A una hora de vuelo
ARGELIA ES uno de los pa¨ªses m¨¢s cercanos a Espa?a; una hora en avi¨®n y unas horaen barco. Los hechos grav¨ªsimos que ocurren en ese pa¨ªs son angustiosos para nosotros. La sociedad espa?ola no parece haber tomado conciencia de los posibles efectos de esta situaci¨®n que deriva hacia un caos sin l¨ªmites, con matanzas cada vez m¨¢s espantosas y sin salida previsible. El 26 de febrero, el jefe del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA), Djaafar el Afghani, y nueve de sus tenientes fueron liquidados por las fuerzas de seguridad: eran culpables de cr¨ªmenes horribles, pero el m¨¦todo aplicado por la polic¨ªa para asaltar su casa y eliminarlos fue un ejemplo de c¨®mo el Estado no duda en aplicar los mismos m¨¦todos que los terroristas. El fin de la c¨²pula del GIA despert¨® la esperanza de que disminuir¨ªa la violencia. Ha ocurrido lo contrario.Desde el comienzo del Ramad¨¢n, los asesinatos de personas ajenas al aparato represivo se han triplicado respecto a las mismas fechas de 1993. En este crescendo de la violencia se mezclan las contradicciones y choques entre grupos islamistas enfrentados. Pero el rasgo m¨¢s angustioso de la ola de matanzas del ¨²ltimo periodo est¨¢ en que afecta a todas las capas de la sociedad. El asesinato de la muchacha de 17 a?os Katia Bangagna, el pasado 29 de febrero, por no llevar el hidjab (velo), ha creado un clima de p¨¢nico. En muchos barrios y aldeas, las mujeres ya no se atreven a salir sin esta prenda; 13 mujeres han sido asesinadas desde enero de 1994. Aumenta el n¨²mero de profesores, escritores y periodistas que son liquidados por una ola muy calculada de violencia terrorista.
En estas condiciones, ?c¨®mo podr¨¢ avanzar el general Zerual, nombrado presidente de la Rep¨²blica en enero por simple acuerdo entre los due?os del poder, por el camino anunciado de incorporar a todas las fuerzas a la necesaria concordia para retornar a un proceso electoral? El paso m¨¢s serio que ha dado en ese sentido fue la liberaci¨®n de dos dirigentes del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS), Al¨ª Djeddi y Abdelkader Bukharnkham, condenados a cuatro a?os en la prisi¨®n militar de Blida. Despu¨¦s de ese gesto circul¨® con fuerza la noticia de que Zerual ir¨ªa m¨¢s lejos, de que iba a amnistiar a los dos dirigentes m¨¢ximos del FIS, Madani y Benhadj. Pero esta noticia ha sido desmentida.
Sin embargo, sin una apertura audaz hacia el sector no terrorista del FIS, las posibilidades de salir del desenfreno actual son ¨ªnfimas. Por el camino de la violencia no hay salida, como lo demostr¨® la etapa inicial de represi¨®n salvaje y de campos de concentraci¨®n aplicada a ra¨ªz de la prohibici¨®n del FIS. El problema ahora m¨¢s urgente es aislar a los grupos terroristas isl¨¢micos que son enemigos del islamismo moderado. Es hoy la gran diferencia entre Argelia y Egipto. En Argelia existe una fuerza isl¨¢mica pol¨ªtica que no est¨¢ comprometida con los grupos que asesinan a las muchachas sin hidjab. No es posible avanzar sin devolver a esa fuerza isl¨¢mica el lugar que le toca en la escena pol¨ªtica. Ello implica riesgos serios, incluido el de que esa fuerza pueda ganar ma?ana unas elecciones, como ya ocurri¨® en 1991. Pero sin asumir riesgos de ese g¨¦nero no parece posible que disminuya la violencia. Si el peso isl¨¢mico se ejerce en un marco pluralista, con la consolidaci¨®n paralela de otras fuerzas, ser¨¢ una experiencia sin precedentes. Hoy, Argelia avanza hacia un islamismo salvaje, que se abre paso en un clima de sangre y muertes. La peor alternativa.
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