Dialogar en Argel
LAS JORNADAS de di¨¢logo nacional en Argelia han nacido sin la menor posibilidad de sacar al pa¨ªs de la actual situaci¨®n de violencia y bloqueo pol¨ªtico. La raz¨®n es la ausencia del interlocutor principal en la oposici¨®n, el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS). Sin ¨¦l no hay nada que dialogar. Y en la estela de esa ausencia ni el FLN -el partido hist¨®rico de la revoluci¨®n- ni el Frente de Fuerzas Socialistas han querido concurrir a las jomadas. ?Con qui¨¦n puede dialogar, entonces, la junta en el poder? Consigo misma y con alg¨²n grup¨²sculo incluso islamista, aunque de declarada tendencia moderada. Pero ¨¦stos no tienen la clave de la pacificaci¨®n del pa¨ªs.Desde la cancelaci¨®n de las elecciones legislativas en enero de 1992, que hab¨ªa ganado el FIS en primera vuelta, el r¨¦gimen hab¨ªa ido reforzando su componente militar, al tiempo que anunciaba recurrentemente medidas de democratizaci¨®n sin mayor futuro. Paralelamente, el pa¨ªs se sum¨ªa en una situaci¨®n de caos en la que los atentados de comandos del FIS y la acci¨®n represora del Estado se suced¨ªan en un crescendo de muerte.
De la iniciativa de di¨¢logo deb¨ªa derivarse la creaci¨®n de una presidencia colegiada y un consejo consultivo, con representaci¨®n del m¨¢s amplio espectro pol¨ªtico, encargado de democratizar el pa¨ªs en un plazo de tres a?os. Y no parece haber otra manera de llevar a cabo tal prop¨®sito que mediante la convocatoria de elecciones libres. Es decir, contando con el FIS.
El Alto Comit¨¦, como se denomina a s¨ª mismo la junta en el poder, hab¨ªa negociado hasta ¨²ltima hora del lunes las condiciones de la presencia de miembros del Frente Isl¨¢mico. No, al parecer, Sus m¨¢s altos representantes, en su mayor¨ªa encarcelados, sino figuras de segundo orden m¨¢s aceptables para el poder. En esa tesitura, el FIS tampoco ha demostrado demasiado inter¨¦s en concurrir al encuentro.
El proceso argelino pone en evidencia una doble muestra de ceguera: la del Gobierno, por sus restricciones al di¨¢logo con los adversarios islamistas; la del FIS, al no haber dado ning¨²n signo para el comienzo oficial de las conversaciones, como podr¨ªa haber sido una tregua de la acci¨®n terrorista.
Las negociaciones de paz s¨®lo tienen sentido entre quienes se hacen la guerra. En todo di¨¢logo los interlocutores no se eligen, los imponen los hechos. Ambas partes yerran no rindi¨¦ndose a esa evidencia.
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