La pol¨ªtica com¨²n pesquera
Espa?a tiene, en materia de pesca, gran inter¨¦s en que se incorpore a la Uni¨®n Europea un pa¨ªs como Noruega, afirma el autor; pero no puede justificar las derogaciones al acervo com¨²n alegando excepcionalidades geogr¨¢ficas o mayor eficacia en la gesti¨®n
La Uni¨®n Europea representa un proyecto, un reto y un compromiso.El proyecto es, ni m¨¢s ni menos, alcanzar un nivel de integraci¨®n en todos los terrenos que permita una actuaci¨®n unitaria interna y externa. Este proyecto es posible porque existe, entre los pa¨ªses que componemos actualmente la Uni¨®n, una gran consonancia en temas tan fundamentales como pueden ser el modelo de sociedad que buscamos, las metas de desarrollo que perseguimos, la coincidencia hist¨®rica, cultural, social y pol¨ªtica que nos define y la similitud de las pol¨ªticas que hemos puesto en marcha para lograr estos objetivos.
El reto consiste en asegurar una integraci¨®n que respete y realce nuestras propias identidades nacionales en el marco de este proyecto com¨²n.
El compromiso es precisamente asumir, tanto individual como colectivamente, los costes de esta uni¨®n, por considerar que las ventajas que se derivan de la misma compensan sobradamente este esfuerzo.
Lo anterior no ha sido, ni es, ni probablemente ser¨¢, un proceso f¨¢cil. Por el contrario, todos y cada uno de los componentes de lo que ha venido a llamarse el acervo comunitario han sido el fruto de dif¨ªciles negociaciones a lo largo de m¨¢s de 30 a?os de existencia de la Comunidad. De ah¨ª la importancia fundamental que concede Espa?a al necesario respeto debido a este acervo comunitario, que es, a la vez, la piedra de toque y los cimientos de la construcci¨®n europea.
Dentro de este acervo cobran especial relevancia las llamadas pol¨ªticas comunes, que son aquellas en las cuales los Estados miembros han sido capaces de hacer la m¨¢xima apuesta a favor precisamente del proyecto com¨²n. Representan claramente la mejor prueba de confianza respecto a la validez intr¨ªnseca del concepto de integraci¨®n, cristalizada en una efectiva transferencia de soberan¨ªa nacional a favor de la comunitaria.
La pol¨ªtica com¨²n pesquera representa un caso evidente de cesi¨®n, en aras del bien com¨²n, de un planteamiento nacional a un planteamiento colectivo. La pol¨ªtica azul es una pol¨ªtica din¨¢mica y comprometida, que ha hecho un enorme esfuerzo, a partir de 1992, para actualizarse, para incorporar nuevos y necesarios instrumentos de conservaci¨®n, gesti¨®n y control de la actividad pesquera, para poder responder eficazmente a los m¨²ltiples problemas con que se enfrenta el sector pesquero comunitario.
En 1992, la Comunidad redefine y redise?a toda una pol¨ªtica pesquera, incorporando los principios generales y la normativa existente a la praxis de los 10 a?os anteriores y a las insuficiencias detectadas con un enfoque unificado y global.
El nuevo reglamento marco 3760/92 representa un hito fundamental en la elaboraci¨®n de esta nueva pol¨ªtica com¨²n de pesca. Incorpora un enfoque globalizador de la actividad en sus tres vertientes: recursos, estructuras y mercados pesqueros, y se complementa con el reglamento de control 2847/93, que establece las medidas necesarias para asegurar el respeto a la normativa pesquera.
Partiendo de esta s¨®lida base est¨¢n actualmente sobre la mesa de la Uni¨®n numerosos proyectos de nuevos reglamentos, cuya finalidad es ir encontrando soluciones que permitan garantizar una actividad pesquera responsable, sostenible y rentable. A la luz de lo anterior, no debe extra?ar a nadie la insistencia con que Espa?a defiende esta pol¨ªtica com¨²n. En efecto, el sector pesquero espa?ol es, con diferencia, el m¨¢s importante y complejo de toda la Uni¨®n. La dependencia socioecon¨®mica de la pesca espa?ola es superior a la de otros pa¨ªses miembros, como lo son tambi¨¦n la magnitud de nuestra flota, su diversidad y sus necesidades.
Al igual que los dem¨¢s Estados miembros, Espa?a ha tenido que hacer frente a las nuevas condiciones en las que se puede desarrollar la pesca, que han representado necesariamente grandes sacrificios, impuestos por la reducci¨®n de las posibilidades de pesca y el imperativo de asumir una pol¨ªtica de conservaci¨®n y gesti¨®n responsable, y se han traducido en una necesaria reconversi¨®n y racionalizaci¨®n del sector.
Ahora bien, precisamente por la magnitud y la diversidad a que antes se ha hecho referencia, el esfuerzo que ha tenido que asumir Espa?a ha sido cuantitativa y cualitativamente mayor.
Espa?a apoya sin reservas la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea, por considerar que representar¨¢ un fortalecimiento del proyecto com¨²n y un voto de confianza en su justificaci¨®n hist¨®rica.
Ahora bien, esta ampliaci¨®n ni debe ni puede representar un retroceso frente a lo hasta ahora logrado. La adhesi¨®n exige necesariamente de los nuevos Estados miembros el mismo nivel de compromiso asumido por los actuales, por lo que cobra especial relevancia que acepten y respeten sin reservas el acervo comunitario.
En materia de pesca, Espa?a tiene gran inter¨¦s en que se incorpore un pa¨ªs como Noruega, en el que el sector de la pesca tiene una importancia tan evidente. En definitiva, resultar¨¢ beneficioso para nuestro propio sector y para nuestro pa¨ªs poder contar con quien deber¨ªa ser un aliado natural en la defensa de los intereses pesqueros.
M¨¢s a¨²n, Espa?a considera que la gran experiencia con la que cuenta Noruega en materia de conservaci¨®n y gesti¨®n de los recursos ser¨¢ un nuevo elemento dinamizador y una garant¨ªa de la eficacia de los mecanismos e instrumentos de gesti¨®n que ya existen, o que deban crearse en el marco comunitario. Ahora bien, esta capacidad sin¨¦rgica se ver¨ªa mermada si en lugar de integrar este valioso insumo se sustituyese por una derogaci¨®n o excepcionalidad que fragmentase o diluyese las premisas b¨¢sicas. de la propia pol¨ªtica com¨²n pesquera (PCP).
El concepto de la Uni¨®n, su identidad b¨¢sica y esencial, gira en torno a un planteamiento supranacional. Cada concesi¨®n que se hiciera, cada derogaci¨®n que se pretenda establecer a costa de las pol¨ªticas comunes, por motivos exclusivamente nacionales, agrietar¨ªa la solidez de los cimientos de la Uni¨®n Europea y pondr¨ªa en peligro el futuro de nuestra Uni¨®n. No se pueden justificar, como pretende alg¨²n pa¨ªs candidato, las derogaciones al acervo com¨²n alegando excepcionalidades geogr¨¢ficas o como consecuencia de una posible mayor eficacia en la gesti¨®n y control. Tampoco deber¨ªan existir reticencias nacionales coyunturales, ni de los Estados que ya somos miembros de la Uni¨®n ni tampoco de los Estados candidatos, que ser¨ªan poco acordes con una aut¨¦ntica voluntad de compromiso con el proyecto com¨²n europeo.
es ministro de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n.
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