Amnist¨ªa en Mosc¨²'
EL PRESIDENTE Yeltsin no ha podido apenas gozar del ¨¦xito de su iniciativa diplom¨¢tica en los Balcanes que ha ayudado a la retirada de la artiller¨ªa serbia en torno a Sarajevo y por la que ahora quer¨ªa cosechar dividendos pol¨ªticos en casa. Ayer, una abrumadora mayor¨ªa de la Duma (Parlamento ruso) se decidi¨® por el enfrentamiento abierto con Yeltsin y las reformas democr¨¢ticas. No se puede interpretar de otra forma la amnist¨ªa que decret¨® ayer (253 votos a favor y 67 en contra) para todos los implicados en las dos grandes intentonas golpistas habidas en Mosc¨² desde el comienzo de las reformas: la de agosto de 1991, que supuso la disoluci¨®n de la URSS, y la de octubre pasado, cuando miembros del Parlamento entonces disuelto por Yeltsin intentaron derrocarle en un levantamiento que se sald¨® con 140 muertos y centenares de heridos'.La amnist¨ªa no s¨®lo supone la excarcelaci¨®n del que fuera presidente del Parlamento disuelto, Ruslan Jasbul¨¢tov, y el nac ional-comunista Alexander Rutskoi y sus principales colaboradores, sino su pr¨¢ctica rehabilitaci¨®n pol¨ªtica, as¨ª como la de los 10 l¨ªderes comunistas que estaban siendo juzgados actualmente por su implicaci¨®n en el golpe militar de agosto de 1991. El hecho es muy grave, pero no debiera ser una sorpresa para nadie. Quiz¨¢ lo sea la rapidez con la que los nuevos diputados se han puesto de acuerdo para adoptar esta medida y abrir de nuevo la guerra pol¨ªtica entre Parlamenlo y presidente.
La composici¨®n de la Duma elegida por los rusos en las elecciones de diciembre ya auguraba como inevitable el conflicto. La alianza estrat¨¦gica -y en gran parte ideol¨®gica- de comunistas, nacionalistas conservadores y fascistas cuenta con una clara mayor¨ªa, incrementada por muchos diputados que accedieron a su esca?o en listas oficialistas o afines a Yeltsin. Este Parlamento es desde su constituci¨®n mucho m¨¢s hostil al presidente y a las reformas hacia una democracia de corte occidental y una econom¨ªa de mercado de lo que fue el anterior hasta su disoluci¨®n.
El primer reflejo de esta realidad se dio en la composici¨®n del nuevo Gobierno, dirigido por Chernomirdin. Los reformistas aut¨¦nticos no entraron en ¨¦l o perdieron toda influencia en la toma de decisiones, y tanto el primer ministro como la mayor¨ªa de sus hombres se han adherido, por presi¨®n o convicci¨®n, a una pol¨ªtica que a¨²n habla de proseguir las reformas pero hace todo por impedir que ¨¦stas se produzcan. Esta pol¨ªtica de reformas sin reformas ya ha tenido graves efectos al disparar de nuevo una inflaci¨®n que se hab¨ªa contenido.
Los l¨ªderes ahora liberados volver¨¢n sin duda a la acci¨®n pol¨ªtica, ser¨¢n celebrados como grandes patriotas por sus seguidores y formar¨¢n sus grupos pol¨ªticos o paramilitares. Podr¨¢n as¨ª unir sus fuerzas a los comunistas -que ayer ya ped¨ªan la dimisi¨®n de Yeltsin- y a los ultranacionalistas y fascistas, cuyo apoyo en las fuerzas armadas rusas es grande. El reformista Gaidar, cuyo grupo Opci¨®n Rusia fue el ¨²nico que rechaz¨® en bloque la propuesta de amnist¨ªa, dec¨ªa ayer que esta medida "es un paso hacia la desestabilizaci¨®n de Rusia". Otros hablaban de que se han abierto las puertas de nuevo al enfrentamiento civil. Es de temer que tengan raz¨®n. En todo caso, el masivo apoyo del Parlamento ruso a la liberaci¨®n -de los defensores de un proyecto totalitario y expansionista ruso no s¨®lo es alarmante para aquellos rusos que a¨²n aspiran a que su pa¨ªs pueda asumir la senda del desarrollo en una sociedad libre y abierta. Los vecinos de Rusia, cada vez m¨¢s amenazados por este resurgimiento del hegemonismo, tienen motivos de preocupaci¨®n. Y Occidente deber¨ªa darse cuenta de que, por desgracia quiz¨¢, Rusia no es Yeltsin y de que el poder en este gran pa¨ªs ya no se acerca, sino se aleja r¨¢pidamente, de nuestros valores y principios.
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