Reuni¨®n cosmopolita

Las galas y los homenajes est¨¢n trillados y s¨®lo tienen sentido cuando, como esta vez, el plantel es realmente bueno y hay un valor tem¨¢tico a?adido. Maya Plis¨¦tskaya (Mosc¨², 1925) celebraba el 500 aniversario de su deb¨² en La muerte del cisne, y era la primera ocasi¨®n en que bailaba en la pen¨ªnsula con su flamante DNI: el Estado espa?ol le concedi¨® recientemente la nacionalidad. El sobrio homenaje se bas¨® en reunir estrellas de teatros donde la diva hab¨ªa triunfado, y s¨®lo fall¨® Peter Schaufuss (director del Real Ballet Dan¨¦s), sustituido con eficacia por el neozeland¨¦s Martin James, un correcto producto de escuela inglesa. El cosmopolitismo del ballet brill¨®, y s¨®lo se vio un poco mermado con el argentino Carlos Vil¨¢n en sus solos de danza espa?ola, muy aplaudidos, pero en lo absoluto comparables al nivel desplegado por los otros.Plis¨¦tskaya hizo su Muerte..., cambiando ciertos acentos de esa miniatura que est¨¢, sin duda, en la historia del arte. Siempre emotiva y en una cuerda personal, tuvo un acercamiento virtual con ese antiguo filme de 1914, descubierto recientemente, donde otra moscovita que devino estrella del cine mudo, Vera Karalli, tambi¨¦n hizo un cisne que se mor¨ªa por su cuenta y riesgo, a coraz¨®n abierto y haciendo caso omiso del canon de su tiempo. Citemos la elegancia de los franceses en Giselle, el ataque de los cubanos en Don Quijote y una Arg¨¹elles desconocida aqu¨ª, concentrada en la peque?a bater¨ªa y el salto que exige el. estilo de La sylphide y Festival de Genzano. EI generoso p¨²blico aplaudi¨® en pie.