Un desnudo en el vac¨ªo
El actor cubano Jorge ?lvarez act¨²a sin p¨²blico en un teatro de Madrid
La pasada semana, el actor cubano Jorge ?lvarez se preparaba en un camerino del Centro Cultural de la Villa de Madrid, calentando cuerda vocal y m¨²sculo para el estreno europeo de La mujer impenetrable, un pol¨¦mico texto, que gan¨® el prestigioso Premio Juan Rulfo hace dos a?os, del novelista tambi¨¦n cubano Reinaldo Gonz¨¢lez.Jorge ?lvarez, mientras se maquillaba, hizo una pregunta inocente: "?C¨®mo va la taquilla?", y un colaborador, con mucho embarazo, le contest¨® a secas: "Nueve". El magro inventario no baj¨® la moral del artista, y diez minutos despu¨¦s se quitaba todo lo que llevaba puesto para saltar a la escena en lo que los cubanos llaman traje de nacimiento, es decir, en pelota picada. As¨ª lo establece el gui¨®n del director Orlando Rojas, pero parece ser que este detalle lo ignoraban los promotores y la parte contratante. De ah¨ª el silencio, y es la ¨²nica explicaci¨®n que encuentra el actor al vac¨ªo que se le ha hecho: "No avisaron a la prensa ni absolutamente a nadie de la profesi¨®n: ni a cr¨ªticos ni a cronistas".
Jorge ?lvarez tiene un s¨®lido prestigio como actor de cine y teatro en Cuba. Su ¨²ltimo trabajo fue en Tirano Banderas, junto a Gian Maria Volont¨¨.
La mujer impenetrable, que critica duramente la politizaci¨®n de los trabajos art¨ªsticos y la burocracia, registr¨® llenos hist¨®ricos en La Habana, un ¨¦xito total al calor del festival de cine de 1992. "All¨ª, en el Teatro Nacional, la gente reventaba las puertas para entrar a verme. Ese recuerdo me ha dado la suficiente confianza en m¨ª mismo para hacerlo en Madrid delante de tres asombradas se?oras". La recaudaci¨®n no super¨® por d¨ªa las 9.000 pesetas, pero era, se?ala el actor, "ir a taquillaje o no hacerlo". A la primera representaci¨®n de La mujer impenetrable asistieron unos amigos, con lo que se lleg¨® a la docena de personas; en la segunda funci¨®n fueron nueve los asistentes. Por la sala peque?a de la plaza de Col¨®n pasaron esas despistadas mujeres de vis¨®n corto y perlas de, imitaci¨®n, que no sal¨ªan de su asombro, con risitas nerviosas, al ver un hombre desnudo, ba?ado por la inclemente luz blanca que resaltaba toda su anatom¨ªa.
A mitad de la obra, el personaje se pone un ch¨¢ndal y todo parece volver a la normalidad, hasta que un maniqu¨ª que le sirve de soporte al di¨¢logo le hace una sonada, larga y detallista felaci¨®n. Las risas se congelaron y alguna se?ora se levant¨® airadamente. "Eso es lo de menos. El texto es as¨ª, y est¨¢ justificado", asegura el actor.
Ahora, todav¨ªa sin fecha fija, Jorge ?lvarez planea poner su mon¨®logo en la Casa de Am¨¦rica, y har¨¢ una gira por Le¨®n y algunas ciudades vascas: "La pieza tiene vigencia y muestra una realidad dur¨ªsima. No puedo hablar de censura, sino de temor y puritanismo. Hoy d¨ªa nadie puede querdarse con la boca abierta por ver un desnudo en escena... Al menos, que sea de, gusto".
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