Mi puente sobre el r¨ªo Kwai
Soy restaurador de monumentos por cuenta de la colectividad. En el ejercicio de mi funci¨®n p¨²blica -como en el ejercicio de la ciudadan¨ªa, por otra parte- sufro cada d¨ªa las contradicciones de la sociedad en la que vivo (casi las mismas antes, bajo el antiguo r¨¦gimen, que ahora). S¨¦ muy bien, por tanto, lo que es "el ideal humano del trabajo bien hecho frente por frente al patriotismo".Y siempre he intentado explicar ese sentimiento con la par¨¢bola del coronel Nicholson novelada por Pierre Boulle y visualizada por David Lean, ya que, desde que en mi primera juventud me cautivara El puente sobre el r¨ªo Kwai, la actitud del tozudo coronel al defender un principio aun a costa de' la tortura y de construir lo mejor posible el puente, "aunque fuera para los japoneses", ha sido para m¨ª un paradigma ¨¦tico.
Leo ahora en EL PA?S el excelente art¨ªculo de Manuel Leguineche en el que transcribe la versi¨®n de la historia dada por un superviviente y nos descubre el lucrativo fin comercial que todo aquello ha tenido. Y me siento identificado con los reparos ¨¦ticos, incluso est¨¦ticos, hacia esa comercializaci¨®n final de aquel terrible episodio.
Pero, aunque desde mi posici¨®n irreductible de defensor del trabajo bien hecho -del rigor hist¨®rico, por tanto-, doy las gracias a Leguineche, no puedo menos que, una vez m¨¢s, d¨¢rselas tambi¨¦n al coronel Nicholson que me explicaron Boulle y Lean. Aunque no existiera.
Al fin y al cabo, si nos detenemos a pensar, deduciremos que ninguno de nuestros paradigmas existi¨®. 0 que, posiblemente, no hicieron lo que nos explican. No importa: cuenta tanto la certeza de la historia como lo que podemos aprender de ella.-
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