Redondo se despide
AL DESPEDIRSE como m¨¢ximo dirigente de la UGT, en el 360 congreso de esa central, que se clausura ma?ana, Nicol¨¢s Redondo puede exhibir una limpia trayectoria de sindicalista y dem¨®crata.. No todo el mundo puede decir lo mismo, y ser¨ªa mezquino negar ese reconocimiento a un hombre cuya vida ha estado marcada por esa doble condici¨®n desde su adolescencia, cuando se afili¨®, en 1945, a una UGT clandestina, y que desde ese d¨ªa hasta el de la legalizaci¨®n de los sindicatos fue detenido en 14 ocasiones. Y que durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido la cabeza visible del sindicato fundado por Pablo Iglesias. Ese reconocimiento no impide, sino todo lo contrario, valorar su gesti¨®n sin beater¨ªa: sin esa especie de condescendencia con que a menudo son juzgados en Espa?a los l¨ªderes sindicales, como si fueran menores de edad.De sus casi 20 a?os como secretario general quedar¨¢ sobre todo la afirmaci¨®n de la autonom¨ªa del sindicato respecto al partido socialista. En la centenaria historia de ambas organizaciones, que en sus primeros a?os de vida fueron presididas por la misma persona, las divergencias internas de la familia socialista han tendido con frecuencia a expresarse en la forma de ruptura entre el partido y el sindicato. Ello volvi¨® a ocurrir poco despu¨¦s de la llegada del PSOE al poder. Lo de menos es si en la ruptura intervinieron o no factores de resentimiento personal. Aunque as¨ª fuera, pronto se convirtieron en divergencias de fondo. Est¨¢ en la l¨®gica de las cosas que una actitud de complicidad con el Gobierno se convierta en supeditaci¨®n a ¨¦l. En tal caso, la UGT no habr¨ªa podido desempe?ar el papel de resistencia frente a los abusos propio de un sindicato de trabajadores; habr¨ªa arruinado su credibilidad, y ello en favor de la otra central. Especialmente cuando la realidad econ¨®mica obligaba al Ejecutivo a adoptar medidas contradictorias con los intereses inmediatos de los afiliados a las centrales.
. La ruptura era, as¨ª, casi inevitable, y acert¨® Redondo al seguir en esto el consejo de quien habr¨ªa de ser su principal lugarteniente, Zufiaur, y no los de otros ugetistas. Tras la ruptura, y para protegerse de las presiones del Gobierno, Redondo acept¨® la alianza con CC OO, a la que se ven¨ªa resistiendo. El efecto de esta alianza fue la huelga general de 1988, destinada a acreditar su capacidad de movilizaci¨®n (y de presi¨®n sobre el poder).
M¨¢s discutible resulta la pol¨ªtica desplegada por el t¨¢ndem Redondo-Zufiaur desde entonces. Por un efecto parad¨®jico de la ruptura con el PSOE, la UGT concentr¨® su actuaci¨®n en el nivel m¨¢s pol¨ªtico, de confrontaci¨®n con el Gobierno, y no en la lucha sindical en la empresa. El sindicato socialista hab¨ªa sido precisamente el que hab¨ªa defendido el car¨¢cter sindical de la intervenci¨®n de las centrales,. frente a la idea de "movimiento pol¨ªtico-social" teorizada por Sartorius para CC OO.
A consecuencia de esa ideologizaci¨®n antigubernamental posterior al 14-D, la direcci¨®n ugetista tard¨® en comprender que la batalla del empleo -que formalmente consideraba prioritaria- era inseparable de la de la competitividad, y que ¨¦sta es incompatible con el crecimiento imparable del gasto social. La consecuencia ha sido una relativa incapacidad para trasladar al terreno de la concertaci¨®n social -con el empleo como objetivo- y de la negociaci¨®n de los convenios la capacidad de movilizaci¨®n. Pero incluso ¨¦sta ha acabado resisti¨¦ndose: si la huelga general es el ¨²ltimo cartucho, no se puede utilizar al ritmo de una cada a?o y medio, como se demostr¨® el 27-E.
Algo de esto parece reflejarse, aunque oscurecido por la batalla por el poder, en el debate organizativo del 360 congreso. Debilitado por el asunto de la PSV, en el que el sindicato tiene serias responsabilidades por encima de las que correspondan a sus gestores, Redondo no ha sido capaz de imponer su autoridad arbitral en la pugna abierta para la sucesi¨®n. Pero que, pese a esa manifiesta divisi¨®n, la gesti¨®n de la direcci¨®n por ¨¦l presidida haya sido aprobada casi por unanimidad refleja el reconocimiento que su venerable figura de viejo luchador concita.
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