La resaca
El constituyente espa?ol fue bastante prudente al exigir una mayor¨ªa de tres quintos de las C¨¢maras para designar a los magistrados del Tribunal Constitucional o a los vocales del Consejo General del Poder Judicial, mayor¨ªa extendida por el legislador a otras instituciones, como el Defensor del Pueblo.La voluntad del constituyente era clara: tales ¨®rganos no deber¨ªan poder constituirse y renovarse sin la reproducci¨®n de un consenso similar al que presidi¨® la redacci¨®n de la Constituci¨®n. Lo cual es l¨®gico, ya que si la definici¨®n de las reglas del juego democr¨¢tico debe hacerse por consenso, tambi¨¦n debe haber consenso en la composici¨®n de los ¨®rganos que deben velar para que no se produzca una erosi¨®n en tales reglas del juego por parte de la mayor¨ªa parlamentaria y su Gobierno.
Lo que el constituyente no pudo prever es el cataclismo pol¨ªtico que se iba a producir en Espa?a en 1982 y que iba a conducir a que durante tres legislaturas el centro-derecha espa?ol no dispusiera del n¨²mero de esca?os suficiente como para que su concurso fuera indispensable para cubrir vacantes del Tribunal Constitucional o del Defensor del Pueblo.
De aqu¨ª es de. donde vienen todos los problemas en relaci¨®n con estos ¨®rganos del Estado y todas las dificultades a las que estamos teniendo que hacer frente en estos momentos.
Pues lo anormal no ha sido la mayor¨ªa del PSOE durante la d¨¦cada; lo anormal ha sido la minor¨ªa del PP, o mejor dicho, la distancia entre una y otra. Esto ¨²ltimo es lo que ha roto el equilibrio necesario para la renovaci¨®n de las instituciones citadas. Ha sido el desequilibrio del sistema pol¨ªtico espa?ol el que ha impedido que operara de manera razonable la m¨¢s que razonable previsi¨®n constitucional.
El hecho de que nos encontr¨¢ramos en el momento fundacional de tales instituciones, ha acentuado el problema, ya que en tales momentos es cuando se definen los usos a trav¨¦s de los cuales se aplican las normas y las instituciones adquieren su verdadero sentido. Por eso si el desequilibrio nunca es bueno, cuando se produce en los momentos fundacionales es todav¨ªa peor.
Pues cuando esto ocurre, los usos que se imponen no pueden ser equilibrados por muy buena voluntad que se quiera poner en el empe?o. Las relaciones pol¨ªticas son relaciones de poder. De ah¨ª la importancia de que sean equilibradas y no hegem¨®nicas.
A este desequilibrio se puso fin con el resultado electoral del 6-J, d¨¢ndose a partir de este momento las condiciones previstas en la Constituci¨®n para la designaci¨®n de los vocales del Consejo General del Poder Judicial o del Defensor del Pueblo.
Y sin embargo, no est¨¢ siendo as¨ª. El desequilibrio de la pasada d¨¦cada nos est¨¢ pasando la factura, habi¨¦ndonos conducido a una situaci¨®n de bloqueo institucional de la que no parece que se vaya a salir a corto plazo. La resaca de un decenio de hegemonia socialista y de importancia popular parece que va a exigir alg¨²n tiempo hasta que se pasen sus efectos.
?Se puede hacer algo? S¨ª. No meter la pata, es decir, no intentar cambiar las normas que regulan los ¨®rganos cuya renovaci¨®n est¨¢ bloqueada. Las normas son las que tienen que ser, y no deben ser cambiadas.
Lo ¨²nico que cabe hacer es tener paciencia y esperar a que se pasen los efectos de la resaca. De la misma manera. que el PSOE est¨¢ teniendo que aprender a gobernar en minor¨ªa, el PP tendr¨¢ que aprender a hacer uso de su nueva minor¨ªa, que es muy distinta a la de estos ¨²ltimos a?os. Mientras esto no ocurra, seguiremos en la situaci¨®n de bloqueo. Con la Constituci¨®n en la mano no hay ninguna otra soluci¨®n.
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