"Los libros tienen una vida misteriosa"
"Los libros que escribimos tienen una vida bastante misteriosa, que tiene poco que ver con nosotros", dice John Berger en el tercer a?o de su relaci¨®n con Espa?a, cuando el club de seguidores que tiene en este pa¨ªs -peque?o pero entregado- crece a ojos vista. "Y digo escribimos", a?ade, "porque raro es el libro escrito por una sola persona; por lo general intervienen muchas m¨¢s, empezando por quienes dieron pie a los personajes".Lo que ha sucedido con el libro Corkers freedom, una novela escrita hace treinta a?os bajo la influencia de Joyce, refleja bastante bien lo que ocurri¨® con el propio Berger. Aunque obtuvo buenas cr¨ªticas en Inglaterra, no vendi¨® m¨¢s all¨¢ de unos 1.500 ejemplares, y parec¨ªa que hab¨ªa vivido su vida. Reeditada ahora en Estados Unidos, The New York Times y otros aseguran que se trata de una obra maestra, y ha iniciado entonces una segunda existencia. Algo similar ha sucedido con buena parte de la obra de Berger, londinense de 68 a?os, personaje de imposible catalogaci¨®n, pintor, profesor de dibujo, cr¨ªtico de arte (El sentido de la vista, Alianza Forma), poeta, novelista, ensayista, dramaturgo, guionista de cine (entre otras, de varias pel¨ªculas de Alain Tanner, como Jon¨¢s, que cumplir¨¢s 25 a?os en el a?o 2.000).
Quiz¨¢ la explicaci¨®n provenga de una observaci¨®n que hizo el martes, en el museo del Prado, en su conferencia sobre Vel¨¢zquez: "Al contrario de lo que se cree, arte y vida no son paralelos e infinitos", vino a decir. "En definitiva, la historia de la expresi¨®n art¨ªstica es la de la lucha por encontrar nuevas formas que reflejen nuevas realidades".
G., por ejemplo, es una aproximaci¨®n al mito de don Juan muy propia de nuestro tiempo. Y sin embargo, transcurre en Italia, antes de la Primera Guerra Mundial. "Es que en aquel tiempo y lugar se dieron condiciones al don Juan que no se repitieron luego: Las mujeres eran consideradas propiedad de los hombres, y el don Juan no puede vivir en una sociedad con la mujer libre. Exist¨ªa una cierta paz en la vida cotidiana -elemento igualmente indispensable-, y la vida pol¨ªtica se encontraba inm¨®vil".
Despu¨¦s, explica Berger, a lo largo del siglo se ha podido dar la figura de Casanova -alguien que da y sobre todo recibe placer-, pero no la del don Juan, mito a la vez tr¨¢gico y liberador. Escrita a lo largo de ocho a?os, "de gran soledad", en Par¨ªs, el sur de Francia y Ginebra, en los a?os sesenta, G. emparenta con cierto tipo de experimentalismo y maneja la pausa, por ejemplo, el silencio, de una forma que anuncia ya la trilog¨ªa Puerca tierra, Una vez en Europa, Lila y Flag (Alfaguara).
"El silencio, es cierto, me preocupaba mucho durante la escritura de G. No es algo que sepa, sino que siento. Creo que los silencios en la escritura tienen que ver con el montaje cinematogr¨¢fico, que es, con mucho, la parte m¨¢s interesante del rodaje de una pel¨ªcula." Y sigue: "Yo abandon¨¦ la pintura hacia los 25 a?os. Quer¨ªa ser cineasta, pero para ello se necesita mucho dinero, o una capacidad para acercarse a gente con mucho dinero; y como eso es algo para lo que carezco de talento, y que detesto, lo dej¨¦".
Tampoco est¨¢ dotado para la redacci¨®n -o al menos eso dice-, y esa es la causa de que la mayor parte de sus p¨¢ginas est¨¦n escritas cinco o seis veces. "Cuando termin¨¦ G. pens¨¦ que al Fin hab¨ªa aprendido a escribir. Luego empec¨¦ mi obra sobre campesinos (Puerca tierra) y comprend¨ª que mi supuesta habilidad no me serv¨ªa de nada y ten¨ªa -que empezar de nuevo por el principio".
"Despu¨¦s de que el tema me ha elegido", dice, "tengo en la cabeza un esquema preverbal, que no tiene nada que ver con las palabras. Luego escribo en tensi¨®n permanente con esa cosa no verbal".
Residente desde hace tres d¨¦cadas en un pueblo de la Alta Saboya -gracias a lo cual pudo relatar la experiencia de la muerte del campo en una sociedad industrial-, Berger tiene la intenci¨®n de no moverse de all¨ª en lo que le queda de vida. De momento trabaja en su pr¨®xima novela, To the wedding (Hacia la boda), y es incluso posible que esta vez el libro le tome solo tres a?os. "Rechazo la mayor parte de las invitaciones que recibo. Creo que hay que resistir la presi¨®n para que el escritor se convierta en un agente de su obra. Ese es un gran peligro".
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