El fracaso italiano
Alberto Rochey, periodista italiano que asumi¨® con gran decisi¨®n la cartera de ministro del Patrimonio Cultural en el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi, est¨¢ decidido a dejar el cargo por haber comprobado, tras una experiencia de dos a?os, que los resultados no est¨¢n a la altura de los esfuerzos realizados.As¨ª lo comunic¨® el pasado lunes a un grupo de corresponsales en Roma, ante los que mantuvo que, al menos en el complicado caso de Italia, en materia de gesti¨®n del patrimonio cultural no hay recetas seguras ni f¨®rmulas suceptibles de aliviar unos males cr¨®nicos, que tienen ra¨ªces pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales.
Al margen de reiterar la necesidad de que el fisco colabore facilitando el pago de impuestos en especie con bienes art¨ªsticos o arqueol¨®gicos y permitiendo la desgravaci¨®n de las cantidades invertidas en la conservaci¨®n y restauraci¨®n de activos del mismo tipo, Ronchey destac¨®, sobre todo, las peculiares dificultades de su ministerio.
El patrimonio art¨ªstico y arqueol¨®gico italiano, vino a decir, no s¨®lo es el m¨¢s importante del mundo con la diferencia respecto a otros pa¨ªses que se deduce de las distribuciones porcentuales del patrimonio mundial, siempre discutibles, realizadas por organismos internacionales como la Unesco. Se da, adem¨¢s, la circunstancia de que Italia es uno de los pa¨ªses m¨¢s densamente poblados, y esto dificulta adicionalmente la gesti¨®n, ya que sus bienes culturales se encuentran en los espacios vitales de la gente.
"Un porcentaje alt¨ªsimo de la poblaci¨®n", a?adi¨® el ministro, "considera este patrimonio no como un legado que hay que transmitir a las pr¨®ximas generaciones, sino como algo que hay que consumir. Otro porcentaje muy peque?o exige, en cambio, la conservaci¨®n hasta extremos impracticables. Y el Gobierno debe batirse entre esas presiones contrapuestas contra millares de demandas desordenadas para establecer unas prioridades, porque es imposible llegar a todo".
Iniciativas lanzadas por el propio Ronchey, como la de privatizar la comercializaci¨®n de reproducciones y otros objetos, encuentran la dificultad de que, por una fragmentaci¨®n hist¨®rica, en Italia hay 800 museos estatales de dimensiones generalmente muy modestas. "Hemos dedicado los dos ¨²ltimos a?os a relacionar estos distintos museos con vistas a crear una red comercial com¨²n de dimensiones suficientes como para tentar a posibles concesionarios", afirm¨®.
Ronchey no cree que una eventual descentralizaci¨®n contribuir¨ªa a facilitar la resoluci¨®n de problemas omnipresentes, porque sostiene que en Italia falta la figura del gestor especializado en museos capaz de orientar profesionalmente la soluci¨®n de los problemas a nivel local.
Babelia
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