Lisboa sale de su aislamiento cultural a trav¨¦s de la capitalidad europea
V¨ªtor Constancio, el presidente del consorcio, euf¨®rico por la respuesta popular
Empe?ado en impulsar la proyecci¨®n internacional de Lisboa y obsesionado por abrir Portugal a todos los vientos, V¨ªtor Constancio, de 52 a?os, se muestra euf¨®rico por el balance de estos primeros mesesde la capitalidad cultural europea. Con las calles y plazas de esta bella, decadente y rom¨¢ntica ciudad inundadas de turistas, V¨ªtor Constancio subraya la necesidad de que la cultura portuguesa sea conocida m¨¢s all¨¢ de las figuras m¨ªticas de los escritores Fernando Pessoa o Jos¨¦ Saramago. Con la vista puesta en el horizonte de organizaci¨®n de la Expo'98, el presidente del consorcio de esta cita cultural af¨ªrma sin dudar: "Lisboa'94 acabar¨¢ con el aislamiento cultural de Portugal".
Constancio no quiere atribuirse m¨¦ritos especiales y reconoce que "Lisboa es una ciudad f¨¢cil de vender", pero explica que la vida cultural lisboeta era insuficiente y no gozaba de difusi¨®n internacional. "Portugal mira ahora al resto de Europa y los traumas de la descolonizaci¨®n en Africa y de la dictadura de Salazar han quedado atr¨¢s. Todav¨ªa quedan marcas de aquellas largas d¨¦cadas de oscuranismo, pero en la actualidad apostamos porque Lisboa'94 no se reduzca a un evento aislado y tenga continuidad en el futuro. Se trata, en definitiva, de situar a nuestros creadores y a nuestra cultura en las redes internacionales".Este catedr¨¢tico de Econom¨ªa Monetaria, que fuera gobernador del Banco de Portugal, ministro y secretario del Partido Socialista, encarna una infrecuente s¨ªntesis del financiero y el hombre de cultura. Esta doble condici¨®n, unida a su car¨¢cter dialogante, lo convirtieron en una persona de consenso entre el centro-derecha del PSD, que ostenta el Gobierno desde 1985, y los socialistas y comunistas que rigen el Ayuntamiento de Lisboa. Alejado, por tanto, de las luchas partidistas que perjudicaron a otras capitales culturales como Madrid, y con un presupuesto de 6.000 millones de pesetas, Constancio se lanz¨® a una fren¨¦tica campa?a de promoci¨®n de Lisboa que lo llev¨® a decenas de ciudades europeas y norteamericanas.
"Nuestro primer objetivo", apunta Constancio desde su despacho en el palacio Foz, en la plaza de los Restauradores, "fue hacer visible Lisboa al resto de europeos y exhibir nuestras artes pl¨¢sticas, nuestra danza y nuestra literatura. En segundo lugar, se trataba de fomentar nuestras creaciones culturales y conquistar nuevos p¨²blicos en Portugal. Por ¨²ltimo, hemos querido aprovechar Lisboa'94 para intervenciones patrimoniales en museos y en otros edificios signif¨ªbativos". Se lamenta Constancio de que la oferta cultural de Lisboa era muy dispersa e inconexa y su tarea se concentra en preparar las bases de la Expo de 1998, que la capital portuguesa organizar¨¢ en conmemoraci¨®n de sus descubrimientos ultramarinos.
Alentado por los 100.000 visitantes de las exposiciones y espect¨¢culos en el primer mes de Lisboa'94, Constancio califica de "aut¨¦ntica explosi¨®n" el reforzamiento de las relaciones culturales entre Espa?a y Portugal. "La distancia que exist¨ªa antes entre los dos pa¨ªses", comenta, "era ins¨®lita y anormal entre dos vecinos. Espa?a est¨¢ en v¨ªas de convertirse en el mayor socio econ¨®mico y cultural de los portugueses. Hemos pasado de aquellos reducidos y clandestinos encuentros de intelectuales de los dos pa¨ªses en los tiempos de Franco y de Salazar a las incontables traducciones de escritores espa?oles y portugueses y a un inter¨¦s extendid¨ªsimo por las novedades a ambos lados de la frontera".
M¨¢s de medio mill¨®n de turistas espa?oles en Lisboa durante Semana Santa y Pascua, y las librer¨ªas repletas de traducciones de Antonio Mu?oz Molina, Eduardo Mendoza o Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, avalan las palabras de Constancio. Esta preciosa y hospitalaria ciudad de colinas, que semeja una vieja dama herida por reveses de fortuna, abocada a la desembocadura del Tajo, nost¨¢lgica de sus tiempos de esplendor, se?orial y castiza a un tiempo, se ha convertido en uno de los destinos preferidos de los espa?oles. De hecho, la capitalidad cultural s¨®lo ha venido a sancionar la seducci¨®n que ejerce Lisboa.
Una fiesta de arte, m¨²sica y cine en la 'ciudad blanca'
Tras los primeros meses de despegue, Lisboa concentra a partir de este mes de abril una aut¨¦ntica fiesta de exposiciones de arte, conciertos, recitales y exhibiciones cinematogr¨¢ficas en la mayor oferta cultural que nunca haya conocido la ciudad blanca. Cuatro ¨®peras, dos sinfon¨ªas, una obra coral y cuatro coreograf¨ªas, am¨¦n de libros y pel¨ªculas, han sido encargados por los responsables de Lisboa 94 para conmemorar la efem¨¦ride.Al margen de numerosas intervenciones patrimoniales, especialmente en el Chiado y en la zona de la s¨¦ptima colina, la actividad lisboeta se incrementar¨¢ en torno al pr¨®ximo 25 de abril, cuando se cumplen 20 a?os de la revoluci¨®n de los claveles, la fecha que devolvi¨® la democracia a Portugal de la mano de dos centenares de capitanes. Desde una exposici¨®n titulada A cor da revolu?ao, que recoger¨¢ toda la iconograf¨ªa de aquellos d¨ªas de euforia popular, hasta un recital dedicado a Jos¨¦ Zeca Afonso, el desaparecido cantante de Grandola vila morena, pasando por debates pol¨ªticos, Lisboa reflexionar¨¢ sobre su acontecimiento hist¨®rico m¨¢s relevante de este siglo.
Exposiciones sobre trajes portugueses o escenograf¨ªas teatrales de los autores cl¨¢sicos, una muestra de las 100 mejores pel¨ªculas europeas de todos los tiempos y una exhibici¨®n de todos los filmes portugueses y extranjeros que han utilizado Lisboa como escenario son s¨®lo algunas de las ofertas de la capitalidad cultural durante estos meses de primavera.
Los amantes de la m¨²sica cl¨¢sica pueden tambi¨¦n asistir a representaciones de la ¨®pera Fidelio, de Ludwig van Beethoven, o a conciertos de orquestas tan prestigiosas como la Filarm¨®nica de M¨²nich. Para los estudiosos de las rehabilitaciones hist¨®ricas, la exposici¨®n Lisboa o Chiado plantear¨¢ las alternativas para la reconstrucci¨®n del coraz¨®n rom¨¢ntico de la ciudad, que fue parcialmente devorado por las llamas en agosto de 1988.
Pero, en cualquier caso y m¨¢s all¨¢ de los programas oficiales, toda Lisboa se ha entregado a la tarea de aprovechar la capitalidad cultural para dejar atr¨¢s a?os de aislamiento y de provincianismo que han alejado, en ocasiones, a los portugueses del resto de Europa. En realidad, las estrechas callejas del barrio blanco y portuario de Alfama, los caf¨¦s de sabor decimon¨®nico del Chiado o los comercios coloniales de las plazas del Roc¨ªo y de Figueira ya concentran siglos de cultura, de vida, de pasi¨®n por los descubrimientos allende los mares, de cruce de razas y de continentes, de olores y de sabores. De todos modos, la capitalidad cultural de Europa sirve como buen pretexto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.