Un perro millonario, paga las multas de sus cong¨¦neres
Riccardo Nicolini, propietario de la perra Kika, se ha visto favorecido por la generosidad de Gunther IV, que decidi¨® pagar la multa de 800.000 liras (66.000 pesetas aproximadamente) que un guardia le hab¨ªa impuesto. La historia no merecer¨ªa comentario si no fuera. porque Gunther IV, un pastor alem¨¢n de 19 meses, es el perro m¨¢s rico del mundo y la fundaci¨®n que gestiona sus bienes parece decidida a pagar todas las multas que se impongan a los canes. Nicolini fue castigado con la elevada multa porque paseaba a Kita por el jard¨ªn p¨²blico palermitano de Villa Sperlinga sin bozal ni correa, faltas que est¨¢n castigados por las ordenanzas municipales. Una vez que la noticia de la multa lleg¨® a la ciudad noroccidental de Livorno, donde reside Gunther IV con su ch¨®fer, su cocinero, su psic¨®logo y otras personas a su servicio, decidi¨® que hab¨ªa que acudir en ayuda de Kita. El perro m¨¢s rico del mundo, ¨²nico heredero de un patrimonio de 137.000 millones de liras (m¨¢s de 11.000 millones de pesetas), lleg¨® el s¨¢bado a Palermo, y su administrador, Maurizio Mian, pag¨® puntualmente la multa, considerada por la fundaci¨®n como excesiva e injusta."Hemos querido traerlo a Palermo", dijo Mian, "porque nos ha fastidiado mucho el caso de Kita. Esperamos que nuestro gesto pueda convencer a los administradores de la ciudad de la necesidad de revisar las ordenanzas". El pastor alem¨¢n hered¨® de su padre, Gunther III, una fortuna en abril del a?o pasado. Su padre la hab¨ªa heredado a su vez de una rica condesa alemana que, despu¨¦s de haber perdido al hijo, cre¨® con todos sus bienes una fundaci¨®n que puso a nombre del perro.
La condesa Carlotta Libenstein, una convencida defensora de los animales que falleci¨® en diciembre de 1991, decidi¨® legar sus bienes a los Gunther despu¨¦s de escuchar un disco, Perro salvaje, en el que en medio de una m¨²sica de discoteca se escuchaba de vez en cuando el ladrido de un chucho. El autor de los ladridos era precisamente Gunther III, propiedad de una abogada de Florencia, Antonella Signorini, que cuidaba canes abandonados. Ahora, la fundaci¨®n de Gunther gestiona, entre otras cosas, un club de nataci¨®n -la condesa era muy amante de los deportes y un grupo que opera en el sector de la investigaci¨®n farmacol¨®gica. El perro se hizo popular cuando la fundaci¨®n se ofreci¨® para comprar el club de f¨²tbol Bolonia, en un momento en que ¨¦ste corr¨ªa el riesgo de quebrar. Las negociaciones no se cerraron positivamente porque surgieron problemas burocr¨¢ticos.-
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