Afrogallegos

"?Qu¨¦ tal, moreno?", saluda un marinero. El moreno asiente y responde con una amplia sonrisa: as¨ª les llaman todos en el pueblo, sin malicia, y as¨ª se denominan ellos mismos. Los morenos son de Cabo Verde, una . antigua colonia portuguesa en ?frica occidental, y hace m¨¢s de 15 a?os que se instalaron a orillas del Cant¨¢brico, en el pr¨®spero municipio de Cervo (Lugo). Llegaron para trabajar en la construcci¨®n de la inmensa factor¨ªa de Al¨²mina Aluminio, pero se quedaron pescando bonito y merluza. En aquella ¨¦poca los fantasmas que hoy recorren Europa estaban a¨²n adormecidos: nadie les rechaz¨® por ser diferentes. Con el tiempo, se trajeron a la familia o se casaron con muchachas del pueblo. Sus hijos forman la primera generaci¨®n de afrogallegos. En el colegio de EGB de Burela, la localidad m¨¢s importante del municipio de Cervo (13.000 habitantes), los ni?os de la clase de 80 A no entienden muy bien la curiosidad por la, presencia de F¨¢tima Gomes, de 15 a?os. Cuando oyen la explicaci¨®n, se quedan perplejos: "?Pero t¨² eres africana, F¨¢tima?". En realidad, no lo es. Naci¨® en Burela, desea estudiar periodismo y s¨®lo visit¨® ?frica una vez en su vida, para conocer a los abuelos. No le gust¨® nada. Su madre, F¨¢tima Lopes, a¨²n sue?a con regresar alg¨²n d¨ªa a Cabo Verde. F¨¢tima y su marido llegaron a Burela hace 17 a?os, dejando en Cabo Verde un hijo de pocos meses que no volvieron a ver hasta 1990. Remigio de Jes¨²s se vino con ellos a Espa?a y ahora trabaja, como su padre, en el mar.

"Aqu¨ª es el lugar donde mejor viven los africanos", afirma F¨¢tima mientras sirve ribeiros y ca?as a un grupo de compatriotas suyos en el bar de la estaci¨®n de autobuses, que regenta desde hace un par de meses. "Sabemos lo que pasa en otras partes de Espa?a, pero aqu¨ª nunca ha ocurrido nada de eso. Aunque algunos se quejen, yo nunca he visto racismo".

En algunas. ¨¦pocas la colonia africana fue m¨¢s numerosa, pero ahora quedan unos cien. "En el mar, lo ¨²nico que se mira es el trabajo. Y ellos son grandes trabajadores", razona un grupo de marineros. "Est¨¢n perfectamente integrados en la vida normal", insiste el alcalde, el socialista Roberto ?lvarez. "S¨®lo hace falta venir el d¨ªa de las primeras comuniones y ver la foto de todos los ni?os juntos. Hasta hay un caboverdiano que juega en el equipo del Burela, en Tercera Divisi¨®n".

Como siempre, no es oro todo lo que reluce. Por debajo de la armon¨ªa, se levanta el inevitable muro de desconfianza. Remigio de Jes¨²s Gomes ha escuchado m¨¢s de una vez comentarios racistas, esas chanzas para descerebrados del tipo "qu¨¦ mal huele" o "qu¨¦ calor hace aqu¨ª". "Es una minor¨ªa, pero hay alguna gente racista", concluye el muchacho.