaja a ?frica para descubrir los cad¨¢veres de los primeros muertos por lo que m¨¢s tarde un grupo de m¨¦dicos decide llamar sida, sino que ya en Estados Unidos y cuando la enfermedad comienza a propagarse a gran velocidad, debe enfrentarse con. la prensa, con la opini¨®n p¨²blica, con la administraci¨®n de Ronald Reagan y, sobre todo, con. los grandes intereses de los propios m¨¦dicos. Tanto los que tratan de impedir nuevos y costosos controles para sus productos sangu¨ªneos, como los que compiten por llevarse la gloria, por descubrir una vacuna con la que, no s¨®lo combatir la enfermedad, sino tambi¨¦n hacerse millonarios.

Esta tradicional lucha del h¨¦roe positivo contra todo tipo de barreras para cumplir su misi¨®n, una especie de llamada casi divina, rebaja el tono de En el filo de la duda. Dado que al no tener el joven m¨¦dico protagonista vida privada, limitarse a comer un donuts de vez en cuando, el relato adquiere unas caracter¨ªsticas casi hagiogr¨¢ficas. Sin embargo, da una gran fuerza dram¨¢tica: al conjunto que hace que se sigan con inter¨¦s, a lo largo de casi dos horas y media, la exposici¨®n divulgativa de lo que hasta hoy ha ocurrido y se sabe del sida.

Basada en un libro del periodista Randy Shilts, convertido en ungran ¨¦xito de ventas de Estados Unidos a finales de los ochenta, Arnold Schulman ha escrito un h¨¢bil gui¨®n. Mezcla bien la esturctura del h¨¦roe que acepta cumplir una misi¨®n m¨¢s all¨¢ de sus posibilidades, con un cierto tono documental, reflejado en el abundante material televisivo empleado, y sobre todo el, tono did¨¢ctico que envuelve el producto.

M¨¢s discutible resulta la realizaci¨®n de Roger Spottiswoode, un canadiense que tras una etapa como montador desde 1980 ha dirigido una decena de producciones norteamericanas, entre las que, s¨®lo destaca Bajo el fuego (1983). En la medida que se limita a rodar el s¨®lido gui¨®n que se le ha encomendado como si fuese cualquier telefilme, buscando la eficacia m¨¢s directa posible, pero sin ning¨²n tipo de aportaci¨®n personal. Aunque, al parecer, Spott?swoode s¨®lo aparece como responsable final y firmante de la direcci¨®n, pero la pel¨ªcula ha pasado anteriormente por otras muchas manos.

En el amplio y eficaz reparto, destaca el trabajo de Matthew Modine, que consigue dar toda la humanidad posible al heroico doctor Don Francis, bien secundado por Alan Alda, que tambi¨¦n hace cre¨ªble a su despreciable contrincante, y un amplio grupo de eficac¨ªsimos y tradicionales actores secundarios. Merece especial menci¨®n la breve aparici¨®n de los famosos Richard Gere, Anjelica Huston, Steve Martin, etc¨¦tera, en meros papeles epis¨®dicos.

Tras un escalofriante final, con una serie r¨®tulos que explican el alcance del sida y las proporciones que puede tener en un futuro cercano, resulta rid¨ªcula la cancioncita sobre im¨¢genes de v¨ªctimas de la enfermedad y simpatizantes que cierra la pel¨ªcula.