Escisi¨®n en Argelia
CUANDO, HACE dos a?os, el Ej¨¦rcito argelino interrumpi¨® el proceso de democratizaci¨®n del pa¨ªs suspendiendo la segunda vuelta de las elecciones generales y lanzando a la ilegalidad a su evidente ganador, el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS), cometi¨® dos graves errores. En primer lugar, al ver puestos a prueba sus dudosos deseos de liberalizaci¨®n del sistema, reaccion¨® con la insensibilidad que hab¨ªa caracterizado su acci¨®n en el cuarto de siglo de vida independiente de Argelia. En segundo lugar, esta reacci¨®n obedeci¨® a su creencia de que la marea de protesta -tanto religiosa como de simple insatisfacci¨®n con la situaci¨®n y posibilidades econ¨®micas- pod¨ªa aplastarse sin m¨¢s consecuencias. El tiempo se ha encargado de demostrar lo equivocado que estaba.Dos a?os m¨¢s tarde, con tres mil muertos a la espalda debidos al intercambio de violencia entre el integrismo y la represi¨®n militar, el Ej¨¦rcito, acorralado por el FIS, sigue sin saber qu¨¦ hacer realmente. Hace pocas semanas trat¨® de montar una Conferencia Nacional sobre el Consenso. Un eufemismo que hac¨ªa referencia a la b¨²squeda de un acuerdo suscrito por todos (Ej¨¦rcito, partidos laicos y FIS) para iniciar un periodo de tres a?os de transici¨®n pol¨ªtica controlada por el Ej¨¦rcito con la evidente intenci¨®n de que a su t¨¦rmino las Fuerzas Armadas conservaran el poder. La Conferencia fue un fracaso: ninguna de las principales personalidades o formaciones pol¨ªticas acudi¨® a la cita.
No sorprende que as¨ª fuera cuando el clima nacional no es s¨®lo de terror por la descomposici¨®n del orden p¨²blico sino de hast¨ªo y escepticismo de la poblaci¨®n y desesperanza en cuanto a las perspectivas de recuperaci¨®n econ¨®mica. No debe olvidarse que la desestabilizaci¨®n empez¨® hace cinco a?os no por razones religiosas sino por motivaciones fundamentalmente econ¨®micas. Y el Gobierno a¨²n no ha impuesto el plan de austeridad que le exige el Fondo Monetario Internacional, un plan que puede disparar el desempleo y ser nueva causa de motines.
Es probable que estas razones fueran determinantes para que Abdelaziz Buteflika -un veterano pol¨ªtico de los tiempos del partido ¨²nico, Frente de Liberaci¨®n Nacional- rechazara la Presidencia de la Rep¨²blica. Parece obvio que consideraba el periodo de transici¨®n corno una trampa que conducir¨ªa a un nuevo callej¨®n sin salida y que no le dar¨ªa a ¨¦l oportunidad de ejercer poder pol¨ªtico verdadero.
Agotada la b¨²squeda de civiles, la elecci¨®n de presidente recay¨® sobre un militar: el 30 de enero, el Alto Consejo de Seguridad design¨® al general Liamin Z¨¦rual. Un militar que, en cuanto tuvo el poder, anunci¨® su deseo de entablar "un di¨¢logo serio con todas las fuerzas pol¨ªticas sin excepci¨®n".
Es interesante la reacci¨®n que ha suscitado la oferta de di¨¢logo en el- FIS. A todos los efectos, se trata de una escisi¨®n entre violentos partidarios de seguir la campa?a de eliminaci¨®n f¨ªsica de todos cuantos se opongan al triunfo final del integrismo y quienes por fin parecen empezar a inclinarse por una soluci¨®n negociada. La oferta de Z¨¦rual tuvo una respuesta modestamente positiva -la primera- r parte de los dirigentes del FIS en el extranjero, lo que provoc¨® inmediatamente la reacci¨®n de los interistas radicales del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA). Estos se atribuyen la exclusiva de las decisiones y amenazan con acabar con quienes se opongan a ello.
Una escisi¨®n en un movimiento de esta naturaleza es siempre buena para la causa de la paz y la democracia. El tiempo dir¨¢ si el di¨¢logo en Argelia se orienta en esa direcci¨®n. En tal caso, las causas de este llamamiento a la moderaci¨®n por parte de un sector del FIS habr¨¢ que buscarlas probablemente en la rememoraci¨®n de alg¨²n viejo baremo sociol¨®gico y pol¨ªtico de los tiempos de la colonizaci¨®n francesa. Justo lo contrario de lo que ocurre en Egipto, en donde la configuraci¨®n de la sociedad excluye las influencias moderadoras del exterior y hace doblemente compleja la lucha contra el integrismo.
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