Terape¨²tica para el desastre
Debo a Silvio Berlusconi una explicaci¨®n y espero (pero sin cre¨¦rmelo demasiado) que aprecie la honradez de este gesto. Cuando hace unos meses me confi¨® que ten¨ªa la intenci¨®n de bajar a la arena pol¨ªtica para aglutinar las fuerzas de la derecha, visto que sus l¨ªderes no lo lograban, le contest¨¦ que, en mi opini¨®n, comet¨ªa un craso error y que lo pagar¨ªa caro; que, al convertirse en un competidor, en vez de aglutinarlas las dividir¨ªa mucho m¨¢s y que favorecer¨ªa a las de la izquierda, que lo barrer¨ªan y le destrozar¨ª¨¢n.Como Casandra, no he quedado bien y debo darme golpes de pecho. No s¨¦ si lo que me indujo al error fue una minusvaloraci¨®n de la capacidad de Berlusconi o una sobrevaloraci¨®n de la sensatez de los italianos. Pero el lector me conceder¨¢ una atenuante. Era dif¨ªcil imaginar que un aprendiz de la pol¨ªtica, como hasta ayer era Berlusconi, lograse en tres meses no s¨®lo fundar un partido, sino convertirlo en el m¨¢s fuerte de Italia. Le han debido ayudar bastantes circunstancias favorables, entre las cuales est¨¢ la torpeza de un enemigo que, persigui¨¦ndole con las acusaciones m¨¢s rebuscadas, lo presentaba a los ojos de la gente como un perseguido. Y se ha revelado como un maestro en el identificarse con ese personaje: ni siquiera Pannella logr¨® jam¨¢s asumir tan bien el papel de v¨ªctima. Bismarck dec¨ªa que los protagonistas de la Historia no son los que la hacen, ya que la Historia se hace a s¨ª misma, sino los que, cuando advierten el murmullo de su paso, logran echarle su capa en el momento justo. Probablemente Berlusconi no tiene nada que ver con la Historia, pero para la cr¨®nica ha sabido echar la capa cuando hab¨ªa que hacerlo. Y aqu¨ª lo tenemos, en espera de que le convoquen al Quirinal.
Hay quien dice que no se puede confiar el Gobierno a quien controla los medios de comunicaci¨®n y propaganda de tal forma que puede manipular y coartar la opini¨®n p¨²blica. Objeci¨®n rechazada. Los italianos que le han votado sab¨ªan perfectamente que Berlusconi controlaba esos medios, incluso han visto c¨®mo los usaba, y sin embargo le han votado masivamente. Y es su voto el que, guste o no guste a Bossi, designa a Berlusconi al frente del gobierno. Evidentemente creen en la capacidad de terapeuta de Berlusconi cuando, por ejemplo, sugiere para poner en orden las cuentas del Estado aplicar los mismos criterios que ¨¦l sigue en sus empresas. A decir verdad, no me parece que estas empresas tengan muchas cartas de presentaci¨®n como modelos de gesti¨®n meticulosa. Pero esto la gente no lo sabe, y, adem¨¢s no se puede negar que ha sido ¨¦l quien las ha creado, y conseguido ¨¦xitos espectaculares. Y entonces, dicen los electores, ?por qu¨¦ no hacer la prueba?
Nos unimos al coro porque una de dos: o las recetas de Berlusconi funcionan y nos liberan de los desastres que nos aflijen -lo que tambi¨¦n deber¨ªa alegrar a Bossi-, o no funcionan y nos liberan de Berlusconi -algo que a Bossile deber¨ªa alegrar a¨²n m¨¢s-.
Y tambi¨¦n un poco a nosotros.
es director del peri¨®dico italiano La Voce.
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